Chile falsificado: cómo funciona el mercado de las zapatillas falsas y la ropa de marca adulterada

Si en el año 2018 llegaron 260 mil toneladas de productos desde el extranjero al aeropuerto de Santiago, en 2022 la cifra alcanzó las 855 toneladas, entre ellas, miles de productos falsificados. Uno de los más cotizados son las zapatillas réplica, que se venden a un tercio del precio de las originales. En las marcas existe preocupación: las copias son cada vez mejores y se han llegado a incautar hasta 32 mil pares de zapatillas en un solo operativo. Esta es la primera entrega de Chile Falsificado, una serie de tres temas enfocada en las diferentes aristas del mercado de los productos pirateados en el país.


Basta con escribir “zapatillas entrega inmediata” en Instagram para encontrar más de una veintena de cuentas que ofrecen un amplio catálogo de marcas, como Nike, Adidas, New Balance, entre otras. El stock es tan amplio, que incluso ofrecen modelos que oficialmente no han llegado a Chile.

Una de esas cuentas se llama “Lion Cloth”, la que suma 103 mil seguidores y diariamente comparte un inventario de más de 130 modelos diferentes, entre los que destacan íconos de la marca Nike, como la “Air Jordan 1″, creada en los años 80 para la estrella del básquetbol Michael Jordan y cuya historia incluso llegó hace poco a los cines con la película “Air”.

Si en el comercio establecido un par de “Air Jordan 1″ cuesta $142 mil, en tiendas informales como “Lion Cloth” su valor llega a sólo a $50 mil o incluso menos si se compra al por mayor. Otros modelos, como la “Air Jordan 7″, que en tiendas se vende a $226 mil, en la red social se consigue a $69 mil. Entre sus publicaciones, el vendedor se jacta de haber vendido ocho mil pares de zapatillas durante todo el año pasado.

Por internet se realizan masivas ventas de productos falsificados, entre ellos, modelos de zapatillas Nike como las "Air Jordan"

Incluso, exfutbolistas como Marcelo Barticciotto, Milovan Mirosevic y hasta el cantante de música urbana “Pailita” aparecen en redes recomendando sus productos. “Oye, mis hermanitos de Lion Cloth me trajeron este par de zapatillas. Muchas gracias mi sangre. Están finas, vayan todos a seguir la página, hacen envíos a todo Chile y son ciento por ciento confiables. Pura calidad”, se le escucha decir a Pailita en un registro del año pasado.

Pero en los comentarios de los usuarios, una pregunta se repite con insistencia: “¿Son originales?”. Lo mismo se preguntaron los representantes de Nike en Chile, quienes están constantemente comprando unidades de zapatillas y ropa en el comercio formal e informal para verificar si se trata de uno de los tantos productos “piratas” de su marca que se venden en en el país.

Por ello, los abogados de Nike compraron un par de zapatillas a Raúl Orellana Medina, el hombre detrás de “Lion Cloth” en Instagram, y tuvieron que revisar los mecanismos de seguridad que tienen sus productos para concluir que las zapatillas eran falsas. “Claramente, el nivel de falsificación tanto de zapatillas como en ropa ha mejorado ostensiblemente. Hay muchos sitios, particularmente en Instagram, que ofrecen productos falsos y muchas veces productos de buena calidad”, asegura Luis Olmedo, quien representa judicialmente a Nike en Chile.

Tras realizar una denuncia a la Fiscalía, los abogados de la marca quedaron sorprendidos. El 9 de noviembre pasado, la Brigada de Delitos contra la Propiedad Intelectual de la PDI incautó en una casa y dos bodegas vinculadas a Raúl Orellana un total de 3.022 pares de zapatillas falsificadas en sus cajas y listas para ser vendidas por redes sociales.

En Instagram se pueden encontrar modelos de "Air Jordan" en precios que van desde los $50 mil a los $80 mil.

“Nos llamó la atención que un particular tuviera esa cantidad de productos falsificados almacenados en un domicilio particular. Este producto no es de manufactura local, este producto viene del extranjero, entonces hay que seguirle la pista de cómo entró al país”, señala el representante de Nike, quien también presentó una querella en el caso.

No es la primera vez que a Orellana se lo vincula con el calzado falso o “réplica”, como se le llama en redes sociales. En los años 2014, 2015 y 2017 el Servicio Nacional de Aduanas ya había frenado envíos desde el extranjero de zapatillas Nike pirateadas a nombre del creador de “Lion Cloth”. En todos esos casos, por tratarse de no más de cuatro pares por envío, las causas fueron cerradas sin responsables y sólo se destruyeron las especies.

