China aparece como potencial comprador de la deuda salvadoreña tras fuerte caída del precio del bitcoin

El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, durante una conferencia de prensa, en junio de 2021. Foto: Reuters

La quiebra de la bolsa de criptomonedas FTX no solo ha golpeado a los evangelizadores del modelo, también habría afectado a una nación completa. El Presiente Nayib Bukele, quien se dice gastó más de 100 millones de dólares en la moneda, ahora busca aliarse con China para pagar un eurobono que vence en enero, cambiándose de aliado geopolítico en desmedro de Estados Unidos.


A pesar de que siempre está activo y es veloz para responder en redes sociales, cuando la empresa emergente de criptomonedas FTX cayó estrepitosamente a la bancarrota, Nayib Bukele se tomó más tiempo de lo normal en aparecer. El Presidente de El Salvador, un férreo promotor del bitcoin, veía cómo los más de 100 millones de dólares invertidos en ese negocio se veían reducidos a algo más de 40 millones.

Si bien la pérdida no es un monto desorbitante que ponga en riesgo la estabilidad financiera del país, la situación sí podría tener repercusiones incluso geopolíticas, ya que un aliado inesperado se unió a la escena.

El 7 de noviembre pasado, el vicepresidente salvadoreño, Félix Ulloa, dijo a Bloomberg que China había ofrecido comprar los 21.000 millones de dólares de su deuda externa, lo que sería considerado por el gobierno. Dos días después, Bukele anunció a través de redes sociales que El Salvador firmaría un acuerdo de libre comercio con China, en lo que se entendió como un acuerdo relacionado con la compra de la deuda.

Según analistas, aceptar la ayuda del gigante asiático significaría dar la espalda a Estados Unidos, considerando que el país centroamericano adoptó en 2001 el dólar americano como su moneda nacional. Lo que, sumado a que en enero la administración de Bukele debe pagar cerca de 690 millones de dólares por la amortización de un eurobono, pone a El Salvador en una situación compleja de resolver.

La compra de la deuda

Cuando el vicepresidente salvadoreño anunció la posible compra de la deuda externa, lo hizo con cierta cautela. “China ha ofrecido comprar toda nuestra deuda, pero tenemos que ir con cuidado”, dijo en la ocasión. “No vamos a vender al primer postor, tenemos que ver las condiciones”, agregó.

La agencia Bloomberg consultó sobre el tema al portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian. “No estoy al tanto de la información”, dijo durante una conferencia de prensa el martes pasado, pero aclaró que “es posible que deba consultar con El Salvador si esto es lo que dijeron y si es cierto”.

La situación quedó dando vueltas en el aire, y hasta el momento no se ha vuelto a mencionar por parte de funcionarios salvadoreños, pero abrió la pregunta sobre un eventual giro en el país, el que lo ligaría directamente con el gigante asiático.

El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, habla durante una ceremonia de despliegue de soldados del Ejército para el plan de Control Territorial en El Salvador. Foto: Reuters

S&P Global Ratings otorgó a El Salvador una calificación de CCC+, siete niveles por debajo del grado de inversión. Esto, sumado a que el 24 de enero vencen alrededor de 670 millones de dólares en eurobonos, hacen creer a analistas que es una posibilidad real.

Para Luis Membraño, pactar con China significaría un quiebre definitivo con Estados Unidos, acercando al país centroamericano al eje de Moscú, Ankara y Beijing. “Representaría un realineamiento total de la política exterior salvadoreña”, aseguró.

En entrevista con The Guardian, Evan Ellis, asociado principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington DC, afirmó que “China actúa como un prestamista, gana mucho dinero con estos acuerdos”. Sin embargo, detalló que Beijing también utiliza esta oportunidad para facilitar el ingreso de capital asiático. “A menudo encuentran la forma de vincular los préstamos a beneficios comerciales y estratégicos a largo plazo, abriendo el camino a las empresas chinas”.

