El hombre que unificó a un país después de un golpe de Estado: el legado de Rueda en Honduras

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El actual técnico de la Roja consiguió la clasificación al Mundial de Sudáfrica, un hito en la historia del país centroamericano, que se produjo en medio de la convulsión social por el derrocamiento de Manuel Zelaya.


Cuando arribó a San Pedro Sula, la ciudad en la que Chile enfrentará a Honduras, Reinaldo Rueda recibió un trato estelar. El técnico colombiano monopolizó la atención de los medios de comunicación que esperaban a la Selección y se dio el tiempo para atenderlos. Después, en un contexto más reposado, lo entrevistó Salvador Nasralla. No se trata de un periodista cualquiera: en 2017, el comunicador llegó a ser candidato presidencial, aunque cayó en el balotaje ante Juan Orlando Hernández. El imperecedero legado que dejó Reinaldo Rueda en Honduras queda graficado en un logro que aún es celebrado en el país centroamericano: la clasificación al Mundial de Sudáfrica de 2010. Un hito que justifica la admiración y el respeto que le profesan.

Como si se hubiese tratado de una señal en el torneo Honduras integró el grupo H y tuvo como rivales a Suiza, España y Chile. La Roja es la Selección que le permite al técnico colombiano regresar al país en el que construyó vínculos indisolubles y al que se mantiene sentimentalmente ligado a casi una década de distancia.

El nexo llega a tal punto que, en su retorno al país, Rueda dejó traslucir un deseo: finalizar su carrera en el Vida, un modesto club que representa a La Ceiba, localidad caracterizada por sus hermosas playas. "Su confesión generó impacto, porque está lejos de ser un club importante acá, pero demuestra que Rueda nunca se ha desligado de Honduras. Es hondureño, porque se nacionalizó, pero también por mucho más que por eso", explica el periodista Kevin Oseguera.

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Rueda es entrevistado por Salvador Nasralla.[/caption]

El 'mucho más que eso' abarca, por ejemplo, su permanente comunicación con los jugadores que dirigió en el proceso que culminó con la clasificación a la única cita mudialista que se ha realizado en el continente negro. Y por cierto, aporta otro antecedente que deja en evidencia el inquebrantable lazo con el país: Rueda aún intercambia mensajes con los principales referentes de ese proceso. "Sabemos que habla por WhatsApp con Emilio Izaguirre y Maynor Figueroa, particularmente los 14 de octubre, que es el día en que se celebra el aniversario de la clasificación al Mundial de Sudáfrica. El plantel suele conmemorar ese acontecimiento. Y Rueda se suma, de alguna forma, a esa celebración", explica Oseguera.

El equipo pacificador

El 14 de octubre de 2009, cuando el combinado que dirigía venció por 0-1 a El Salvador en el estadio Cuscatlán y clasificó al Mundial del año siguiente gracias, también, al empate 2-2 entre Estados Unidos y Costa Rica, Honduras firmaba un hito deportivo cuya importancia trascendía al fútbol. Esa selección catracha, literalmente, se había transformado en un agente pacificador en un país aún convulsionado por las consecuencias del golpe de estado que poco antes, el 28 de junio, había puesto fin al mandato de Manuel Zelaya, líder estrechamente ligado a Hugo Chávez. El gobierno de transición duró  seis meses.

Por esa razón, apenas terminó el encuentro, el emocionado Rueda dejó fluir su felicidad. "Todo es por la paz de Honduras. Este logro es por la felicidad de la gente, ya que es el premio a toda la calidez", declaró. Para él, la jornada no había sido tranquila, pues fue expulsado en los 34'. Terminó implorando por el exitoso término de la campaña en el vestuario. "Entré el camarín, me arrodillé y le pedí a la virgen que me hiciera el milagro en Estados Unidos. Después, no lo creía", confesó más tarde.

El pueblo hondureño se olvidaba durante 90 minutos de las divisiones. "El contexto era duro, pero quedaba atrás mientras duraba el partido. Por ese rato, todos éramos hinchas de la selección y no importaba nada más. Esa mística se ha mantenido en los años siguientes", explica Oseguera.

El fortín

Los futbolistas también aprovecharon el impulso. "Rueda es un prócer, un héroe. Nos devolvió a la Copa del Mundo, pero, más que eso, nos hizo cambiar la mentalidad, nos hizo creer que se podía, que teníamos con qué llegar a un Mundial. Si tengo que definirlo, creo que esa es la gran herencia que nos dejó. Los jugadores se valorizaron, dieron saltos a competencias importantes en Europa, un medio al que tradicionalmente no llegaban. Un ejemplo es Maynor Figueroa. El futbolista se hizo más profesional y más serio con su aporte", insiste Oseguera.

Otra de las herencias que se le atribuyen a Rueda es la elección del estadio Olímpico Metropolitano de San Pedro Sula, la sede del amistoso de mañana entre Honduras y Chile, como el reducto en que los catrachos ejercen la localía. "Rueda dejó un sello aguerrido, un cambio de estilo. Hubo un cambio de infraestructura. Jugamos en el estadio Olímpico, que reemplazó al Nacional y pasó a ser la casa de la selección. Transformó el Olímpico en un fortín. El Olímpico es un poco más grande y eso hacía que el público ejerciera un mayor aliento hacia los jugadores propios y una mayor presión para el rival. Ese cambio fue clave", valora Oseguera.

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