Lichnovsky y Henríquez SA

Fútbolistas y emprendedores. La novedosa conexión entre el defensa de Cruz Azul y el delantero de la U, amigos desde hace años y socios ahora de una aplicación que está pronta a salir al mercado. Ambos viven todavía el juego apuntando alto y en rojo.



A Igor Lichnovsky y Ángelo Henríquez los une mucho más que la edad (26) y el fútbol. Compañeros desde juveniles en la U, los dos cuartofinalistas con la Roja en un Mundial Sub 20, y ahora, aunque jugando en diferentes ligas, caminando juntos como emprendedores en una nueva aplicación para pymes. Sobre todo eso dialogan en una videollamada grupal con La Tercera.

Y mientras uno espera en Chile el retorno de la actividad, el otro es titular en México. “Tenemos una muy linda relación y ahora estamos con esto de la app”, dice Lihcnovsky. “La idea de la aplicación se centra en hacer un aporte a la sociedad más que en la plata”, reseña Henríquez.

La videollamada en Henríquez, Lichnovsky y La Tercera.

La aplicación, Ovnix, es un market place (mercado en línea), que busca que quienes la usen puedan comprar más barato que en retail. Y los vendedores son pymes. “Una empresa tradicional vende una bicicleta a $600.000. Ovnix garantiza que una pyme vende bicicletas con 20% de descuento”, ejemplifica Igor.

El negocio comenzó a tomar forma hace más de un año. Luciano del Río y Rodrigo Hurtado, los creadores, le presentaron la idea a Henríquez en un centro de calistenia. Y cuando la app ya estaba casi terminada se la presentó a Igor. “Para mí el primer impacto no fue de negocio, si no que algo más humano. En Chile, si bien hay oportunidades, no alcanzan para todos. Así surgió la posibilidad de tender una mano a quienes necesiten esa oportunidad”, asegura Lichnovsky.

“Para las empresas más chicas es difícil promocionarse y acá pueden hacerlo a bajo costo”, explica Henríquez. “Las pymes necesitan darse a conocer y los market places tienen costos de publicación muy altos”, complementa Lichnovksy.

Aunque la aplicación aún no se lanza oficialmente, ya cuenta con 40 pymes vendiendo productos. Uno de los elementos diferenciadores que busca Ovnix es garantizar la entrega en 24 horas y a las pymes solo se les pide estar constituidas y que den boletas o facturas.

“La ayuda que prestamos es lo que les falta: que alguien crea en su negocio”, señala el zaguero. Y agrega: “Nos mueve ayudar al país”.

Con la aplicación los jugadores invierten su dinero, algo que muchas veces se le critica a los futbolistas. “Sí, entramos como inversores, pero terminamos siendo equipo; todos participamos de los detalles. Y yo no buscaba hacerme millonario”, advierte Lichnovsky. Henríquez concuerda: “Se nos ha incluido en cualquier debate de ideas”.

“Estoy convencido de que puede ayudar a mucha gente a hacer crecer su pyme y también al comprador con un incentivo económico”, expone Henríquez, quien cuenta que uno de los beneficios al usar la app es el cashback, o la opción de ganar dinero por comprar ciertos productos.

Los dueños de Ovnix dicen que son exigentes con la publicación de precios y descuentos reales. Y que por ahora apuntan a la Región Metropolitana, pero la idea es expandirse por Chile y luego a otros países.

El fútbol y la pandemia

Además de afinar los detalles para el lanzamiento de Ovnix, Lichnovsky y Henríquez están centrados en la reactivación del fútbol. En México es un hecho, y en Chile está a la vuelta de la esquina. El temor, eso sí, es igual.

“A pesar de haber entrenado, al principio afectaba la para”, cuenta el ariete. El central va más allá: “Son sentimientos encontrados, porque me resulta incómodo estar jugando y que en México sigan aumentando contagiados y muertes”.

El ex Porto da detalles de su experiencia con el Covid. “Acá nunca existió la cuarentena obligatoria. Cuando estás jugando no piensas eso, pero una vez que te enfrías vuelven esos sentimientos”.

En Chile o en México, la sensación de ambos es igual en cuanto a la posibilidad de contagiarse al tener que salir de casa.

“Por supuesto que hay temor. Di positivo, pero uno no genera inmediatamente anticuerpos, así que la opción de recontagio está”, reseña Igor. Y ahonda: “Uno puede ser portador del virus y yo estoy con mi bebé, y aunque dicen que no está dentro de la población de riesgo, uno se preocupa porque es indefenso. Ese es el temor”.

“Juegas el fin de semana y el examen te lo hacen varios días después. Y no sé si mi rival está cumpliendo los mismos requisitos. ¿Y qué pasa si me contagié?”, apunta el mismo jugador.

Henríquez relata sus vivencias en la U, donde suma varios exámenes PCR: “Estamos tomando todas las medidas para, si llega un contagio, prevenir que se expanda al equipo”, dice. De todas formas, confiesa que “existe un pequeño miedo a contagiarse, pero todos están cuidándose para retomar el fútbol con tranquilidad”.

