¿Es Chile resiliente?: La nueva normalidad

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La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) define resiliencia como “la capacidad de un sistema, una comunidad o una sociedad expuesta a peligros para resistir, absorber, acomodarse, adaptarse, transformarse y recuperarse de los efectos de una amenaza de manera oportuna y eficiente, incluyendo la preservación y el restablecimiento de sus estructuras y funciones básicas esenciales mediante la gestión de riesgos”.

¿Significa que debemos arreglárnosla solos, que no necesitamos ayuda? No, pues un desastre supone que la sociedad ve sobrepasada su capacidad de respuesta, por lo que ser resilientes conlleva adoptar múltiples acciones para lograr una recuperación “oportuna y eficiente”. Implica, además, un proceso de adaptación, aprendizaje y transformación.

Al revisar la situación del Covid-19 en el país nos preguntamos, ¿cuándo acabará esta pesadilla y volveremos a la normalidad? Pero, casi con certeza, las cosas no serán como antes. Y si nos consideramos un país resiliente, no debieran serlo.

La posibilidad de una pandemia estaba latente hace tiempo, la pregunta era cuándo. El movimiento continuo de personas y bienes a nivel mundial hacen más fácil y rápida la diseminación de los virus, como quedó de manifiesto. Pero, de igual modo, una colaboración científica internacional sin precedentes ha permitido que, tras apenas un año, tengamos vacunas disponibles.

Aún hay mucho que no sabemos de la enfermedad, su tratamiento y secuelas, como han insistido el Colegio Médico, organizaciones científicas y diversos especialistas. No sabemos cuándo llegará la tan ansiada “normalidad”. O cómo será.

No obstante, nosotros y las ciudades que habitamos no podemos volver a ser los mismos, pues estábamos expuestos y éramos vulnerables a que una pandemia causara estragos, alterando modos de vida, trabajos y familias, así como somos vulnerables a otras amenazas como terremotos y tsunamis, aluviones, incendios o el cambio climático.

Como en otros desastres, los efectos del Covid-19 no son “parejos”. Han afectado de manera asimétrica ciudades y áreas rurales, a ricos y pobres, a personas con discapacidad, a mujeres y hombres de distintas edades. En síntesis, han profundizado las desigualdades existentes en Chile.

Es urgente poner en el debate público qué acciones concretaremos para recuperarnos, para que los beneficios del desarrollo lleguen a toda la población, que las ciudades sean verdaderamente sostenibles y para que aprendamos y nos transformemos, considerando los riesgos conocidos y los nuevos.

En lugar de gestionar el desastre, debemos enfocarnos en gestionar el riesgo, disminuir nuestras vulnerabilidades, prevenir nuevas pandemias y reorientar el desarrollo territorial hacia una relación distinta con la naturaleza, pasando de la explotación a la cooperación.

Nuestra Constitución debe considerar la nueva normalidad que quisiéramos generar. De lo que hagamos hoy depende cómo enfrentaremos los años que quedan de esta pandemia y la necesaria reconstrucción social, emocional, económica y política.

Debemos estar mejor preparados la próxima vez. Seamos verdaderamente resilientes. Necesitamos una normalidad distinta a la de las últimas décadas.

*Especialista en planificación territorial y gestión de riesgos de desastre. GRID Chile y Ámbito Consultores.

**Especialista en desarrollo y cooperación internacional. Universidad Libre de Berlín.

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