La otra mano de Dios

El Vaticano tiene selección de fútbol y Michel Platini ha dicho que pretende sumarla a la UEFA para que participe en las eliminatorias de la Euro 2016. El equipo está compuesto mayoritariamente por miembros de la Guardia Suiza.




Probablemente a Manuel Garnica le hubiera gustado haber pasado a la historia como el autor de La mano de Dios. Fue un goleador de fuste. Defendió al Athletic de Bilbao hasta 1916, pero fue en 1911 cuando Manolón, como lo apodaban, alcanzó la gloria al conseguir el título de campeón de España para los albirrojos.

Y aunque la felicidad fue mayúscula, lo suyo, aquello que lo haría célebre, no estaba tanto en la cancha como fuera de ella. La lucubración de los deseos de Manolón respecto del gol de Maradona tiene que ver con eso, con su inquebrantable fe en Dios, más que con su olfato de "Pichichi". La misma fe que, luego de ser fusilado por los republicanos en la Guerra Civil de la Madre Patria, lo ha llevado a ser el primer futbolista candidato a santo. Si el proceso de beatificación de Garnica prosigue como hasta ahora, de seguro San Manolón tendrá un lugar especial en el onomástico futbolero.

El caso de Manuel Garnica es uno de muchos cruces que han existido entre la divinidad y el fútbol, cruces que, sin duda, tienen en el mítico gol de Maradona a los ingleses, el viciado, el que hizo con la mano, su epítome más vistoso. Hay otros, por cierto. El cabezazo que anotó Elías Figueroa en la final contra Cruzeiro (1975), en el estadio de Beira-Rio, y que dio a Internacional de Porto Alegre su primer título, es uno de esos. Claro, porque cuando don Elías saltó a buscar esa pelota un rayo de luz cayó del cielo e iluminó el punto exacto donde el maestro se elevó (de ahí que se conozca como el gol iluminado).

Después, está la larga lista de futbolistas que integran el movimiento Atletas por Cristo, tan extendido en estos últimos años. O la manía de algunos, como el ex jugador de Colo Colo, Toninho, de regalar biblias a sus rivales.

Pero lo que ahora está proponiendo el presidente de la UEFA, Michel Platini, está por encima de la norma: quiere que el Vaticano se afilie a la UEFA y que participe en las eliminatorias de la EURO 2016. La idea no tiene nada que ver con la renuncia del Papa Benedicto XVI. El chiste de turno decía que Benedicto -un ferviente hincha del Bayern Munich, socio del club desde antes de los '90 y amigo de conversar con los entrenadores del club- abdicaba del papado para asumir como DT de la selección blanquiamarilla.

Pero lo de Platini, claro, va por otra cuerda. Sumar un nuevo socio a la UEFA, en tiempos de crisis, no parece un mal negocio, conociendo la solidez del Banco del Vaticano. Además, no es un asunto de improvisación. Mal que mal, y aun cuando no está afiliada a la FIFA, la selección del Vaticano tiene algo de historia para contar.

Por lo pronto, el primer registro "oficial" a nivel de selecciones es un empate sin goles ante San Marino en 1994. Sus mayores goleadas se las ha propinado, en 2008, a Samoa Americana por 6-0, el mismo país que había perdido 31-0 ante Australia por las Eliminatorias de 2002 y al combinado de Palestina, en 2010, al que venció 9-1.

Con todo, hasta antes de 2010 el equipo que jugaba bajo la bandera vaticana no era exactamente una selección nacional, ya que había religiosos de diferentes lugares del mundo, además de los voluntarios de la Guardia Suiza, los miembros del Consejo Papal y los guardias de los museos, que son ciudadanos italianos.

Pero desde que en 2010 se fundó la Federación Vaticana de Fútbol, el asunto tomó otro cariz. De hecho, en su re-debut el equipo vaticano fue dirigido desde la banca por el mismísimo Giovanni Trapattoni, quien ya había dado muestras de simpatía con el mundo religioso al salpicar con agua bendita el banquillo italiano durante los partidos de la Copa del Mundo de 2002. Los últimos tres partidos del cuadro vaticano han sido sólo victorias: las goleadas ante la selección de Palestina y frente a un combinado de la Policía Romana (ambas por 9 a 1), y un triunfo ante el Principado de Mónaco, por 2-1.

Es probable que, de participar en las eliminatorias de la Euro 2016, los papales deban ampliar el estadio Pío XII en el que habitualmente disputan sus juegos, ya que los 1.976 asientos no se van a hacer muchos ante un eventual enfrentamiento con Inglaterra o Italia. Tampoco deberán invertir tiempo en levantar a alguna leyenda local, porque ya cuentan con una: el delantero Antonino Gart, un "histórico", con 58 presencias y 8 anotaciones.

Lo mejor del caso es que, más allá de la suerte que corra la selección vaticana, podremos salir de duda respecto de esas metáforas que el periodismo ha impuesto con tanto oportunismo y gracia. Si en la cancha se ven los gallos, ahora Dios tendrá fundadas razones para meter su mano de cara al arco rival y para relevar a su amaño la justicia futbolística por la divina.

Ojalá que el diablo se haga el sordo.

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