Pero así como Orellana, quien pese a la incautación de 3.000 pares en noviembre del año pasado hoy sigue vendiendo zapatillas, hay decenas de otros comerciantes de calzado pirata en redes sociales, un mundo en el que, incluso, hay un lenguaje propio para hablar de la calidad de la falsificación. Por ejemplo, “G5″ o “Top Quality” son los términos usados para la copia casi idéntica al original, mientras que “Normal Quality” y “High Quality” hacen referencia a réplicas más baratas.

Sitios de comercio electrónico de China permiten elegir entre un amplio catálogo con distintas calidades de zapatillas falsas que se demoran sólo dos semanas en llegar a Chile.

Sebastián Gutiérrez, un joven chileno que hace videos sobre zapatillas en redes sociales bajo el nombre de @InfoSkeanersCl, conoce bien este mundo y sus copias falsas. “Todo se hace desde el teléfono. Se compra en China, se puede tener una casilla y en dos semanas te llegan. Están haciendo mucho mejor las réplicas, y a ojo de una persona que no es experta o que no se asesoró bien, pasan como un original. Hay otras personas que les da exactamente igual y por un precio de $50 mil o $60 mil al final tienen lo que ellos quieren tener en los pies”, explica el creador de contenido digital.

Las zapatillas y principalmente los modelos de la marca Nike son el producto más falsificado en todo el mundo. De acuerdo a un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al año 2019 el calzado fue casi un 25% del total de productos pirateados que se incautaron a nivel global. Luego le sigue la ropa, con un 20%, y una muestra de ello ocurrió en abril pasado, cuando La Polar acusó engaño de sus proveedores y reconoció que en sus tiendas se vendieron productos “pirateados” a fines de 2022.

También en redes sociales como Instagram, TikTok o en YouTube son decenas las personas que publican videos con tutoriales sobre cómo comprar calzado pirateado o incluso venden el contacto de los proveedores más confiables. Y en páginas como PandaBuy o Yupoo basta un par de clics para hablar directamente por WhatsApp con vendedores en China, los que aseguran que han hecho varios envíos a Chile sin tener problemas con las revisiones de Aduanas en nuestro país.

Hoy es posible comunicarse directamente con proveedores chinos de zapatillas falsas, los que aseguran no haber tenidos problemas con Aduanas en sus envíos anteriores a Chile.

Detrás de un producto falsificado hay trata de personas, hay en algunos casos esclavitud, no pago de impuestos, hay contrabando, evasión tributaria. No es solamente la marca la que deja de vender un producto original, pierde el consumidor, que es engañado y que puede tener algún daño físico al usar un producto que no tiene garantía de calidad”, concluye el representante de Nike en Chile.

China: el epicentro de la zapatilla falsa

“Comercial Hermosa Ltda. - Venta por Mayor” se leía en un gran letrero a la entrada de un local comercial de calle Conferencia, en pleno barrio Meiggs de Santiago. Era mayo de 2022 y funcionarios de la PDI habían llegado hasta allí buscando corroborar una denuncia que días atrás habían recibido. Por ello, se presentaron como clientes comunes y corrientes ansiosos de aprovechar los atractivos precios y la variedad de zapatillas que se ofrecían en la tienda.

Al ingresar, se dieron cuenta de que en los mostradores se ofrecían al público populares modelos de zapatillas “Nike” y “Jordan”. Tras una breve conversación, una mujer de nacionalidad extranjera que atendía el local les dio fácilmente una de las pistas que querían: si deseaban comprar las zapatillas al por mayor, debían ir personalmente a una bodega ubicada en calle Bilbao, en la comuna de Pudahuel.

Las vigilancias en la bodega dieron cuenta de que allí se almacenaban centenares de cajas, las que eran llevadas a empresas de transportes en Estación Central. Por ello, y luego de una larga investigación, en noviembre pasado los oficiales allanaron la bodega y otros tres locales comerciales del barrio Meiggs. El resultado del operativo fue inesperado: se encontraron 32 mil pares de zapatillas falsas, en su gran mayoría modelos de Nike, avaluados en $3.700 millones.

23 de NOVIEMBRE de 2022/ INDEPENDENCIA El jefe de la Región Policial Metropolitana de Santiago, prefecto inspector Jorge Valdés, junto a la delegada presidencial, Constanza Martínez, y la alcaldesa de la Municipalidad de Santiago, Irací Hassler, informan sobre la incautación más importante del los últimos años, en el marco de una investigación de la Brigada de Investigación Criminal (Bicrim) Santiago, por el delito de Infracción a la Ley de Propiedad Industrial, por la importación y venta de zapatillas falsificadas a comerciantes ambulantes. FOTO: DIEGO MARTIN/AGENCIAUNO

Tras las empresas que lideraban el negocio estaban un chileno y tres ciudadanos chinos, un panorama que, según las fuentes consultadas, se repite en este tipo de casos. Sin ir más lejos, la OCDE estima que cerca del 80% de todo el calzado falso incautado a nivel mundial entre 2017 y 2019 tenía su origen en China. En su mayoría proviene de la ciudad de Putian, la capital mundial de la zapatilla falsificada. Allí, en una misma cuadra, pueden convivir la fábrica que elabora el calzado oficial para una marca y la fábrica que hace las “réplicas”, muchas veces utilizando plantillas e información técnica filtrada desde los proveedores autorizados.

