Del silencio al tuiteo automático: la metamorfosis de los futbolistas, "los nuevos gladiadores"

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Carmona

La actitud del fútbol en la crisis sociales ha evolucionado notoriamente. En los estallidos de 1949 y 1957, la actividad continuó como si nada hubiese sucedido en el país, pese a que hubo mucha violencia y muertes. Hoy, el torneo está detenido y, lo más notorio, los jugadores han aprovechado las redes sociales para sumarse al debate. Son la nueva elite opinante.


Nunca hubo cifras oficiales, pero se estima que en la Revolución de la Chaucha, el 16 y 17 de agosto de 1949, murieron entre cuatro y 30 personas, además de centenares de heridos. Fue la lucha del pueblo de Santiago por frenar el alza de una chaucha (20 centavos) que se había decretado para el transporte colectivo. El Campeonato Nacional de Fútbol, que aquel año (posiblemente como se dará ahora) se sellaría con la primera corona de Universidad Católica, no se detuvo; apenas tres días después de concluida la revuelta con su trágico balance, se desarrolló la undécima fecha. No hubo  postergaciones, como sucede hoy, cuando la competencia aparece sumida en una pausa tan necesaria como incierta.

En 1957, en la otra gran conmoción social en la segunda mitad del siglo XX, las fechas ni siquiera dieron para pensar en alterar el normal curso de la liga, pues la Batalla de Santiago se produjo el 1 y 2 de abril, mientras que el Campeonato Nacional (el último que ganaría Audax Italiano) comenzaría un mes después, en una programación habitual en aquellos años.

En ambos casos, no hubo -o no se buscaron- reacciones públicas de parte de los deportistas y particularmente de los futbolistas. No hay registro en los medios de opiniones de jugadores, destacados o no, y a la inversa, en la editorial de revista Estadio posterior a la revuelta de 1957, se hace un llamado a que el deporte y el fútbol no se pronuncien sobre la situación. "En esta actividad no caben las pasiones", decía el texto firmado por Alejandro Jaramillo.

Aquellas posiciones contrastan con la situación actual, en que son muchas la voces que surgen desde el fútbol para opinar sobre la explosión social que se vive en el país durante estos días. Y no solo voces, sino que muchos de ellos participando activamente en las movilizaciones masivas, como Ignacio Saavedra, Carlos Carmona, Iván Morales o el entrenador Mario Salas.

Al respecto, es obvio el impacto que implica la existencia de las redes sociales, que facilita la difusión de las posiciones de uno y otro. "Vendieron a los privados nuestra agua, luz, gas, educación, salud, jubilación, medicamentos, nuestros caminos, bosques, el salar de Atacama, los glaciares, el transporte. Algo más? No será mucho? No queremos un Chile de algunos pocos. Queremos un Chile de todos. Basta", fue uno de los primeros tuiteos en la presente crisis. Su autor, Claudio Bravo, quien luego continuaría con una serie de mensajes en el mismo tono. Casi de modo simultáneo, también se pusieron frente a los teclados de sus teléfonos o laptops Mauricio Pinilla, Gary Medel, Marcelo Díaz, entre otros futbolistas, todos con matices diversos para atribuir culpas o proponer actitudes frente a la crisis

El testimonio de Carlos Caszely, el futbolista de mayor connotación social en la historia de Chile, es claro y pone la frontera en la década del 60. "Nunca supe de jugadores que tuvieran una posición clara hasta Hugo Lepe y Mario Moreno, quienes fundarían el Sifup, a los que escuché en el camarín de Colo Colo cuando yo era un juvenil. A mí me tocó lo más duro, pero nunca olvidé lo que me dijeron Mario y Hugo... 'usted primero es persona y después futbolista'. Y por eso siempre tuve mi opinión", dice el ex ariete de Colo Colo y del Espanyol de Barcelona.

"Ahora, con la internet y los teléfonos inteligentes, las opiniones se amplifican y llegan mucho más lejos y todo se conoce. En la Dictadura, a nosotros nos mostraban en la Selección cuando íbamos al cine, pero jamás nos acompañaron cuando fuimos al teatro a ver Carrascal 4.000 o Lindo País Esquina con Vista al Mar. Antes dependías de que los medios de comunicación se acercaran a ti y te pidieran tu opinión; hoy ya no es imprescindible", dice el Chino, aludiendo a dos obras de innegable connotación política en aquellos años.

De cualquier modo, hay voces académicas que apuntan más allá de la existencia de las redes sociales como punto crucial para explicar la irrupción de los deportistas en la opinión política.

"La base de todo es que el concepto de cuál es la elite intelectual perdió potencia a lo largo del tiempo, porque la verdad se volvió relativa. En la década del 60, con Kenneth Gergen, o Peter Bergen y Thomas Luckmann,  se establece que la realidad se construye en la interacción social; lo que es verdad para mí puede no serlo para ti", sostiene Gonzalo Martínez-Zelaya, doctor en Psicología Social de la Universidad del País Vasco y académico de la Universidad Viña del Mar.

Nuevos gladiadores

"La elite social ilustrada, como la de la Revolución Francesa, ya no existe. Hoy se ha vuelto mucho más patente ese fenómeno. ¿Y quién asume esa posición? Los nuevos gladiadores, del mundo actual: los deportistas. Por eso es la elite, incluso dentro del fútbol chileno, es la que aparece con el derecho a opinar, independientemente de que no nos interese en términos personales, como es mi caso. Son las nuevas elites y por eso hasta el hijo de Arturo Vidal es una voz que se escucha. Esa percepción, la de la atención y la escucha, es innegable y les convierte en una fuente de opinión", explica.

De cualquier modo, matiza que "es un innegable que el canal que implican las redes sociales amplifica el impacto de las opiniones de esta nueva elite, que se sostiene precisamente a través de ellas".

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