Mercedes-Benz Clase C: la madurez de un experto en calidad

La quinta generación del clásico sedán es más grande, más eficiente y da un salto en lo que respecta al confort de viaje.


Uno de los modelos más importantes en la historia de Mercedes-Benz es el Clase C. El sedán desde inicios de la década del ‘90 tomó la herencia del Mercedes 190, el recordado “Baby Benz”, aquel vehículo que rompió el esquema de los tres cuerpos con un formato más compacto y más accesible para los usuarios, siempre considerando que se trataba de un auto de alta gama para la época.

Hoy el Clase C vive su quinta generación. Reemplaza al facelift que apareció en el mercado en 2018 y ofrece una serie de novedades, al punto que la marca habla de reinventar la zona de confort.

Y eso es precisamente lo que intenta hacer Mercedes-Benz con su tradicional sedán. Apostar con una serie de cambios para encantar a un mayor número de usuarios, ofreciéndoles la versatilidad de un automóvil amplio y elegante, pero que en este caso suma alta tecnología y un andar más confortable. Sin duda, una serie de atributos necesarios para poder ir a pelear contra la obsesión que se vive en estos días por los SUV.

Pero vamos a conocer los cambios. Los ajustes y modificaciones del nuevo Clase C comienzan por el diseño, donde vemos líneas más fluidas que en la generación saliente, aunque se mantienen trazos firmes, como las nervaduras del capot.

La parrilla frontal también recibe una actualización y ahora con full tecnología LED, además de cromados que le imponen un sello de la tradicional elegancia de Mercedes-Benz, todo siempre dominado por la gran estrella solitaria en el centro que va acompañada por una barra que cruza la grilla frontal.

Por el costado se aprecian mayores cambios, puesto que ahora es un sedán de dimensiones más grandes, midiendo en esta quinta generación 4.751 mm de largo, 1.820 mm de ancho y 1.438 mm de alto.

En este ajuste de tamaño, un punto clave es la mayor distancia entre que se consigue (2.865 mm) gracias a un ligero adelantamiento del eje delantero -se ve el voladizo más corto-, lo que redunda en un mayor espacio para los ocupantes en el interior, pero también en una mejor puesta al piso, generando así más estabilidad.

Otra variación que parece estética, pero que deriva en mejor dinamismo, es el pilar A. Ahora se aprecia un poco más estirado, lo que entrega una imagen más deportiva, pero a la vez aporta a una mejor aerodinámica.

En la zaga, los grupos ópticos también se renuevan, son más grandes y con una figura que busca confluir hacia el centro. En la parte final del maletero, otro pequeño spoiler que también ayuda al tema aerodinámico.

En cuanto a capacidad de carga, se mantiene el espacio para llevar bolsos y objetos, con 455 litros. Y como detalle, unos tiradores que permiten abatir los asientos traseros desde este espacio, sin necesidad de ir hacia el habitáculo para bajar los respaldos y poder colocar objetos más largos si fuese necesario.

Si bien el maletero del Clase C no es el más amplio del segmento, tampoco escapa mucho al promedio, eso sí, la boca de entrada a este baúl no es tan grande y sería lo único que podría complicar al meter maletas de mayor volumen.

Pero los mayores cambios del nuevo Mercedes-Benz Clase C los encontramos cuando nos sentamos en el puesto del conductor, resaltando la mayor tecnología con una enorme pantalla táctil de 11,9′' con orientación vertical tipo tablet, que domina la consola central, dejando ahora las salidas de aire tipo turbina de avión en la parte superior.

Si bien esta pantalla está ligeramente orientada hacia el conductor, lo que facilita la visibilidad cuando estamos manejando, personalmente encontré que tenía la información muy abajo, lo que me obligaría a desviar la atención y sacar la vista de la calle si es que deseaba consultar algo. Lo positivo es que la conectividad al celular es de forma inalámbrica (el cargador sí es mediante cable con puerto USB-C).

