Daniel Mansuy: “Creo que Gabriel Boric y su generación tienen un problema con Allende... no saben muy bien qué es lo que pasó en la UP”

Daniel Mansuy, cientista político, académico de la Universidad de Los Andes. Foto: Andres Perez

Académico de la U. de los Andes, Mansuy acaba de publicar un acucioso ensayo sobre Salvador Allende, donde analiza el legado del ex Presidente. El libro ha logrado una exitosa recepción y fue recomendado por el Presidente Boric. En esta entrevista, el autor afirma que comparar los errores y falencias del gobierno de la UP y las violaciones a los derechos humanos en dictadura "revela una falta de reflexión histórico-política de la derecha".


Desde su oficina en la Universidad de los Andes pueden verse los cerros del Parque Cordillera recortándose contra el cielo. Sobre el escritorio de Daniel Mansuy hay retratos de familia, entre ellos el de su abuelo, el exalmirante Ismael Huerta. Exministro de Obras Públicas de la UP, su abuelo apoyó el Golpe y más tarde fue canciller del régimen militar. Una figura que fue determinante en su vida, dice, y que se vincula con el origen remoto de su nuevo ensayo, dedicado a Salvador Allende.

-En este tema particular, el hecho de que la historia reciente de Chile estuviera tan entrelazada con la biografía de la familia está sin duda en el origen de mis preguntas. Por lo demás, mi abuelo era un gran caminante, y tuve la suerte de acompañarlo muchas veces en sus largos paseos viñamarinos, y conversábamos mucho. Me gusta pensar que este libro es un modo de proseguir esas conversaciones -dice.

Salvador Allende. La izquierda chilena y la Unidad Popular es el libro reciente del cientista político doctorado en la Universidad de Rennes, en Francia, académico de la U. de los Andes e investigador asociado del IES. Columnista y ensayista, Mansuy (Valparaíso, 1978) cuenta que las preguntas de sus hijos lo movieron a escribir este libro, que ya suma tres ediciones y que fue recomendado incluso por el Presidente Boric. En esas preguntas, dice que reconoció la persistencia de una discusión no resuelta en torno a la mayor crisis política de nuestra historia.

-Nos falta mirar esta historia, conocer a los personajes, empatizar con ellos, aun con los que en principio menos podríamos empatizar, para tratar de entender sus motivos. En ese sentido, yo quise comprender a Allende. Por supuesto, no es de mi tradición, pero me pareció interesante el esfuerzo de tratar de entender qué había ocurrido, más allá de las críticas que uno legítimamente puede tener.

"Yo quise comprender a Allende. Por supuesto, no es de mi tradición, pero me pareció interesante el esfuerzo de tratar de entender qué había ocurrido", dice Mansuy. Foto: Andres Perez

Profusamente documentado, con claridad analítica y una minuciosa revisión histórica, Mansuy se aproxima al legado de Allende con vocación comprensiva y perspectiva crítica. Describe la complejidad histórica y política de la UP, los hechos que llevaron a la mañana del 11 y la deriva de los partidos de izquierda post Allende, desde la renovación socialista al neoallendismo del Frente Amplio.

A 50 años del Golpe, observa Mansuy, es evidente que la discusión aún genera divisiones: “Es una tragedia que sigue teniendo consecuencias políticas”, dice.

Sin ir más lejos, esta semana la secretaria general de la UDI, María José Hoffmann, indignó a la izquierda al decir que las “barbaridades” de Salvador Allende son “bastante equiparables” a las de la dictadura. A su vez, en el 111 aniversario del Partido Comunista, Lautaro Carmona declaró la vigencia del proyecto de la Unidad Popular, un proyecto “inconcluso, pero no derrotado”, dijo

Derrotado, inconcluso o fracasado: ¿Qué piensa Ud.?

Derrotado y fracasado. La derrota es un hecho de la causa, una derrota militar que ya nadie discute. Fracasado, en parte, porque el gobierno de la UP tiene ciertas dificultades estructurales muy grandes que no logró procesar; no logró tener una intelectualidad crítica capaz de entenderlas para dar alternativas de acción, y en ese sentido, me interesó mucho en el libro estudiar la autocrítica que hace la renovación socialista. Es una discusión que llevan adelante Tomás Moulian y Manuel Antonio Garretón a fines de los 70 y principios de los 80, y la primera piedra de la renovación socialista fue admitir que además de derrota hubo fracaso. Por tanto, lo que dijo Lautaro Carmona omite ese proceso de renovación socialista. No es raro en el Partido Comunista, que nunca hizo ese trabajo; por el contrario, el PC, que tuvo una posición más bien moderada durante la UP, se radicalizó durante la dictadura.

