Tras incendio de 2022: Unesco señala que moáis en Rapa Nui presentan un estado de conservación “regular-malo” y recomienda tratar 22 piezas en el corto plazo

Moais en Rapa Nui. Foto: Unesco.

La organización de las Naciones Unidas diagnosticó el estado en que quedaron 358 piezas arqueológicas, entre ellas el sitio de visitación Rano Raraku, que fueron afectadas por las llamas. El informe arrojó que el siniestro dañó superficialmente las piezas y que los factores y agentes de alteración climáticos, hídricos y biológicos son los que provocan las mayores alteraciones.


En octubre del año pasado, un incendio en la cantera del volcán Rano Raraku, en el Parque Nacional Rapa Nui, causó alarma pública. Decenas de moáis, bloques trabajados y arte rupestre, entre otros elementos arqueológicos, fueron consumidos por el fuego. Y el déficit de bomberos y la falta de brigadistas de la Conaf dificultó su extinción.

Estas esculturas, creadas por el pueblo rapanui a partir del 300 d. C., y de las cuales se contabilizan cerca de 1.000 en la actualidad, son principalmente de toba volcánica y representan el “testimonio de un fenómeno cultural único en el mundo”, señala la Unesco, que en 1995 reconoció al Parque como sitio de Patrimonio de la Humanidad de acuerdo a la convención de Patrimonio Mundial de 1972.

El evento llevó a la oficina de Unesco en Chile a gestionar un fondo de 97.000 dólares para realizar un diagnóstico de daños, un plan integral de gestión para el sitio, protocolos de respuesta a emergencias y capacitaciones sobre conservación y sensibilización en la isla, ubicada a 3.700 km del continente.

El Informe de Diagnóstico de Conservación contabilizó 358 elementos afectados -entre ellos 222 moáis- y concluyó que el siniestro en Rano Raraku produjo en ellos una alteración “media”, cambiando la coloración del 83% de los elementos y la adhesión de hollín en el 75% de los casos, configurando “una afectación superficial en la mayoría de los recursos, ya que no se observaron fisuras, grietas, fracturas o desplazamientos producto del incendio”, dice el documento.

En cambio, sí fueron detectadas otras alteraciones más recurrentes y previas a la emergencia, ocasionadas por factores y agentes climáticos e hídricos que “predominan considerablemente dentro del área de estudio, afectando en mayor nivel respecto al incendio”.

Elementos como el viento, la lluvia, fluctuaciones de la humedad relativa y de temperatura, presencia de líquenes, musgos, hongos y animales producen un deterioro sistemático y acumulativa en los moáis, lo que se ve reflejado en la erosión de las piezas arqueológicas -y cambios en sus rasgos estilísticos-, la separación física de una o varias capas de la roca, vegetación que crece alrededor -por dentro o encima de las esculturas- y el desarrollo de líquenes (organismos vegetales de formas redondeadas) que ingresan a la roca, ejercen presión y contribuyen a su disgregación.

“Si bien hay algunos elementos que tienen una mayor posibilidad de tener un daño más profundo, el riesgo es que el deterioro es permanente porque el mayor agente que está alterando los bienes arqueológicos tiene que ver con los agentes climáticos e hídricos, por lo tanto, es una afectación que se produce todos los días”, explica Pilar Vicuña, coordinadora responsable de Cultura de Unesco Chile. “El sitio en su totalidad está en un permanente riesgo por las condiciones naturales en donde está ubicado”, agrega la historiadora.

Ariki Tepano, secretario del directorio de la comunidad indígena Ma’u Henua, que administra el Parque de 7.150 hectáreas (un 43,5% de la superficie total de Isla de Pascua), lo ratifica:

“Sí, claro, están en permanente deterioro. Si ves imágenes de excavaciones, la parte de la estatua que permanece enterrada se mantiene intacta, pero no así la parte que permanece expuesta a los elementos”, como agua de lluvia, que cae sobre las esculturas y luego se evapora con el sol y degrada las capas de la roca volcánica (toba), explica el secretario de la comunidad. “Además de la brisa marina que también va erosionando los moáis”, agrega.

Según esta evaluación -señala la Unesco en su informe respecto de las esculturas- “en la escala de muy bueno (1) a muy malo (5), predomina el estado de conservación general regular (3) y malo (4)”. Ante eso, propone trabajar los recursos a corto plazo -22 moáis están en estado grave- mediante acciones correctoras como el “tratamiento de control del biodeterioro, tratamiento de adhesión, consolidación e hidrofugación”. Y también acciones para el control de fuego, considerando el plan de prevención y mitigación de incendios forestales de la Conaf.

No obstante, ni el informe ni el plan integral de gestión que ya comenzó a desarrollar la oficina de Unesco en Chile contemplan recursos para la conservación de las esculturas.

Tepano señala que con el retorno del turismo a la isla pospandemia, el Parque Nacional ha vuelto a generar ingresos, lo que les permite avanzar en la restauración de piezas arqueológicas. Pero no es suficiente. Calcula que para conservar tres moáis necesitan al menos $ 100 millones sólo para costear químicos. Por eso, Ma’u Henua ha realizado gestiones y ha conseguido financiamiento nacional e internacional.

”Estamos trabajando con diferentes fundaciones, por ejemplo, la fundación italiana Lorenzo de Médici, que ya ha hecho conservación estatuaria (…) y ahora también se están sumando otras fundaciones norteamericanas“, cuenta Tepano.

Asimismo, la comunidad indígena suscribió un convenio de colaboración con el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural (Serpat), del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y el municipio de Rapa Nui por 620.000 dólares (cerca de $ 527 millones al cambio de hoy) que permitirá fortalecer la gestión del recinto y reactivar la economía.

El Serpat detalló que $ 500 millones ya fueron entregados y que el resto del presupuesto “se está tramitando con la máxima celeridad, ya que será destinado a la realización de las acciones transitorias requeridas para la normalización del funcionamiento del Sitio Patrimonio Mundial Parque Nacional Rapa Nui, en lo relativo a su mantenimiento, seguridad y operación, lo que incluye tareas fundamentales para el desarrollo de la actividad turística, la conservación arqueológica y la prevención de incendios, entre otras. Estas acciones serán ejecutadas por la Comunidad Indígena Ma’u Henua, reconocida como el único organismo validado para este fin por el pueblo Rapa Nui y contribuirán a la necesaria reactivación económica de la isla”.

Según explicó la coordinadora responsable de Cultura de Unesco Chile, el Estado también podría postular a fondos de asistencia internacional de la Organización de las Naciones Unidas “que están indicados para prestar apoyo en temas de conservación, de restauración”.

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