El volante es otro elemento que me gusta. A diferencia del Clase E, donde existe una sobrecarga de botones, acá es más simple, con los mandos necesarios para personalizar la pantalla del tablero digital de 8′' (pantalla de tipo flotante y no empotrada como en otros casos) que permite tener hasta tres modos de visualización (Sport, Clásico y Discreto) dependiendo de los gustos del conductor, sumado también a la iluminación ambiental que ofrece múltiples opciones de colores.

En la parte central, entre los asientos, una división donde podemos guardar objetos y donde existen otro par de puertos USB. Esta zona se puede tapar, dejando una imagen muy pulcra, pero como es de piano black, lo más probable es que rápidamente se ensucie. Es lo malo de ese material, que es muy elegante y queda bien a la vista, pero también es muy sucio y eso se nota.

En las plazas traseras hay espacio suficiente para las rodillas, lo que se refuerza con la línea de respaldo curva de los asientos delanteros, lo que entrega un par de mm extras. Y el techo, a pesar de la caída más suave en el pilar C, deja los centímetros necesarios para no tener que viajar con la cabeza inclinada (a menos que sea una persona de 1.90 metros).

La calidad en esta zona va en lo tradicional de la marca, con buena calidad de los cueros, los materiales y las terminaciones, sumado a un diseño en los paneles de las puertas que reciben con más elegancia los tiradores. Antes en estos lugares se colocaban los tiradores sin mayor cariño, era algo funcional, pero ahora todo apunta a una calidad mayor, incluyendo estos pequeños detalles.

En el asiento central de las plazas traseras, tal como en todos los modelos, la comodidad no es la misma de los costados, ya el respaldo es más duro debido a que incorpora el tradicional apoyabrazos que se baja cuando van solo dos personas. Sin embargo, lo que más complica acá es el alto túnel de la transmisión, lo que impide llevar las piernas de manera cómoda si es que viajan tres personas. Y si es por hilar más fino, sería bueno también algún puerto USB para esta zona, considerando la relevancia de la conectividad hoy en día.

Un eficiente trabajo motriz

Nuestra unidad de prueba es el Mercedes-Benz C200, modelo que recibe electrificación, ya que el motor de 1.5 litros turboalimentado se apoya por un pequeño propulsor eléctrico, tecnología que se le conoce como hibridación suave o mild hybrid (MHEV) y que ayuda al bloque a combustión en ciertas acciones, como el arranque, en aceleraciones repentinas, eliminando el lag que en ocasiones se puede apreciar cuando se exige en recuperaciones y bajando, de paso, las emisiones contaminantes.

La potencia de este motor alcanza los 200 Hp, sin embargo, con el apoyo extra consigue otros 20 Hp, mientras el torque es de 300 Nm, pero con el boost adicional que le entrega la electrificación es capaz de generar un par de 500 Nm.

Lo interesante de este nivel de potencia, además del alto torque, es que se consigue desde un rango de revoluciones muy bajo, lo que permite disminuir el esfuerzo del motor y así consumir menos combustible y emitir menos emisiones de partículas contaminantes. Es tan eficiente el sistema que, en un manejo normal, casi ni siquiera sobrepasábamos las dos mil vueltas, lo que se ratifica con el consumo mixto homologado que es de 15,2 km/l.

En este punto se ve apoyado el tren motriz por la caja automática de nueve marchas -con levas en el volante- conformando un binomio que se entiende a la perfección, donde los pasos de velocidades son muy rápidos y casi imperceptibles, consiguiendo entre la tercera y la quinta marcha su mejor rango dinámico, evidenciado una buena elasticidad del motor, pero tal vez más importante, siempre con la sensación de que queda un poco de potencia en el depósito.

Esto ayuda a un manejo relajado, la suavidad del trabajo motriz incrementa la calidad de viaje, potenciando la idea básica de este Mercedes C200, cuyo lema es reinventar la zona de confort.