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¿Las “barbaridades” de Allende son equiparables a las de la dictadura, como dijo la secretaria general de la UDI?

No, es que esas equivalencias no tienen asidero alguno... Yo no estoy de acuerdo con esa frase y creo que revela una falta de reflexión histórico-política de la derecha. Las violaciones a los derechos humanos están largamente documentadas. O sea, yo creo que se puede ser muy crítico con el gobierno de Allende sin que eso te conduzca, bajo ninguna circunstancia, a justificar o a relativizar las cosas que pasaron después.

¿A la derecha aún le cuesta reconocer las violaciones a los derechos humanos?

O sea, la derecha tiene todavía un problema con la manera en que se cuenta su propia historia, con la manera en que entiende su propio papel durante la dictadura, con la manera en que entiende las violaciones a los derechos humanos. Por decirlo así, Pinochet sigue siendo un problema para la derecha, porque cada vez que sale el tema, resulta que no tiene una manera nítida, clara y convincente de narrar su propia historia.

¿Pinochet era inevitable? Javier Macaya, presidente de la UDI, dijo que sin Allende no hay Pinochet.

Yo entiendo lo que Javier Macaya quiere decir, pero esto es más complejo. Eduardo Frei Montalva tenía el diagnóstico de que el Golpe de Estado no iba a producir un régimen autoritario de 17 años, y lo apoya en esas condiciones. Y por eso se pasa a la oposición a los pocos años, cuando se da cuenta de que esto no iba a ser así. Nosotros hoy vemos todo a la luz de lo que ocurrió después, pero los actores no conocen el futuro y, por tanto, toman decisiones bajo la incertidumbre. Y gente tan inteligente como Frei Montalva se equivoca... De hecho, Pinochet es un personaje secundario del Golpe, se sube el 11 a las siete y media de la mañana. Pero yo no creo que Pinochet haya sido inevitable, porque no creo que nada sea inevitable en la historia.

Golpe de Estado. Martes 11 de septiembre de 1973

¿Y comparte la impresión de que fue un estadista, como dijo Luis Silva, consejero del Partido Republicano?

Si el concepto de estadista integra una dimensión moral, parece muy difícil. Es evidente que Pinochet produjo transformaciones profundas, pero el concepto no remite exclusivamente a eso. En ese sentido, yo me guardaría de aplicarle ese apelativo; creo que hay que ser más cuidadoso, y hacer más distinciones. En todo caso, es una discusión muy poco fructífera cuando se da en sede política, la verdad.

Silencio frívolo

¿Cuánto del fracaso del proyecto de la UP es endosable a Allende?

Esto es muy delicado, porque la figura de Allende se convierte en mito por su actitud el 11 de septiembre y, por tanto, se convierte en una figura casi sagrada, porque representa un valor moral e incluso de alcance espiritual para la izquierda. La figura de Allende juega un papel tutelar, es como el padre, digamos. Pero eso vuelve el análisis político de la UP muy difícil, porque el principal responsable del proceso de la Unidad Popular es el Presidente, sin ninguna duda. Por tanto, si el proceso tuvo problemas, una parte significativa de responsabilidad, no toda por supuesto, pero una cuota significativa le corresponde al Presidente Allende. Y si uno dice que hubo fracaso y no solo derrota, es inevitable preguntarse por el Allende gobernante. Y la pregunta que yo simplemente formulo es cómo hacer convivir al mismo tiempo la crítica necesaria al Allende gobernante conservando y respetando al Allende del martes 11. ¿Se pueden sostener esas dos cosas a la vez?

¿El Allende del 11 ha terminado por ensombrecer al de los mil días?

Totalmente. Y ese es un problema de la izquierda. Porque cuando Gabriel Boric cita a Salvador Allende el día que gana la elección, parafraseando el discurso del 4 de septiembre del 70, y el 11 de marzo cuando asume, “ahora se abrirán las grandes alamedas”, ¿en qué Allende está pensando? ¿El Allende del martes 11 o el Allende gobernante? Yo creo que Gabriel Boric y su generación tienen un problema con Allende en el sentido de que no saben muy bien qué es lo que pasó en la UP, no han hecho un estudio riguroso. No es casual que esta generación tenga tan poca reflexión respecto de la renovación socialista, o sea, es una generación muy crítica de la Concertación, pero la Concertación no es un invento, surge como consecuencia natural de la reflexión de la renovación socialista.

