Claudio Bertoni: "Mi obra es mi autobiografía"

El poeta y artista visual, que vive en Concón hace 40 años, vino a Santiago a presentar Antología, publicado por editorial Lumen, ejemplar que reúne lo mejor de su poesía. Además, llegan a librerías dos títulos basados en sus fotografías, realizados por los premios nacionales Gonzalo Díaz y Eugenio Dittborn.




Vive en Concón, cerca de la carretera. Una pequeña casa de madera resguarda su biografía, sus libros, su cama y cientos de cuadernos que se han multiplicado desde que llegó de París en 1976.

De esos cuadernos han salido sus libros de poesía titulados con frases y palabras que recorren su trayecto y obsesiones: El cansador intrabajable, Jóvenes buenas mozas, Harakiri, El tamaño de la verdad y Adiós.

El poeta y artista visual Claudio Bertoni (68) ha recibido amplio reconocimiento en la última década, que ha llegado con la difusión de su obra y se ha convertido en un referente. En un autor citado y con seguidores de todas las edades.

"Me hablan en la calle y es agradable y tengo por lo menos amigos y amigas sobre todo, particularmente, dulces y adorables. Y ahora me mandan emails, y antes cartas, y regalitos, guantes tejidos a manos, música, bufandas y uno que otro queque. Es bueno, es como hablar y que te contesten", dice Bertoni antes de viajar a Santiago. Pocas veces al mes, si no es por trámites, visitas al doctor y familiares, pone sus pies en el terminal de buses de la capital para pronto regresar a la cabaña, cerca de la carretera, de espalda al mar.

El jueves pasado fue su última visita a Santiago. Venía a presentar su libro Antología, publicado recién por la prestigiosa editorial española Lumen. Bertoni, con polera, chaqueta de género, y bolso al hombro, llegó a la terraza de un bar en el barrio Lastarria. Pero se encontró con una sorpresa: no sabía que más de 150 personas lo esperaban para escucharlo recitar sus poemas.

Antes de leer fue presentado por los escritores Rafael Gumucio, autor del prólogo del nuevo ejemplar, y Camila Gutiérrez (Joven y alocada). Entre los presentes estaban escritores como Alvaro Bisama, María José Viera-Gallo y el guionista Pedro Peirano.

Antología es una selección de su poesía que va desde 1973 al 2014. El encargado de la selección fue Vicente Undurraga, quien se ha dedicado en los últimos años a editar algunos de sus libros y diarios, como Rápido, antes de llorar (Ediciones UDP).

"Es interesante constatar cómo lo aparentemente fácil y espontáneo de un trabajo con amplia resonancia responde, en realidad, a un trabajo arduo, concienzudo y, en sus mejores momentos, tocado por el genio", dice Undurraga.

Bertoni es directo en los temas que aborda: desde el sexo a la religión, de la mujer al paso del tiempo. Uno de sus poemas dice: "Cada vez que escribo/ dios con d minúscula/ el Dios con D mayúscula/ me da un coscacho". En Universitarias anota: "Se ven tan sexys/ mordiendo sus carnets/ mientras buscan/ en sus chaucheras/ con qué pagar el pasaje".

-La mujer y la religión aparecen seguido en sus poemas, ¿Son sus principales obsesiones desde que escribe?

La mujer es sin duda una obsesión, pero es una obsesión de la especie humana, supongo. El que tú me hagas las preguntas y yo las conteste sería imposible si a tu mamá no le hubiera gustado tu papá y viceversa, y mis progenitores lo mismo. En lo que respecta a la religión, supongo se debe a una creciente sensación cotidiana visceral de desamparo y a una conciencia también creciente de hallarse en un planeta, cuerpo y vida, absolutamente arbitrarios e incomprensibles.

Huellas del Tao

Si alguna vez Roberto Bolaño dijo que Claudio Bertoni es el perfecto ejemplo de que "la poesía chilena es un perro y vive a la intemperie", en los últimos años nuevas generaciones han rescatado su importancia y descrito su vida sencilla y austera.

"No rechaza el consumo o el dinero por odio a la sociedad o por salvar al planeta, sino como una forma de dedicarse sin distracción alguna a lo único que parece importarle: explicarse a sí mismo", apunta Rafael Gumucio en el prólogo de Antología.

El trabajo visual de Bertoni como fotógrafo también llama la atención de galeristas y editores de libros de arte. Pedro Montes, dueño de galería D21, acaba de publicar dos obras. Reloj no marques las horas, que reúne una serie de sus imágenes, fue diseñado por el artista Gonzalo Díaz. Mientras Un mar de zapatos, realizado por Eugenio Dittborn, está inspirada en una exposición que Bertoni hizo en los 80 y que reunió cientos de zapatos perdidos que recogía en la playa.

"Es súper emocionante que estos libros los hagan dos premios nacionales. Es un honor", dice Bertoni, quien muestra en Reloj no marques las horas su serie Esculturas efímeras, en la que retrata fragmentos y objetos de la cotidianidad.

-¿Por qué cree que con los años crece el interés por recopilar y difundir su obra?

Francamente no lo sé. Aunque por las muchas e inesperadas y no buscadas muestras de interés y aprecio que recibo por lo que hago, algo debo haber "tocado", algo legítimo y necesario y compartido por todos. Creo que hay sentimientos o un sentimiento que recorre toda mi obra como una columna vertebral que nos toca a todos. Pero como digo, francamente no lo sé.

-Por los temas que aborda, sus poemas son como un solo gran libro...

Toda mi obra es mi autobiografía. Desde los 18 años escribo en mis cuadernos lo que siento, pienso y me pasa todos los días, en la medida de lo posible, y de esos cuadernos salen todos mis poemas y lo demás. Creo que pasaré el resto de mis días tratando de publicar como pueda los cientos de cuadernos y más de cassettes grabados todavía de las que no ha salido ni una letra.

-En uno de los últimos poemas de la Antología se lee: "Me gusta pensar que soy taoísta/ pero la verdad es que soy un flojo". ¿Se plantea seguido esto?

Es un chiste y como dice el Tao Te King en su primera línea, no se puede hablar de él, pero Lao-Tsé habla aunque sea poquito. Lo que quiero decir es que al Tao ni nada que valga la pena se llega de un día para otro ni leyendo ni conversando… Parece que lo único que cuenta es no tener nada en que afirmarse nunca. Además, no me preguntaste eso. Eso es parte del Tao y de la flojera también: hablar de lo que no se habla.

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