Las casas del espionaje ruso en EE.UU.

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Las propiedades fueron compradas por los soviéticos y se encuentran en la polémica por sus supuestas actividades de inteligencia.




En una suerte de represalia por la intervención de Rusia en las elecciones presidenciales, a fines de diciembre del año pasado, el Presidente Barack Obama firmó una de sus últimas órdenes ejecutivas que establecía el cierre de dos complejos de propiedad de Moscú por ser "usados por personal ruso para propósitos relacionados con inteligencia" y, además, expulsó a 35 funcionarios y sus familias que, según la Casa Blanca, trabajaban como espías encubiertos.

Pasaron cinco meses y ahora el Presidente Donald Trump buscaría devolverle los complejos a los rusos. Según el diario The Washington Post, la administración republicana estaría examinando las posibles restricciones sobre las actividades que se pueden realizar en dichas casas y también se estudiaría la remoción de la inmunidad diplomática con la que gozan, lo que permitiría -por ejemplo- la entrada de la policía.

Se trataría de dos complejos, uno en Nueva York que se conoce como Norwich House, mientras que el otro está en Maryland, y se le conoce como Centreville (en la segunda foto). Aunque el gobierno ruso tiene otras propiedades en el país.

Centreville se ubica en la península donde confluyen los ríos Corsica y Chester y su extensión es de 18 hectáreas. Según el diario The New York Times, la propiedad fue comprada por el gobierno soviético en marzo de 1972 por US$ 1,2 millones en efectivo y se convirtió en una suerte de "lugar de veraneo" para los 500 soviéticos que componían la misión diplomática en Estados Unidos.

La compra no pasó inadvertida por los vecinos que temían que "submarinos nucleares emergieran en el río Chester para capturar secretos estadounidenses y desertores", según advertía el diario local The Record-Oberserver, consignado por The Washington Post. La consternación llegaba hasta el punto en que se pensaba que los "comisionados del condado tenían órdenes de la CIA para conseguir de primera mano los secretos rusos".

Pero, poco a poco, los nuevos residentes comenzaron a ganar la simpatía de sus vecinos. Según The New York Times, los rusos enviaron al alcalde de Centreville una caja con vodka y caviar. Mientras que a otros los invitaban a comer, al más puro estilo de la serie The Americans.

Las suspicacias continuaron y en 1987 un periodista del diario Star Democrat visitó el lugar, debido a los rumores que la propiedad estaba siendo usada para el espionaje. Según el diario The Washington Post, en el artículo se daba cuenta de la valla metálica y de las cámaras de seguridad que monitoreaban la reja, pero también se mencionaban las piscinas y las canchas de tenis.

La otra propiedad a la que se ordenó la evacuación fue Norwich House en Nueva York, comprado en 1952 por los soviéticos. Tiene cinco hectáreas, con 36 habitaciones y una piscina interior. Fue adquirida como un lugar de retiro para los diplomáticos rusos, según señala el diario local Long Island Herald.

Una vecina, Liz Berens, señaló a ese periódico que pudo visitar la casa hace 15 años cuando la cuidadora le hizo un tour junto a una amiga que era rusa. Ella cree que había alguna clase de actividad ilegal en la vivienda. "Después que fui a la casa ese día me entrevistó el FBI. Ellos se reunieron conmigo y me hicieron preguntas sobre lo que vi. El FBI ciertamente sabía que había espionaje ahí", sostuvo. "No creo que el FBI sepa todo el contenido de lo que está ocurriendo, pero están conscientes de eso", añadió.

Muy cerca de ahí se encuentra otra mansión, conocida como Killenworth (en la foto principal). En un principio la prensa estadounidense señaló que ésta era la propiedad en el blanco de la orden ejecutiva de Obama. En abril de 1946, el The New York Times dio cuenta de la compra de parte de los soviéticos de un terreno de 14 hectáreas y una casa de 49 habitaciones para la "recreación y el entretenimiento de los empleados y diplomáticos".

La propiedad no ha estado exenta de controversia. En 1982 la alcaldía tuvo problemas con el Departamento de Estado, luego que le prohibiera a los diplomáticos rusos que usaran las playas vecinas y canchas de tenis en represalia por lo que el municipio sostenía eran actividades de espionaje de Moscú a las industrias de defensa de Long Island. Además, porque no pagaban impuestos.

En una forma de limpiar su imagen, el gobierno soviético invitó a la mansión a un grupo de empresarios de Long Island en 1987. El delegado soviético para la ONU, Alexander Belonogov, que ofició de guía, dijo en esa oportunidad que la decoración era austera, la capilla aún mantenía sus decoraciones originales y trabajos de madera y que la chimenea funcionaba.

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