Esto no sólo pasa con las zapatillas. También ocurre con el resto de las importaciones que Chile realiza desde Asia, entre las que se encuentran las mercancías que infringen la ley de propiedad intelectual e industrial. Un dato es decidor: se estima que un 85% de los productos falsos que tratan de ser ingresados al país y son detectados por el Servicio Nacional de Aduanas provienen de China.

Como en la mayoría de los países del mundo, en Chile importar, fabricar o vender cualquier tipo de producto falsificado o “pirateado” está prohibido y es un delito. “Las marcas registradas, que pueden ser palabras, logos o dibujos, le otorgan al titular de la marca ciertos derechos exclusivos para ser el único que puede usarla”, explica Maximiliano Santa Cruz, quien durante nueve años fue director del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi), entidad encargada de llevar ese registro.

Al mismo tiempo, relata el abogado, “el registro le otorga al titular el derecho de impedir que terceros usen la marca en el comercio cuando exista probabilidad de confusión en el público consumidor”. Para obtener esa facultad, la persona o la empresa deben inscribir la marca, logo o diseño ante la Inapi, pagando los derechos correspondientes. En esta categoría están, por ejemplo, marcas de ropa, logos de calzado deportivo, personajes infantiles y software computacionales, entre muchos otros.

De acuerdo a datos de la OCDE, al año 2019 el volumen total de la compra y venta de productos falsos y pirateados representaba un 2,5% de todo el comercio mundial, es decir, unos US$464 mil millones, lo que equivale al producto interno bruto de países desarrollados como Austria o Bélgica. Las estimaciones indican que a partir del año 2020, con la llegada del Covid-19 y la explosión del comercio electrónico, el fenómeno sólo creció.

En Aduanas, organismo encargado de evitar que ingresen al país mercancías falsificadas a través de pasos fronterizos, aeropuertos y puertos marítimos, también han sido testigos de ese aumento.

“Ante la sospecha de falsificación, Aduanas tiene la facultad de suspender el despacho, es decir, detener el ingreso de las mercancías al país por un periodo de 10 días. En ese periodo nosotros avisamos a los representantes de las marcas en Chile para que hagan las denuncias respectivas a la Fiscalía y se pueda iniciar un proceso judicial que impida que los productos lleguen a sus destinatarios”, explica Rodrigo Díaz, director de la Aduana Metropolitana.

Si el año 2018 Aduanas realizó 676 suspensiones de despacho por un total de siete millones de productos en todo el país, en 2022 los procedimientos aumentaron a 1.433 por un total de casi 12 millones de mercancías. En total, entre 2018 y 2022, Aduanas detectó y evitó el ingreso de 51 millones de unidades de productos pirateados al comercio nacional.

Una buena parte de los procedimientos de suspensión de despacho se realizan en las zonas de courier del aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago. Allí llegan millones de envíos desde el extranjero, entre ellos, las compras que personas de todo Chile hacen en páginas como Amazon, Aliexpress, Shopee y Shein, entre otras. Ha sido tal la explosión de envíos, que si en 2018 se importaron 260 mil toneladas de productos, en 2022 la cifra alcanzó las 855 toneladas de mercancías.

La Tercera visitó a comienzos de mayo uno de estos recintos y presenció cómo, entre un mar de sobres y paquetes, los fiscalizadores de Aduanas buscan productos falsificados o que no estén pagando los impuestos aduaneros respectivos. Según el director de la Aduana Metropolitana, el primer paso es un análisis de datos de los envíos, con los que se preseleccionan casos de posible riesgo.

“Cuando las mercancías ya están en el país, sometemos la totalidad de los bultos a revisión en máquinas de rayos X y allí seleccionamos qué mercancías vamos a abrir y revisar”, relata Rodrigo Díaz. Al ver en detalle los productos, los fiscalizadores miran costuras, etiquetas, materiales y una serie de otros parámetros de acuerdo a las capacitaciones que les realizan periódicamente las mismas marcas afectadas por la piratería.

