Conflictos del agua: el riesgo de no proteger los glaciares

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Uno de los glaciares que se pueden ver en la laguna San Rafael.

Solo en la Región Metropolitana hay más de siete mil, los que se ven amenazados por la actividad minera en la alta montaña. Distintos proyectos se han presentado ante el Congreso para dar protección a estos reservas de agua dulce, pero, hasta ahora, ninguno ha prosperado.


En Chile hay cerca de 24 mil glaciares. La cifra corresponde al 80% del total de Sudamérica y cerca del 4% a nivel mundial.  Pero, pese a la gran preponderancia de esas masas de hielo en territorio nacional, aún no existe ninguna legislación que les dé protección. Así lo plantea la Fundación Terram, que en su informe anual señala que a la fecha "el país carece de las herramientas adecuadas para otorgarles una protección eficaz y consistente con su importancia".

Solo en la Región Metropolitana hay más de siete mil, los que se ven amenazados por la actividad minera en la alta montaña. Un claro ejemplo de este conflicto se da por la presencia de la mina Los Bronces, de AngloAmerican, que se encuentra instalada cerca en la misma zona de los glaciares de los cerros La Paloma y El Plomo, que nutren los ríos de la capital.

Para Matías Asun, director ejecutivo de Greenpeace, el problema es que, debido a las vibraciones por la extracción de minerales, se "genera una capa de material particulado en la superficie del glaciar que afecta la capacidad de éste de reflejar la luz. Así, se calienta su superficie y se acelera su derretimiento".

"Tanto por los problemas regulatorios como por el cambio climático, sabemos que habrá menos disponibilidad de agua en el futuro y proteger el recurso, por lo tanto, es un desafío crucial. En ese escenario, proteger los glaciares aparece como una medida básica para asegurar la provisión de agua para las personas", dice Ezio Costa de Fima.

Distintos proyectos se han presentado ante el Congreso para dar protección a los glaciares, de los cuales ninguno ha llegado a puerto.

Para el senador Guido Girardi (PPD) esto se debe a que distintas empresas mineras han hecho lobby para que no tener una legislación de ese tipo. Pese a esto, ayer la sala del Senado aprobó en general una iniciativa presentada por el parlamentario, por lo que pasará a la comisión de Minería y volverá a Sala para su votación en particular.

Indicaciones al Código de Aguas

En enero de este año los ministerios de Agricultura y Obras Públicas anunciaron una indicación al proyecto de ley que modifica el Código de Aguas. La medida generó rechazo, ya que se acusó que se mantiene el problema de fondo: que la legislación actual vulneraría el derecho humano al agua, beneficiando la extracción industrial, según plantean las ONGs medioambientales.

La Fundación Terram señaló, en su cuenta anual, divulgada ayer, que la indicación si bien reconoce el acceso al agua potable, "no plantea que existan usos prioritarios en el otorgamiento de nuevos derechos como se establecía en el proyecto original". Esto, señalan, es un "grave retroceso".

Sequía y agricultura

En el Día Mundial del Agua, conmemorado en marzo pasado, el diario español El País publicó un reportaje titulado: "El aguacate que llega a Europa seca a Chile". En el relato se contaba sobre la grave crisis hídrica que afecta en específico a la comunidad de Petorca, en la Región de Valparaíso.

El medio español contaba que hace más de una década que esa zona del país sufre una grave sequía por los efectos del cambio climático y la actividad de las agroexportadoras que se dedican al cultivo de la palta. Cada kilo de ese producto, se informó, necesita unos dos mil litros de agua para crecer, de acuerdo a The Water Footprint Network.

Esto provocó la reacción de los productores, agrupados en el Comité de Paltas. Según dijeron, la publicación "desprestigia" al producto y a una "industria sustentable", que genera más de 19 mil empleos directos en la zona.

En un video publicado por la Fundación Terram, la geógrafa Fernanda Miranda se refiere a la problemática. Explica que "las plantaciones de palto se realizan mediante montículos de forma continua y en el sentido de la pendiente, sustituyendo vegetación nativa y disminuyendo la infiltración de agua en los suelos, promoviendo los procesos de erosión, y alterando la recarga de acuíferos en zonas donde este tipo de fuentes son esenciales para la pequeña agricultura y el abastecimiento de agua potable".

Por este motivo, agrega, y ante un escenario de cambio climático, la agricultura chilena se encuentra en un importante desafío que exige replantear el modelo en el que se sustenta.

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