De cara a las presidenciales de 2024 y con un respaldo de la población cercano al 90%, según numerosas encuestas locales, este giro en la política económica e internacional del país podría ser un cambio importante de concretarse la candidatura de Bukele a un nuevo período, pese a que no respetaría la Constitución de El Salvador. “Cuando los gobiernos populistas, de izquierda o de derecha, llegan al poder, China actúa como un suscriptor no crítico”, explicó Ellis. “China puede dar a Bukele independencia financiera para ser autoritario y pasar por encima de la Constitución”.

La caída de FTX

Durante los últimos meses, el polémico Presidente Nayib Bukele no solo les ha declarado una “guerra” a las agrupaciones delictivas del país. También se ha embarcado en una lucha contra organismos internacionales, medios y lo que él llama “las élites poderosas”, quienes supuestamente buscarían perjudicarlo debido a sus medidas económicas. Puntualmente, por las relacionadas con el bitcoin.

En enero de este año, la agencia de calificación Moody’s anunció una rebaja del crédito del país, lo que Bukele aprovechó para un ácido comentario en redes sociales. “Breaking: El Salvador DGAF”, escribió en su Twitter personal, acrónimo de “don’t give a fuck”, o “me importa un carajo”.

Pese a que se burló constantemente de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la caída de FTX puso a los inversionistas especialmente nerviosos. A principios de 2022, el joven mandatario prometió que con bonos denominados en bitcoin iba a pagar la deuda nacional tras pronosticar que alcanzaría los 100.000 dólares. Tras la quiebra de la bolsa de criptomonedas, el valor ronda los 16.000 dólares.

La cifra exacta de cuánto de las arcas fiscales ha sido utilizado por Bukele es incierta. Según The Guardian, se estima que el mandatario ha gastado más de 107 millones de dólares de las arcas fiscales en 2.381 bitcoin, lo que ahora estaría avaluado en unos 40 millones de la moneda norteamericana aproximadamente. Para Ricardo Castaneda, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), rondaría los 70 millones de dólares, consignó El País.

Ilustración con representaciones de la criptomoneda bitcoin y del dólar estadounidense. Foto: Reuters

El 7 de septiembre de 2021, Bukele había oficializado el bitcoin como una moneda oficial del país, pese a las constantes recomendaciones del FMI de no hacerlo, y, de paso, convirtiéndose en el primer país del mundo en tomar una decisión como esa. La famosa moneda, conocida por ser una de las más estables, cayó un 21% solo durante esta semana, llegando a bajos precios no vistos en dos años.

Luis Membraño, un economista salvadoreño consultado por The Guardian, aseguró que “si Bukele soñó que podía crear una economía política diferente e innovadora, en contra de los consejos del FMI, ese sueño ha fracasado”, sentenciando que “no hay alternativas fáciles, ni atajos”.

Ante la preocupación del mercado internacional, y un día antes de que su vicepresidente anunciara la posible compra de la deuda por parte de China, el mandatario publicó un artículo defendiendo sus decisiones económicas, y acusando a “los detractores que más alzan sus voces, los que tienen miedo”, a “las élites poderosas y las personas que trabajan para ellas o se lucran de ellas” de presionarlo “para revertir nuestra decisión”.

Este jueves, a través de Twitter, el mandatario desafió a sus detractores al asegurar que continuará comprando la moneda. “Vamos a comprar un bitcoin cada día a partir de mañana”, aseguró.

En una retórica del mundo contra nosotros, Bukele aseguró en un artículo de opinión en la revista Bitcoin Magazine que se estaba “magnificando” la pérdida de su inversión en bitcoin al afirmar que “si bien es cierto que El Salvador es un país relativamente pobre, solo en el año 2021 produjimos bienes y servicios por un valor de $ 28 mil millones. Así que promover la idea de que una pérdida de $ 50 millones -menos del 0,2% de nuestro PIB- destruiría o tan solo pusiera en riesgo la economía del país va más allá de ser tonto”.

Sin embargo, Ricardo Castaneda dijo a El País que “esto tiene un costo de oportunidad muy alto para un país como El Salvador, porque representa, por ejemplo, casi el presupuesto total del Ministerio de Agricultura en un país donde la mitad de la población padece inseguridad alimentaria”.

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