Salvador Allende y Carlos Altamirano en 1973.

¿Qué lo lleva a esas conclusiones?

Siempre me ha llamado la atención que el discurso y la retórica de la generación del Frente Amplio tanto sobre la Concertación como sobre la Unidad Popular pasan por alto el profundo trabajo de renovación socialista: la mirada crítica sobre el gobierno de la UP, y las lecciones que se sacaron de ese fracaso. El Frente Amplio, en el fondo, aspira a reemplazar a la Concertación, pero para que ese esfuerzo sea consistente es imprescindible formular una crítica elaborada a las conclusiones de la renovación, discutir con esos textos de Moulian y Garretón. Y ese trabajo no ha sido realizado, y esa carencia está en el origen de las dificultades que enfrentan a la hora de gobernar; y por eso también tienen una visión mitologizada de Salvador Allende. Y sin entender que la izquierda hizo un trabajo súper doloroso, porque la renovación la hacen dirigentes que fueron protagonistas durante la UP, cuyos amigos murieron, o sea, esto no era un chiste. Me parece que hay algo de frivolidad en el silencio del Frente Amplio respecto de la renovación socialista.

El Presidente recomendó su libro, ¿por qué cree que lo hizo?

Aunque naturalmente él tiene la respuesta, el Presidente es un hombre interesado por la historia, y en particular por la historia de la izquierda. Supongo que le pareció interesante el análisis de la trayectoria de su sector, realizado por alguien que viene de otro mundo.

La soledad de Allende

Allende asume como candidato de la UP sin convencer a los sectores más radicales de su propio partido. ¿Cómo le afecta esto?

Tiene dos tipos de problemas, uno es ese. Una de las cosas llamativas cuando uno lee las miles de páginas que esta izquierda escribía es que Allende juega un papel lateral. Allende no logra liderar su coalición y conducirla, porque no es respetado como autoridad ni como líder; la admiración de la izquierda por Allende es póstuma. El segundo problema es que, con el hecho inicial de la división interna, tiene que buscar apoyos institucionales para su proyecto de profundas transformaciones, sin tener mayoría parlamentaria, sin tener mayoría social ni electoral. Y en eso va a terminar chocando con la realidad y con su ultra que no quería ceder, entonces queda encajonado. Tenía dos instancias a las que podía recurrir, la DC y las Fuerzas Armadas, y pierde el apoyo de ambas. Al final se queda completamente solo, porque sus partidos lo dejan solo.

¿No supo o no quiso controlar al ala radical?

Es que para manejar al ala radical tendría que haber roto con ella, o con parte de ella, y Allende nunca estuvo dispuesto, porque tenía el ejemplo de González Videla muy fresco en su memoria.

Él no era un Che Guevara.

No era un Che Guevara, pero coqueteaba con ese mundo, y tenía admiración por Fidel Castro, y le gustaba jugar en la ambigüedad. A mi juicio, lo que lo lleva a morir en La Moneda el 11 de septiembre es su decisión de no romper con la ultraizquierda, porque no quería ser visto como un traidor. Y por eso es que en su discurso del 11 no menciona a los partidos. Menciona al hombre, a la mujer, al campesino, a todo el mundo, pero al partido no lo nombra, porque está sentido, porque en el fondo dice yo voy a pagar por las culpas de ustedes, pero no me la hicieron fácil.

Fidel Castro posa junto a Salvador Allende durante una recepción en honor al mandatario chileno en el Palacio de la Revolución de la Habana, en diciembre de 1972. REUTERS/Prensa Latina

Sus aliados no lo ayudaron, partiendo por su propio partido...

Su coalición le hizo la vida imposible. No hay ninguna decisión de la UP, en esas miles de páginas de las que hablamos, que no haya sido motivo de discusiones muy ácidas por la prensa. Eso va tensionando y friccionando la coalición. Y como él estaba sometido a la UP, lo hace todo muy difícil. Fíjate quién está mirando esto atentamente: Patricio Aylwin. Y cuando Aylwin es Presidente, muchos años después, va a decir aquí mando yo. A los partidos los escuchamos, pero la decisión presidencial no se discute. ¿Por qué? Porque él vio la crisis en primera fila.

