Julieta: la austeridad según Pedro Almodóvar

Se estrena en Chile la película sobre una mujer que cosecha en la madurez la inesperada siembra de una juventud arriesgada. Para su director es "la más contenida y sombría" de sus obras.




Pedro Almodóvar maneja una bien estudiada serie de credenciales para dar a conocer su nueva película al mundo. Como siempre, determina que su compañía El Deseo especifique a la prensa, a los estudiosos, a los poderosos y a la gente común y corriente de que hay una nueva creación suya en el planeta y de que es un evento de singular atracción. En esta oportunidad, se trata de Julieta, una película sin música, sin risas, sin chistes y casi sin esperanza. Esta vez, Almodóvar se ha vuelto más pesimista que nunca, queriendo dejar en claro que su anterior comedia, Los amantes pasajeros, fue sólo un exabrupto. En Julieta, el Pedro pop de los 80 es sólo una triste mueca del pasado.

Estrenada en marzo en España, pero realmente presentada en sociedad hace un mes en el Festival de Cannes, la película número 20 del cineasta manchego es una reflexión despiadada sobre el paso del tiempo y sobre las consecuencias de los actos que, deliberadamente o no, protagonizamos en nuestra juventud. Algo así como el pago en vida de los goces o, mejor dicho, la expiación en la Tierra de un minuto de felicidad en nuestros años felices. Es, evidentemente, una dinámica cristiana de crimen y castigo, aunque el director persevere en decir lo contrario.

La cinta que se estrena el jueves en Chile se basa libremente en tres relatos de la Premio Nobel canadiense Alice Munro, publicados en su volumen Escapada (2004). El realizador traslada la acción a España, contando básicamente la historia de una chica llamada Julieta (Adriana Ugarte): se va de casa en su juventud, es muy feliz con un bien parecido pescador, tiene hijos, sufre una temprana tragedia y padece como un alma en pena la soledad en su madurez.

Ya en los 50 y tantos años, Julieta es interpretada por Emma Suárez, y Almodóvar dejó en claro en Cannes que la Julieta con la que él se identifica es aquella mujer de 50 y tantos de hoy: "Es como un zombie, siempre deambulando por las calles, sin ningún rumbo".

Probablemente ese carácter solemne determinó que Julieta sea en perspectiva la película de Almodóvar con peor desempeño en la taquilla de su país, polarizando a los críticos. En Francia, donde el cariño a lo raro es casi una vocación nacional, el filme ha gustado mucho, desde la temible Cahiers du Cinéma ("el filme más oscuro, difícil y esencial de Almodóvar") hasta el periódico de referencia Le Monde ("hermosa película hecha de una tristeza pura").

¿Pero qué dijo el cineasta en Cannes, el festival dónde Julieta lanzó su candidatura a ser la película más amarga en la carrera del manchego? Como era de esperar, habló mucho y con detalle. Primero, sobre el destino: "Mi película es trágica en el sentido de que en el presente se sufren las consecuencias de hechos del pasado. Hay un sentido de la fatalidad y de que esta mujer padece hoy por ciertas circunstancias o errores del pasado".

La vejez como masacre

El director, que suele llenar sus respuestas con citas a referencias literarias, cinematográficas y hasta pictóricas, dice que a los 66 años siente el paso del tiempo como nunca. Lo remata así: "Coincido con el escritor Philip Roth cuando dice que la vejez 'no es una enfermedad, sino que una masacre'. En mi caso he debido optar por renunciar a algunos placeres, por llevar una vida más sana y hasta cierto punto aburrida. Todo con el objetivo de poder concentrarme más en el cine". Luego reflexiona sobre la edad como madre de todas las formas de encarar la vida: "No podría haber hecho esta película antes. El tiempo te marca y es por eso que si me hubiera topado con estos relatos en mi juventud, seguramente habría hecho otra película".

También, aunque no lo quiera se le escapa un irrefrenable anhelo por otras épocas, voces y ámbitos: "No soy un tipo nostálgico, pero reconozco que echo mucho de menos mi juventud y a los años 80.  En la película eso se refleja en la forma en que muestro a Julieta de joven, que es justamente en los 80. Es una mujer abierta y con sentido de la aventura. Así es como yo veo a las chicas de esa época, muy diferentes a las de ahora".

Objeto de adjetivaciones ya masivas ( el término "almodovariano" existe al menos en las lenguas española, inglesa y francesa), el director se empeña en proclamar que al menos en esta cinta intentó buscar el negativo de sí mismo, la némesis de su estilo: "Hace unos años atrás el escritor Vicente Molina Foix definió mis películas como 'almodramas'. Eso puede llevar  a confusión, pero lo que sí es verdad es que en mis filmes siempre hay muchas canciones, una gran cantidad de sillones, personajes que nunca ocultan sus sentimientos y en general un ambiente donde no existe pudor alguno. Sin embargo, Julieta es la excepción: quise que todo fuera contenido y sombrío, pues es lo que la historia me pedía".

En ese mismo sentido, el filme no cuenta con canciones en su desarrollo, pero reserva para los créditos finales un tema de Chavela Vargas, Si no te vas. "Siempre tuve en la cabeza esa canción, porque su letra podía ser perfectamente una línea de Julieta, el personaje principal. Finalmente opté por utilizarla, pero sólo tras el final. Es como si la gran voz de Chavela, que fue mi amiga, se apropiara de Julieta. Durante toda la película ella ha contenido las emociones, pero al final gracias a la voz de Chavela dice algo así como 'Si me dejas, en este mismo momento moriré'".

Lector incansable y cinéfilo recurrente, Almodóvar les sugirió a las dos actrices principales que en su preparación para el filme leyeran a Joan Didion, Emmanuel Carrère y que vieran Europa 51 de Rossellini y Ascensor para el cadalzo de Louis Malle ("el personaje de Julieta madura tiene algo de Jeanne Moreau en esa  película). La cinta, como se ha dicho, es una adaptación de Alice Munro y Almodóvar reconoce esa deuda. Eso sí, el autor que hay en su interior siempre se apropia de todo: "Exceptuando la parte que transcurre en el tren, casi todo el resto del filme es más mi mundo que el de Munro. Admiro mucho su prosa, pero mi costumbre es adaptar todo a mi universo. Aún más en este caso, cuando la historia original transcurría en Canadá y lo traslado todo a España".

Y, ¿Por qué dos actrices para un mismo rol? ¿Por qué no optar por el maquillaje, los efectos digitales o la iluminación para sugerir diferentes de edades?: "Luis Buñuel, quien siempre está de alguna forma en mis películas, ya lo había hecho de forma muy radical en Ese oscuro objeto del deseo (1977), con Angela Molina y Carole Boucquet. En Julieta, Adriana Ugarte le otorgaba todo ese tono libre de prejuicios al personaje en su juventud y Emma Suárez tenía la edad y el rostro de la experiencia, de la madurez. Eso no se puede cambiar con maquillaje ni con nada".

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