El contraataque del correísmo

Viviana Veloz, ex asambleísta ecuatoriana, habla a los medios en los cuarteles generales de la bancada UNES. Foto: Reuters.

A pesar de que la “muerte cruzada” decretada por el Presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, implicó la destitución de sus asambleístas, la centroizquierda mira los comicios adelantados como una oportunidad para volver al Palacio de Carondelet. En tanto, el aún mandatario anunció que no se presentará a la reelección.


El conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo ecuatoriano terminó por explotar esta semana: mientras la Asamblea Nacional apuntaba con un posible impeachment al Presidente Guillermo Lasso, este último terminó haciendo explotar una granada, la “muerte cruzada”, poniendo tanto su puesto como el de los congresistas a disposición de lo que se decida en los comicios adelantados del 20 de agosto.

Estos dos años de gobierno no fueron fáciles para Lasso, primer presidente ecuatoriano “de derecha” luego de los gobiernos de Rafael Correa y Lenín Moreno. Los seguidores de Correa, reunidos alrededor del movimiento Revolución Ciudadana y la bancada de UNES (Unión por la Esperanza), ejercieron un rol de oposición activa contra Lasso, y ahora que se elija un presidente en pocos meses, todo indica que es el sector político mejor parado para la campaña que viene.

Sin embargo, su líder no tiene forma de aparecer en la papeleta: desde Bélgica, Rafael Correa opina y organiza , pero a causa de dos sentencias judiciales, si intentara ingresar a Ecuador, tendría que ser apresado. “Yo no puedo ser candidato, pero mi movimiento ganará estas elecciones”, declaró a RFI.

El expresidente Rafael Correa en un mitin en 2017. Foto: Reuters.

Oposición dura

De los 137 asambleístas que componían la Asamblea Nacional hasta antes de este miércoles, 47 pertenecían al movimiento Revolución Ciudadana. Sumando a los 24 de Pachakutik y los 15 de Izquierda Democrática, el Legislativo estaba dominado por la oposición al gobierno de Lasso.

Como líderes de esa oposición, el movimiento Revolución Ciudadana es percibido como el principal impulsor del juicio político contra Lasso, que desde hace meses se venía gestando y que alcanzó a tener una primera sesión este martes. Sin embargo, no era la primera vez que un sector amplio de la Asamblea se proponía sacarlo del poder.

En entrevista con La Tercera esta semana, el abogado de Lasso, Pablo Encalada, comentó: “La Asamblea se ha dedicado a entorpecer el trabajo del Ejecutivo, nos ha tenido en estos tres meses metidos en este problema, en este juicio político, por una acusación absolutamente absurda, inexistente, que es un supuesto peculado en una empresa pública”. A su parecer, más allá de lo lamentable que resulta tener que aplicar la “muerte cruzada”, se trató de “una salida democrática a una crisis política que definitivamente teníamos”.

Santiago Cahuasquí, abogado y analista de la Flacso, se refirió a la situación del correísmo estos últimos dos años: “Un elemento político que le da cierta fortaleza al movimiento Revolución Ciudadana es que ha estado haciendo de principal contradictor del Presidente Lasso. Eso le da beneficio, porque Lasso es un presidente impopular, con 15% de credibilidad, con una aceptación a su gestión de más o menos 15%, es decir, un presidente que tiene altos índices de rechazo”.

De todos modos, en los últimos años el correísmo habría estado de capa caída. Gobernante durante los años de Correa (2007-2017), el movimiento empezó a experimentar un desgaste, que se consolidó en 2021, con la victoria de Lasso en las presidenciales. “Desde 2014 ha experimentado un declive en su votación nacional, pero que se recompone por las elecciones seccionadles de 2023. Ahí se marca un período que podría ser de recuperación”, asegura Cahuasquí.

Precisamente en febrero de este año se desarrollaron en Ecuador las “elecciones seccionales”, donde se escogieron no solo alcaldes, sino también prefectos. Ya como oposición, Revolución Ciudadana se impuso en Quito y Guayaquil, retomando de paso el control de otras alcaldías y provincias. Para la mayoría de los observadores, el correísmo fue el gran ganador de esos comicios.

Sobre todo en Guayaquil, luego de 31 años de gobierno del centroderechista Partido Social Cristiano, la victoria del candidato Aquiles Álvarez Henriques, de Revolución Ciudadana, fue vista como un hito y conquista importante para la centroizquierda.

Esas elecciones no se limitaron a elegir autoridades: Guillermo Lasso aprovechó de convocar esa vez a un referéndum con ocho preguntas, llamando a “un debate amplio y serio, sin dogmas ni ideologías, acerca de cómo enfrentar la amenaza que hoy representa el narcotráfico y sus vínculos con sectores de la política”. Las reformas políticas, medioambientales y de seguridad que propuso el presidente fueron ampliamente rechazadas por el electorado.

El presidente Guillermo Lasso durante una cadena nacional. Foto: Reuters.

“El correísmo tuvo una participación destacada en lo que fueron las elecciones seccionales. De hecho, de las 23 prefecturas, que son instancias unipersonales provinciales, el correismo obtuvo nueve. Es una fuerza política que recuperó su vigor, que estaba siendo eclipsado”, apunta Cahuasquí. La consulta popular también fue percibida como una victoria del correísmo. “En todas las preguntas que propuso el presidente, obtuvo un No, y el correísmo es uno de los que se adjudicó el triunfo de la negativa”, indica el analista.

El Consejo Nacional Electoral ya fijó para el 20 de agosto las elecciones adelantadas, que serán tanto presidenciales como de Asamblea. “Una de las figuras nuevas que tiene el movimiento es Andrés Arauz, que fue candidato en 2021, y que no pudo ganar en la segunda vuelta contra Lasso. Todos pensaban que sería una elección fácil para Revolución Ciudadana, al tener al villano perfecto, un banquero, de ultraderecha, sin mucho carisma en la población, pero terminó ganando”, indicó Cahuasquí. “Por esas consideraciones, incluso el propio Rafael Correa mencionó que Arauz, si bien habría sido un gran presidente, no fue un gran candidato, entonces ya Correa tiene al parecer una valoración negativa de él”, asegura el analista. De hecho, durante la semana, Arauz descartó volver a candidatearse: “No es una prioridad personal para mí ser candidato, pero yo soy un soldado de este proyecto político y creo fervientemente en el postulado de la Revolución Ciudadana”, dijo el economista de 38 años.

Según Cahuasquí, hay otras figuras que estarían elevándose en el movimiento: Carlos Rabascall, por ejemplo, quien fue el binomio de Arauz en 2021. “Se habla también de la prefecta de Guayas, la presidenta del movimiento Revolución Ciudadana, que es Marcela Aguiñaga. También se habla de Paola Pabón, que está empezando su segundo período como prefecta de Pichincha”

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