Alumnas de Arquitectura de la U. Mayor crean Jardín Infantil Mapuche




Tomando en cuenta la necesidad de preservar las raíces y costumbres del pueblo mapuche a través de las nuevas generaciones, las alumnas de cuarto año de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Mayor, Isidora García, María Catalina Razazi y María Paz Ortiz, proyectaron el primer Jardín Infantil para niños de esta etnia.

El proyecto, ganador del segundo lugar del concurso Nacional de Arquitectura ChilEduca, tomó como punto de partida la progresiva pérdida cultural de este pueblo y la necesidad de integrar su sistema de vida con la reforma educacional que lleva a cabo el Ministerio de Educación.

Según la encuesta "Identidad y Discriminación en Adolescentes Mapuches" aplicada por UNICEF, más del 60% de los niños sondeados no habla mapundungún, mientras que el 40% restante, sólo conoce algunas palabras de este idioma. Esto motivó a las jóvenes a tomar la integración intercultural a nivel de infantes como piedra angular de su proyecto.

ERCILLA
La zona escogida para emplazar el Jardín Infantil fue la comuna de Ercilla, ubicada en la Región de la Araucanía, donde 2 de cada 3 niños viven en situación de pobreza: "Ercilla es un lugar con una gran oportunidad de integración en el aprendizaje infantil, ya que posee una población de 643 habitantes, dentro de  los cuales el 63.3% pertenece a la cultura mapuche, de ellos el 15% corresponde a niños entre 0 y cuatro años", aseguran.

Para entrelazar ambas culturas y generar una real integración, las estudiantes tomaron la ruca como elemento inspirador. De ella rescataron como componentes fundamentales el fogón, que representa el centro de la vida familiar, y la forma en la que se relacionan con la naturaleza, que está dada por la materialidad de la ruca. "Esto lo asociamos a los conceptos fundamentales de la reforma, lo que nos dio las directrices para trabajar y dar vida al Jardín Infantil", puntualizan.

Asimismo, la alumnas proyectaron un "bosque interno" en la sala a través de la incorporación de vigas de madera reciclada, que se disponen alrededor del fogón. De esta manera, las parvularias pueden definir espacios separándolos a través de la utilización de telas que operan como biombos. Se parcelan diferentes estares según los requisitos de la clase, definiendo el rincón de los cuentos y del dibujo, por ejemplo.

El contorno de la sala se proyectó en hormigón, madera y vidrio. La idea es proveer al espacio de una piel transparente que permita la integración con el entorno: "Para los mapuches es fundamental la relación con la naturaleza, por esta razón, decidimos utilizar materiales que permitan esta interacción de manera fluida", explican.

El techo del proyecto es aún más orgánico y tiene la característica de interpretar las orientaciones para obtener la mejor captación de energía solar, lo que se traduce en una mayor luminosidad y mantención del calor al interior de la sala. "Este es un proyecto sumamente respetuoso del entorno, utiliza materiales del lugar y aprovecha todos los elementos que le da la naturaleza. Por ello, es un proyecto muy económico, lo que llamó la atención de la Junta Nacional de Jardines Infantiles, JUNJI, que pretende construirlo en el mediano plazo", señala Hoehmann.

La sala está proyectada en 360 metros construidos de un total de 560: "Estimamos que la construcción tiene un valor de 20 UF por metro cuadrado, lo que lo hace muy atractivo para la JUNJI", explica el docente.

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