Unidad social

Senadores Acuerdo de Paz
27 DE NOVIEMBRE DE 2019/VALPARAISO senadores de distintas bancadas acuerdo por la paz social, los derechos humanos y el orden público. FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO


Qué duda cabe que existe una preocupación, tal vez silenciosa, pero más o menos extendida sobre los meses que vienen de cara al primer hito institucional de este año, el plebiscito de abril, que será determinante para encontrar caminos de salida para la convulsión social. Lo que se juega no es sólo el resultado de este proceso, sino que también la legitimidad y confianza en el mismo, por lo que el comportamiento de los actores políticos y sociales será clave para demostrarle a la ciudadanía que se está a la altura de entender que lo que tenemos entre manos es demasiado importante como para arriesgarlo con intervenciones que sólo pueden contribuir a confundir o atemorizar a una ciudadanía que, de acuerdo a las encuestas, valora el plebiscito, pero probablemente tiene muchas dudas sobre el contenido de la consulta y sobre la posibilidad de que pueda ayudarnos a encausar el rumbo. No perdamos de vista que, contra todo pronóstico, la experiencia internacional nos ha mostrado que el plebiscito de Paz en Colombia y la alternativa de los ingleses de quedarse en la Unión Europea se terminaron perdiendo. Es por esto que parece a lo menos desafortunado que actores que representan algunas sensibilidades del mundo social no contribuyan con claridad a generar condiciones de confianza sobre un proceso que es complejo. Con ello me refiero al rechazo al acuerdo para llevar adelante el plebiscito y al reciente llamado a marcar AC en el voto.

La situación en Chile nos debe hacer pensar sobre la profundidad y naturaleza de lo que está en juego, para lo que es imprescindible la autocrítica y el análisis certero. Hemos hecho hasta la saciedad un análisis sobre el desgaste de la política y la crisis de confianza en las instituciones, no obstante, se hace imperioso que en este clima generalizado de crisis de representación sean organizaciones de distinta naturaleza las que deban mirarse a sí mismas. La crisis de representación no pertenece solo a partidos y estructuras clásicas, también está en las organizaciones intermedias, lo que, por cierto, involucra a las organizaciones de la sociedad civil de distinto tipo, incluyendo a la Mesa de Unidad Social que en esto meses ha enfrentado disputas y diferencias públicas.

Si somos honestos con nosotros mismos, es imprescindible reconocer que la posibilidad de allanar el camino hacia una nueva Constitución es fruto de una movilización masiva de ciudadanas y ciudadanos sin liderazgos reconocibles y probablemente muy atomizados, que pusieron en jaque al conjunto del mundo político y obligaron a buscar un camino institucional, aún pese a la desconfianza de muchos sectores que tradicionalmente han representado a algunos segmentos de la población.

No habrá un proceso de entendimiento si no partimos de la base que hay que reconstruir la legitimidad política y social, lo que involucra al poder político tradicional, a las organizaciones de la sociedad civil y a los ciudadanos. La construcción de un nuevo pacto social requiere alejarse de alternativas vociferantes, poco dispuestas al diálogo, y buscar espacios de encuentro con sectores que piensan distinto. Si la democracia tiene una virtud, es que en ella deben expresarse, sin exclusión, distintas miradas. De lo contrario, nos queda solo la anomia, la violencia y el camino de la autodestrucción.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.