Esa idea central es la que tomamos como base al momento de hacernos una idea de este nuevo C200. No lo debíamos observar como un sedán deportivo (va de 0 a 100 km/ en más de siete segundos), tampoco como el más lujoso del parque local, pero sí atender a las exigencias y promesas que hace la marca respecto de la comodidad.

Y la verdad es que eso se consigue a cabalidad. Es un vehículo que se siente bien aplomado, que va firme y estable al pavimento, algo que sin duda es potenciado por un centro de gravedad más bajo que en la edición anterior.

Junto a esa firmeza que nos genera seguridad, encontramos una buena suavidad de marcha, algo que va empujado por una suspensión que está correctamente calibrada, impidiendo que los baches provoquen molestias a quien va en el interior. El perfil de los neumáticos también ayuda a que se sienta aún menos áspero el recorrido.

Es cierto, no es una suspensión demasiado ultra suave, tampoco es esponjosa, pero el sistema de amortiguación es capaz de recoger las imperfecciones sin traspasarlas con excesiva dureza al habitáculo. Así es que ya sabe, si una persona va durmiendo en las plazas traseras de un Mercedes C200, podrá seguir haciéndolo sin alterar su descanso a pesar de las calles locales.

La dirección, personalmente, siento que estaba demasiado asistida, pero sabemos que esta es una sensación totalmente subjetiva y entiendo bien que al hacer más suave la dirección se apunta a ofrecerle al conductor un manejo con menos exigencia.

Pero si uno quiere algo más de diversión al volante, en este modelo se dispone de distintos modos de manejo, desde Eco a Confort y Sport. Incluso está la opción Individual, donde se ajustan aún más de manera personal los distintos parámetros dinámicos. Con estas opciones, que se distinguen con claridad entre uno y otro, pudimos obtener más facetas y aprovechar mejor el manejo, dependiendo de si estábamos tranquilos o si queríamos algo más de diversión.

Ahora, un punto que no podemos soslayar es el relacionado con el equipamiento de seguridad, más considerando que estamos frente a un vehículo que tiene un precio de 57 mil dólares, valor bastante por encima de sus rivales más directos, como el Audi A4 o el BMW Serie 3.

Si bien cuenta con un nivel más que respetable en algunos puntos, como la presencia de nueve airbags, control crucero, cámara en 360º, la verdad es que extrañamos asistencias que ya están muy presentes en modelos de gamas más bajas, como lo son la alerta de punto ciego o el indicador de cambio y/o mantenimiento de carril, elementos que sí están presentes en las unidades que se venden en Europa, lo que explica la importancia que tienen y que no son reemplazables por sensores.

En consecuencia, nos encontramos frente a un sedán que evidencia un mejor diseño, que aprovecha bien las nuevas dimensiones, que mejora la comodidad interior y que destaca precisamente por el enorme confort de marcha, en un habitáculo bien insonorizado y que se protege de gran manera por el sistema de suspensión.

También avanza en conectividad, con pantallas que lucen gran definición, pero a nuestro entender, entre lo más rescatable está la presencia de asistencia eléctrica al motor a combustión y la buena relación que existe precisamente entre el propulsor y la caja. Se nota un buen trabajo conjunto del tren motriz.

Y como aspectos a mejorar, tomando como referencia el costo, consideramos que debería estar aún más equipado en seguridad, mal que mal, estamos frente a uno de los modelos más importantes en la historia de la marca y en otros mercados esas asistencias sí están presentes.

Ficha técnica Mercedes-Benz C200

  • Motor 1.5 litros
  • Potencia + EQ Boost 204 CV + 20 CV
  • Torque : 300 Nm + 200 Nm
  • Transmisión: Automática 9G-TRONIC
  • Largo x ancho x alto: 4.751 mm x 1.820 mm x 1.438 mm
  • Distancia entre ejes: 2.865 mm
  • Tracción: trasera
  • Capacidad de carga: 455 litros
  • Aceleración 7,3 seg 0-100 Km/h
  • Combustible: gasolina
  • Consumo Mixto 15,2 Km/L
  • US$ 57 mil

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