Ocho años tuvo que esperar el dueño de la mejor pizzería en Chile -y la quinta mejor de Latinoamérica- antes de conseguir el éxito en nuestro país, luego de emigrar desde Italia. Previo a eso, Michele Puzio debió asesorar a otros, en ciudades del sur y el norte e, incluso, regalar sus propias pizzas en la calle, intentando conseguir para sí mismo el prestigio que su familia tenía en Nápoles.
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