Sobre un mesón, una fiscalizadora de Aduanas muestra con orgullo algunas de las mercancías falsas que han sido encontradas en las últimas semanas. Entre ellas, hay dos réplicas de alta calidad de relojes de lujo de marca Omega y Rolex, copias prácticamente idénticas de camisetas de Colo-Colo, zapatillas de fútbol que dicen ser Adidas y una cartera Louis Vuitton que emite un penetrante olor a plástico que inunda el ambiente.

Tal como ocurre en otros países del mundo, se desconoce qué cantidad de productos piratas sí logran pasar los controles. Lo único cierto es que terminan en manos de consumidores y que se mezclan con las falsificaciones que en parte o en su totalidad son elaboradas en nuestro país.

La ropa falsa “made in Chile”

Todo comenzó con una tarjeta de presentación de “Bordados Pollo” junto a un número de teléfono. Fue en enero de 2022 cuando la Policía de Investigaciones detectó en una casa en la comuna de Recoleta parte de una red de trata de personas que había traído a ciudadanos extranjeros a Chile para trabajar bajo engaño.

Tras revisar el lugar, unos bultos llamaron la atención de los policías. Al abrirlos, encontraron decenas de poleras y polerones que tenían bordados y estampados de marcas como Nike, Adidas y Disney, entre otras. Entremedio de la ropa, apareció también la tarjeta de presentación.

Sin saberlo, los oficiales tenían ante sí la primera hebra de una de las mayores investigaciones desarrolladas en Chile por la fabricación y venta de ropa falsificada, un fenómeno que ha crecido explosivamente en los últimos años.

La información obtenida en Recoleta fue transmitida a la Brigada de Propiedad Intelectual de la PDI. Los investigadores, bajo instrucciones de la fiscal Giovanna Herrera, de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, rápidamente dieron con el local de “Bordados Pollo” y vigilaron los continuos movimientos de vehículos y carga que había en su exterior. Así, comenzaron a armar una extensa red de 34 direcciones en diferentes comunas de Santiago.

“El trabajo nos llevó a determinar que no se trataba de personas que se dedicaran a la venta al detalle en la calle o de venta en un solo local, sino que estábamos frente a un grupo de personas que estaban altamente organizadas para completar el ciclo completo de la falsificación”, explica el subcomisario Felipe Muñoz, oficial de la PDI a cargo del caso.

Era tal el volumen del negocio, que la Fiscalía y la PDI decidieron usar parte de las herramientas que se emplean para investigar el tráfico de drogas. Como la falsificación de productos es un delito base para indagar lavado de dinero, consiguieron una orden judicial para pinchar el teléfono que aparecía en la tarjeta de “Bordados Pollo”.

El número pertenecía a Antonio Alania Lino, un ciudadano peruano. Si bien no tenía antecedentes penales, para los oficiales de la PDI los “Alania” y los “Lino” eran viejos conocidos en el mundo de la falsificación de ropa que se vende al por mayor y al detalle, principalmente en barrios como Meiggs y Franklin, en Santiago. Varios miembros de ambas familias tienen numerosas condenas por violación de la ley de propiedad intelectual e industrial.

En las escuchas telefónicas, la policía logró dar con el método de trabajo del grupo. “Cada uno de los miembros tenía una función específica, desde la compra de telas en blanco, su estampado, bordado, hasta el armado y la comercialización al por mayor o a granel de las prendas”, asegura Muñoz. Así, descubrieron que integrantes de la organización se hacían pasar por vendedores ambulantes y se instalaban en veredas estratégicas del barrio Meiggs sólo para llamar la atención y captar como clientes a comerciantes establecidos del sector, los que terminaban comprando al por mayor las prendas falsificadas.

El lucrativo negocio tuvo su fin el 21 de diciembre del año pasado, cuando la PDI allanó 34 domicilios y detuvo a ocho personas, entre ellas, Alania Lino, a quien se le acusó de ser una de los líderes de la organización criminal. Lino quedó en prisión preventiva tras ser formalizada por los delitos de asociación ilícita, comercio ilegal e infracción a la Ley de Propiedad Intelectual e Industrial.

En el operativo se descubrieron 18 talleres clandestinos de corte y confección de ropa falsificada en las comunas de Santiago, Recoleta, Estación Central, Independencia y Cerrillos. En total, se incautaron 110 mil prendas de vestir, el equivalente a 12 contenedores de carga, que usaban marcas como Adidas, Champion, Buffalo, Nike, Jordan y Tommy Hilfiger. Entre ellas también había más de un centenar de copias de camisetas de Colo-Colo.

Junto a lo anterior descubrieron 92 mil etiquetas de marcas bordadas e impresas. Además, se encontraron 166 rollos de tela y 170 máquinas de costura, bordado e impresión. Todo fue avaluado en $4.000 millones y su destino, que puede llegar a terminar en la destrucción de los productos y máquinas, dependerá del resultado de la investigación.

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