Glasnot y Perestroika, las políticas impulsadas por Gorbachov que marcaron los últimos días de la URSS

El líder de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, firmando el tratado de Armas Nucleares de Alcance Intermedio, junto al Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. Foto: Reuters

Ambas políticas, junto con un nuevo enfoque de las relaciones exteriores, más amistoso con Occidente, llevaron a que Gorbachov fuera galardonado en 1990 con el premio Nobel de la Paz.


A los 91 años, murió este martes el último líder de la Unión Soviética. Según RIA Novosti, el Hospital Clínico Central en Moscú afirmó: “Mijail Sergeevich Gorbachov murió esta noche después de una enfermedad grave y prolongada”. Sin mayor detalles, con un pronto funeral a realizarse en el cementerio Novodevichy, las agencias rusas dieron a conocer el fallecimiento del político.

En 1986, tras la muerte de Konstantin Cherchenko, Gorbachov asumió el cargo de secretario general del Partido Comunista en la Unión Soviética. De ahí en adelante, retiradas del campo de batalla y desastres nucleares mediante, la potencia comunista iría pavimentando su camino a la disolución, hasta el 25 de diciembre de 1991: ese día Gorbachov anunció su renuncia como presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, un episodio que para muchos marcó el fin de la potencia comunista y de la Guerra Fría.

Dos palabras fueron clave para esa época: “Perestroika”, que fue la reestructuración económica que Gorbachov propuso a la potencia, y “glásnost”, la apertura y liberalización del sistema político. Con un cambio radical en la política internacional, acercándose a Ronald Reagan y Margaret Tatcher, Gorbachov pasó a la historia como uno de los protagonistas en el fin de la Guerra Fría, llegando a recibir el Premio Nobel de la Paz en 1990.

El exlíder soviético Mijail Gorbachov se dirige a los estudiantes de la Universidad Internacional de Moscú. Foto: Reuters

A solo un mes de asumir la secretaría general del Partido Comunista, Gorbachov impulsó la “Perestroika”: una reestructuración económica de la Unión Soviética, que introdujo mayores libertades de empresa, autorizando la iniciativa privada. Así, se pasaba de un sistema económico planificado a una economía de mercado.

Con la Perestroika, se normalizó el mercado de consumo y se liberaron los precios, descentralizando el sistema económico vigente. En ese contexto, se privatizaron diversas compañías estatales, se implantó una nueva moneda y se renovó el sistema bancario.

Las personas que idearon la Perestroika no buscaban cambiar el modelo político por completo, sino limpiarlo de la corrupción e introducir libertades democráticas en él. En este contexto, restoranes, tiendas y negocios particulares se abrieron en la Unión Soviética.

Mijail Gorbachov, el responsable de la Perestroika y la glásnot.

Junto con la Perestroika, se impulsó en 1988 la “glásnost”, o transparencia. Gradualmente se empezó a liberar a los presos políticos, ampliando el derecho a la protesta y suavizando el control sobre los medios de comunicación.

Entre las reformas más importantes, se introdujo en 1990 el cargo de Presidente de la Unión Soviética, lo que llevó a elecciones libres en marzo de ese año. De a poco, el monopolio del poder que sostenía el Partido Comunista se iba perdiendo.

Un aspecto clave en la glásnost era la apertura de las instituciones de gobierno y la información de este, reflejando un compromiso de Gorbachev en miras a que los ciudadanos soviéticos pudieran discutir públicamente los problema de su sistema y las soluciones potenciales. Durante ese tiempo, el secretario general del partido alentó al escrutinio de la ciudadanía y la crítica a los líderes de ésta.

El Presidente ruso Vladimir Putin escuchando al Mijail Gorbachov. Foto: Reuters

Ambas políticas, junto con un nuevo enfoque de las relaciones exteriores, más amistoso con Occidente, llevaron a que Gorbachov fuera galardonado en 1990 con el premio Nobel de la Paz. Junto con el gobierno estadounidense, se negociaron distintos acuerdos para reducir la capacidad nuclear de ambas potencias, en lo que se vio como el fin de la Guerra Fría.

Pero en eso, la Unión Soviética ya estaba disolviéndose: países como Estonia, Letonia y Lituania de a poco se desligaban de la potencia, y un intento de golpe de Estado en 1991 terminó por deslegitimar al Partido Comunista de la URSS. De ahí, Gorbachov terminaría renunciando en diciembre, mientras que los presidentes de las repúblicas de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmarían el 8 de diciembre la disolución definitiva del bloque, a través del Tratado de Belavezha. Con eso, nacería de paso la Comunidad de Estados Independientes.

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