La pandemia ha dado mucho tiempo para pensar. En presente, en futuro y en pasado. Es la siguiente reflexión al evaluar el estado actual de sus carreras. “Es mejor no pensar en lo que pudo haber sido o lo que fue, si no que estar entregado a lo actual. Lo más sano es pensar así. Hoy me preocupo de hacerlo bien en la U y que pase lo que tenga que pasar”, expone el ex Atlas.

En ese sentido, el atacante no se esconde de las críticas, las que llegaron a cuestionar si se justificaba tenerlo en el CDA por su salario. “Hay momentos no agradan, como que estuve mucho tiempo en la banca y el equipo peleaba el descenso. Son momentos que uno no quiere vivir, pero que sirven de aprendizaje y para apreciar cuando las cosas van bien”.

Justamente, Henríquez está valorando su vida actual. “Estoy en un club donde tengo todo para trabajar, mejorar y disfrutar el fútbol. La U tiene un complejo que tiene de todo”.

Lichnovsky, en tanto, recuerda sus primeros pasos en el profesionalismo: “Hubo posibilidades muy buenas en grandes clubes europeos, pero la U ponía cifras no adecuadas para un joven de 18 años”. De todas formas, dice estar “contento con el camino” recorrido, el que cree va en ascenso. “He madurado no solo en lo futbolístico, si no que en lo humano”, asegura.

Para llegar a eso tuvo que transitar un largo camino, que incluyó muchos cambios de equipo (Valladolid, Gijón, Porto, Necaxa) a corta edad: “Lo atribuyo a decisiones, a la madurez”, dice. “Creo que cualquier muchacho, como le pasó a Ángelo o a mí, que le dicen que lo quiere un club clase A de Europa, no duda en irse”.

En ese sentido, el Viejo Continente aún está en la mira para el zaguero. “Pero a un club competitivo. No me gustaría uno tan chico, sí a un equipo que tuviera más participación”. Hoy como pilar en Cruz Azul, recuerda que pudo haber retornado a la U: “Hubo conversaciones con Carlos Heller, pero se diluyeron”.

A Igor se le nota sereno con la experiencia de los casi seis años fuera de Chile, donde le ocurrió algo que transformó su vida para siempre.

“Mi cambio total fue cuando me crucé con Matías Fernández y Felipe Gallegos en Necaxa. Ellos me hablaron de Dios y de las verdades de la biblia, algo totalmente lejano para mí, porque yo antes me burlaba de Dios y la biblia”, recuerda.

Dice que en ella encontró su guía. “Me di cuenta que ese libro contiene muchas verdades para vivir. Dicen que nadie te enseña a ser padre, pero la biblia lo dice. Y en lo deportivo decía que me cuidaba, que entrenaba, pero cuando conocí a Dios fue como si tuviera una autoridad diciéndome: ‘Igor, sabes que no te cuidas tanto como dices’”.

La generación 2013

Tras el Mundial Sub 20 de 2013, la presión de reemplazar a la Generación Dorada cayó de golpe sobre ese equipo de Mario Salas. Henríquez y Lichnovsky eran de los principales candidatos para la sucesión.

“Nuestra generación sigue teniendo las mismas posibilidades. No creo que sea un fracaso, si no que las circunstancias provocaron que se dé así, por el éxito de la Generación Dorada. Tenemos 26 o 27 años y estamos en el mejor punto de madurez y desarrollo futbolístico para ser alternativa o claros referentes”, asegura tajante Igor.

Henríquez, en tanto, expone sus deseos constantes de Roja. “Se busca continuidad, estar en la órbita de Rueda. Ese es uno de los objetivos que siempre están en mi carrera: ser parte de la Selección y aportar”.

Nicolás Castillo también estuvo en ese plantel. Además de sus vaivenes futbolísticos, el delantero ha tenido que lidiar con una trombosis que lo tendrá casi un año sin fútbol. “Tuve la posibilidad de acompañarlo en ese proceso. El Nico está bien, avanzando en su recuperación”, revela el defensor.

Antes de finalizar la videollamada, Ángelo e Igor, los amigos forjados en la cancha y afianzados fuera de ella, se dedican emotivas palabras.

“Que Igor siga haciendo lo que está haciendo porque está convencido. Sé que va a dar frutos, porque al final uno se tiene que sentir bien con uno mismo para que las cosas funcionen. Ha hecho un muy buen trabajo en el fútbol, está donde está no por casualidad, y que siga con la ambición de mejorar. Le va a seguir haciendo bien al fútbol y a las amistades que lo rodean”, dice Henríquez sobre Lichnovsky.

El aludido no se queda atrás y replica: “Nadie puede negar la calidad que tiene Ángelo. A una persona no se le olvida jugar al fútbol. Todos querríamos ser el referente del equipo donde partimos y hoy Ángelo tiene que ser el referente del ataque en la U. Y eso no solo te exige disfrutar, si no que responsabilidad. Yo le diría a Ángelo que se acuerde de esos momentos en que disfrutaba del fútbol, que si piensa en divertirse, en volver a las cosas sencillas, el resto va a venir en consecuencia”.

Igor Lichnovsky y Ángelo Henríquez, unidos por el fútbol y ahora también por los negocios. Una pareja a la que una vez se señaló como el futuro del fútbol chileno. Y que ahora empieza a mirar su propio futuro por más lugares que la pelota.

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