La ruta de los cuatreros del Santiago colonial

[Tour histórico] Un sendero de tierra conectaba el Cajón del Maipo con Argentina durante la Independencia. Se usaba para mensajería y contrabando. Hoy, un tour recrea las travesías de cuatreros y próceres de la patria por ese camino.




DURANTE la Reconquista de Chile, cualquier artimaña valía para conseguir información sobre los realistas y, así, poder debilitarlos. Varios eran los espías y mensajeros del Ejército Libertador que cruzaban la cordillera de los Andes para llegar a Santiago e infiltrarse entre los enemigos.

Manuel Rodríguez, el más conocido entre los encargados de esta misión, usó varias rutas entre 1815 y 1817. Una de ellas, la del río Olivares -que cruzaba todo el Cajón del Maipo-, es la que una empresa está rememorando hoy. Durante cuatro días, convoca a grupos de entre cinco y 20 personas para hacer este recorrido, que no sólo contempla cabalgatas a caballo, sino que también paradas frente a pinturas rupestres de la época y alojamiento en las mismas cuevas donde dormían quienes hacían estos arriesgados periplos.

No sólo fueron próceres los que pasaron por ahí, sino también indígenas que habitaban en la zona, cuatreros y contrabandistas. Estos usaban el sendero rústico para sus negocios en el mercado negro durante la República, ya que era el único que conectaba Santiago con Mendoza y la única vía por donde podía llegar tabaco y alcohol desde el exterior.

"Arriba de las mulas traían estos y otros productos que estaban prohibidos en aquella época. Era fácil acarrearlos por aquí, porque la geografía es más plana", explica Raúl Espinosa, dueño de Quempo Turismo, la empresa que organiza estos paseos.

Lleva dos años haciéndolos en conjunto con arrieros del sector, que conocen desde hace tiempo el sendero y sus alrededores. La mejor época es entre noviembre y marzo, porque después la nieve dificulta el paso.

La expedición parte en el río Olivares, a la altura del Cajón del Maipo (ver infografía), y culmina en el Gran Salto Olivares, punto previo al paso fronterizo Las Pircas. En total, son 27 kilómetros que los participantes cruzan durante cuatro días arriba de una mula.

Durante el viaje -que cuesta $ 60.000- duermen en las mismas cuevas que usaban cuatreros y próceres de la Independencia. Al interior todavía es posible hallar herraduras -no sólo las que les ponían a los caballos, sino que también a los vacunos- y pinturas rupestres de los chiquillanes, cultura que dominaba el entorno del valle y la ciudad de Mendoza.

"No sólo transitó por acá Manuel Rodríguez, sino también los hermanos Carrera. Ellos partían más o menos a la altura de Plaza de Armas, entonces les tomaba más tiempo. Eran 50 kilómetros entre ese punto y Mendoza", explica Raúl Espinosa.

El empresario cuenta que realistas y asaltantes como los Pincheira también usufructuaron de esta ruta entre 1817 y 1832. Aprovechaban la soledad del camino para robar mercadería a los que la trasladaban y también para llegar a sus destinos a cometer sus fechorías.

En total, son cuatro tramos de siete kilómetros cada uno, en los que se desarrollan diversas actividades, como observación geológica y de las aves que se encuentran dentro del valle.

"No es sólo un recorrido del recuerdo, sino que también una forma de conocer paisajes desconocidos hasta ahora", agrega Espinosa. Incluso, en la gran cascada, el punto final del recorrido, llegan cóndores y pumas. "A veces se puede ver a estas enormes aves que bajan a tomar agua", agrega.

El paseo por estos parajes pertenece al listado de rutas patrimoniales del Ministerio de Bienes Nacionales y está dentro de los programas de turismo rural del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap).

"Es un ejemplo de cómo buscamos potenciar el rescate del patrimonio local. Acercamos al turista a tradiciones históricas desconocidas como ésta, que refleja la vida de los contrabandistas de la época", explica el director del Indap, Ricardo Ariztía.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.