El coterráneo de Einstein que sufre por pasarse de listo

"Uli" Hoeness fue condenado a tres años y medio por evasión fiscal. No apelará a la sentencia. Renunció a la presidencia de Bayern Munich.




Los habitantes de la pequeña ciudad de Ulm, en el sur de Alemania, tienen puesta una buena parte de su orgullo en algunas personas nacidas allí. La más grande de todas: el físico Albert Einstein. Y para los amantes del fútbol, la razón es doble: los hermanos Dieter y Ulrich "Uli" Hoeness, quienes brillaron en la Bundesliga y también en la Selección.

Desde hace algunos meses, y desde el pasado jueves en particular, uno de esos nombres podría ser borrado de la lista, el de "Uli" (62 años), el mayor de los Hoeness, declarado culpable de evasión fiscal, por un monto de 27,2 millones de euros (21.651.068.508 pesos) y condenado a tres y medio años de cárcel. Un golpe durísimo, en especial para un hombre que sufrió el temprano adiós al fútbol profesional (27 años), debido a una lesión de rodilla casi invalidante. En sus apenas nueve años de carrera, sin embargo, el delantero logró los más altos estándares, convirtiéndose en goleador del Bayern Münich y una garantía ofensiva en la "Nationalmannschaft". Así, sumó tres coronas de liga, similar número de Liga de Campeones, una Copa Intercontinental, una Copa de Europa y el Mundial de 1974.

Tan querido entre los muniqueses, que intentaron todos los recursos médicos para rehabilitarlo y hasta lo enviaron a préstamo al FC Nürnberg, con la finalidad de recuperarlo jugando con menor exigencia, pero nada resultó. En vista de tal situación, de inmediato fue nombrado director general del Bayern. Así, inició una carrera ejecutiva plagada de éxitos, en consonancia con el brillante desarrollo de la liga alemana.

Tanto éxito tuvo, en un modelo de gestión que renegaba de los préstamos bancarios para fichajes, que criticó con dureza a la liga española, con el Real Madrid como blanco preferido, debido a sus desvaríos financieros para contratar a jugadores como Kaká.

Resultados notables

"Uli", quien asumió como presidente del club en 2009, se alzó como el paradigma de la eficiencia germana y cultivó amistades de alto nivel, incluyendo a la Canciller Angela Merkel. Motivos para volar tan alto sobraban, con el Bayern facturando más de 300 millones anuales y 18 trofeos locales e internacionales desde que él se integró a la directiva.

Lo malo estaba en sus cuentas bancarias personales, incluyendo una en Suiza, abierta en 2001. La gimnasia contable, sin embargo, lo tenía con los fiscales pisándole los talones (además de algunos copropietarios del Bayern, como Adidas), por lo que  Hoeness optó por la autodenuncia, aunque fue insuficiente para evitar la condena judicial, que viene acompañada por la reprobación popular. Entendible, pues para el pueblo alemán -habituado al Estado de bienestar-, se trata de uno de los peores pecados sociales.

Tan claro lo tiene "Uli", que ayer aceptó toda la culpa, al publicar en el sitio web del Bayern una declaración que dice "tras hablarlo con mi familia, he decidido aceptar la sentencia de un tribunal de Munich sobre mis asuntos fiscales. Esto se corresponde con mi idea de la decencia, la dignidad y la responsabilidad personal". "La evasión fiscal fue el mayor error de mi vida", matizó. De pasó, anuncio que no apelará y renunció a todo vínculo con el club donde vivió sus mejores años. Hoy, más inolvidables que nunca.

Para ahondar su vergüenza, ahora los medios germanos apuntan a la prisión que le espera en los próximos días: Landsberg, situada a unos 65 kilómetros de la capital bávara. En  esa misma cárcel fue recluido Adolf Hitler, luego de su fallido intento de golpe de Estado en 1923 -conocido como el "Putsch de Munich"-  y en una de sus celdas comenzó a escribir el libro Mi lucha.

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