La hora de torcerles la mano a la historia y al destino

Las formaciones probables de Ecuador y Chile.

Chile visita Quito, un lugar tradicionalmente hostil, donde no roba un punto de 1997, con la obligación de sumar para mantener la ilusión de alcanzar un cupo en Qatar 2022.


La derrota frente a Brasil fue un golpe duro para la Selección. No definitivamente demoledor, porque las matemáticas aún permiten ilusionarse con la posibilidad de alcanzar un cupo en el Mundial, pero sí estremecedor, en el sentido de que debe provocar una reacción en la Roja. Un remezón que debe comenzar a dar resultado desde hoy, en Quito, un lugar tradicionalmente hostil para el equipo nacional, y frente a una escuadra complicada, como la de Gustavo Alfaro, que desde hace tiempo viene acostumbrándose a las alturas. Y no precisamente a los 2.850 metros sobre el nivel del mar en los que emplaza la capital de Ecuador, sino más bien a la condición de animador que ha adquirido en el balompié continental. Hoy, de hecho, marcha en el tercer puesto de la tabla, con 12 unidades, detrás de Argentina y el Scratch.

Lasarte se apega a las cifras y a las proyecciones (ver nota en la página 61) para alimentar la esperanza. “Mientras que la matemática no diga otra cosa, nosotros seguimos vivos o algo por el estilo. Yo no soy bueno para las cuentas, porque en esto hay una particularidad: no importa lo que tú haces o no haces, ya que dependes de los demás. En líneas generales sabemos que Brasil va a clasificar porque ya está despegado, Argentina también tiene una buena cantidad de puntos, pero hay un grupo de equipos que está ahí en la pelea”, manifiesta Machete.

El problema radica en que la evidencia aporta que cada visita a suelo ecuatoriano termina transformándose en un suplicio para la Roja. Chile necesita un triunfo y hay que hurgar profundamente en la historia para encontrar uno. Por las Eliminatorias, ambos combinados han jugado 11 veces en Ecuador. Los primeros cuatro se disputaron en Guayaquil. En ellos se registró el único triunfo de la Roja, además de tres empates. La victoria se produjo el 27 de febrero de 1977, 1-0, con gol de Miguel Ángel Gamboa. Los siguientes siete se jugaron en Quito. Y ahí la historia es dura: los dos primeros terminaron con el marcador igualado (1-1, en 1985 y 1997) y los siguientes cinco, finalizaron en dolorosas caídas: 1-0, en 2000; 2-0, en 2004; 1-0, en 2008; 3-1, en 2012 y 3-0, en 2016. Para mayor abundamiento, el único tanto que computó la Roja en esa racha negra fue un autogol de Juan Carlos Paredes, en las Eliminatorias previas al Mundial de Brasil. El último jugador chileno que celebró ahí fue Marcelo Salas en la ruta hacia el Mundial de Francia.

Lasarte toma apuntes, aunque ni siquiera se atreve a determinar qué cosecha le resultaría satisfactoria en uno de los escenarios más complicados de Sudamérica. “El fútbol tiene cierta condición de anticipar. Si no estoy mal, Chile no ha rescatado un punto desde ahí, desde ese lugar sería bueno el empate. Dadas las circunstancias de ahora, un empate parece poco. No sé que trámite de partido se va a dar. Lo más importante es que el equipo repita instancias de partidos anteriores de control en líneas generales y materializar las oportunidades”, se limita a proponerse.

Sin embargo, no solo las estadísticas surgen como un enemigo potente antes de un duelo que aparece como crucial. La Roja tiene la obligación de corregir los errores de funcionamiento que ha mostrado a lo largo de este proceso. Sobre todo en materia ofensiva, donde sigue sin mostrar el poderío que tuvo antaño. Ni siquiera la llegada de Lasarte en reemplazo de Reinaldo Rueda, a quien se le criticaba por un estilo de juego poco agresivo, se ha traducido en una mayor contundencia. Al revés, la gestión del ex técnico de Universidad Católica y Universidad de Chile arroja el peor promedio de gol histórico para un técnico de la Roja: apenas 0,78 tantos por encuentro.

El estratega uruguayo, eso sí, se hace cargo del problema. “Me preocupa y me ocupa. Buscamos diferentes alternativas, con distintas estrategias. Hemos alternado con Alexis, Jiménez, Vargas, Morales, Valencia, Mora, Ben (Brereton) y algún nombre que se me está escapando. Estamos buscando futbolistas y herramientas para dotar al equipo”, declaró en la conferencia de prensa previa al viaje.

El ataque no es lo único a lo que ha debido prestar atención Machete en las últimas horas. La suspensión de Guillermo Maripán y de Erick Pulgar, ambos amonestados en el choque frente a la Verdeamarilla, deja al técnico uruguayo sin dos piezas clave. Ante ese panorama, y fundamentalmente frente a la necesidad de generar garantías defensivas que aumenten las probabilidades de rescatar alguna unidad, Lasarte probó nuevos nombres y una disposición que, teóricamente, aparece como más conservadora: un 4-1-4-1.

En esa lista, surgen nuevos nombres, primero por la obligación de reemplazar a los castigados: Enzo Roco y Sebastián Vegas se suman a la línea defensiva, que considerará también a Paulo Díaz y Gary Medel. En el mediocampo, Tomás Alarcón relevará a Pulgar, ejerciendo como pivote entre la defensa y los volantes más adelantados: Isla, Aránguiz, Vidal y Mena. Eduardo Vargas cargará con la responsabilidad de reencontrar el gol para la Roja e Iván Morales, titular ante la escuadra de Tite, se quedará en la banca de suplentes.

Chile despliega todas sus cartas y apuesta sus últimas fichas. La Roja sabe que no puede fallar. Que está vez, tendrá que torcerle la mano al rival, a la historia y el destino.

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