El PS culpó a la DC de no llegar a acuerdo en los diálogos de julio del 73, pero Aylwin responsabilizó al PS. ¿Quién fue el responsable?

Es estructural, en el sentido de que la DC estaba muy derechizada y era muy opositora. Aylwin no tenía espacio político para llegar a un acuerdo con Allende si este no tomaba compromisos férreos de controlar los grupos armados e integrar las Fuerzas Armadas institucionalmente. Aylwin va a dialogar dos veces con la oposición de Eduardo Frei Montalva. Pero los compromisos que le pide Aylwin a Allende hubieran significado la ruptura de la UP. Entonces, Allende no puede llegar a un acuerdo con Aylwin.

Si uno mira la figura de Aylwin, este asume la presidencia de la DC declarando que no le dejarán pasar ninguna al gobierno.

Claro, pero cuando Allende le pide dialogar, Aylwin paga un costo y se enfrenta a Frei Montalva, que era el líder espiritual de la DC. Yo creo que Aylwin es plenamente consciente de que se tiene que jugar la última carta. Aylwin es férreo opositor a Allende, pero hace todo lo posible por llegar a un acuerdo.

A través del general Prats, al menos, y con el antecedente del Tanquetazo, claramente Allende tenía antecedentes del riesgo de un golpe. ¿Allende podría haberlo evitado?

Si es que rompía la unidad de la UP. Esta es la gran crítica de Carlos Altamirano. En su libro de conversaciones, Altamirano es muy elegante, pero entre líneas es durísimo. Una vez que Allende entendió que el golpe era inevitable, decide morir en La Moneda. Y Altamirano le dice: Salvador, con eso tú resuelves tu problema personal, pero aquí nos quedamos muchos. En el Tanquetazo el GAP lo retiene en Tomás Moro y él se indigna: huevones, ustedes no me vuelven a dejar aquí. Lo más importante para Allende era llegar a La Moneda. Altamirano le dice, Salvador, con tu salida final, trágica, no resuelves el problema político de la izquierda. Allende deja un ejemplo moral y un mito para la izquierda, pero al mismo tiempo la deja en duda. Y de hecho, el discurso de Allende no fue bien recibido ese día, porque no llama a combatir. Con el tiempo ese discurso se transforma en otra cosa, pero ese día Altamirano cuenta que estaba con militantes y le dicen nos han dicho por tantos años que hay que combatir, y hoy día el Presidente nos dice regresen a sus casas. Es un discurso desalentador para ellos. Y por eso, en parte, Fidel Castro va a ser tan insistente en el mito del asesinato, porque un revolucionario no se suicida, muere combatiendo.

11 de marzo de 2022, Gabriel Boric con la banda presidencial frente al monumento al Presidente Allende. (Photo by MARTIN BERNETTI / AFP)

¿Ve algún paralelismo entre la relación de Allende y la izquierda con la de Boric y sus coaliciones?

Sabiendo que el contexto es muy distinto y que no hay grupos armados, y que no hay Guerra Fría, a Boric le cuesta mucho lidiar con su mundo. ¿Te acuerdas cuando el diputado Diego Ibáñez estuvo en una manifestación afuera del Congreso contra una ley que su ministra del Interior estaba pidiendo votar adentro? Vlado Mirosevic, dijo, no dejemos solo al Presidente, yo ahí vi una resonancia. Usted no puede estar afuera y adentro del gobierno a la vez, porque eso genera mucho desorden. Y en eso, Boric tiene problemas parecidos para liderar su coalición. Y hay muchos otros paralelos: la voluntad de hacer transformaciones profundas sin mayorías sólidas. Lo que le faltó a Salvador Allende fue un plebiscito que le permitiera reformar la Constitución para habilitar el proceso transformador. Allende no encontró nunca el momento. Gabriel Boric gana 50 años después y se enfrenta a la posibilidad de una Convención Constituyente gobernada por la izquierda. Era el sueño que la izquierda no tuvo en la UP. Y resulta que seis meses después de llegar al gobierno, la izquierda de Gabriel Boric saca menos votos de lo que saca Allende en su peor momento, con desabastecimiento total, polarización, violencia en las calles. Allende saca un 44% y esta izquierda no llega al 40%. Es fuerte ese dato. Usted quería ser como Allende, pero usted no está a la altura.

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