Bianchi M.R

Ha trabajado por tres décadas para hacer de su nombre una marca potente. Hoy, a punto de cumplir 50 años, el periodista y panelista de Tolerancia Cero, en Chilevisión, y de La hora del taco, en radio Universo, siente que lo ha logrado. Tanto, que ya puede tomarse ciertas licencias. Como desaparecer de los medios en 2015 para tomarse un año sabático en Nueva York.




Paula 1148. Sábado 24 de mayo de 2014.

Periodista. 49 años. 3 hijos. Actualmente en Chilevisión, Radio Universo, Radio Cooperativa y El Mercurio. Premio Nacional de Periodismo Deportivo". Es la presentación que los 398.607 seguidores de @bianchileiton pueden leer en su cuenta de twitter, plataforma que se ha convertido en el ring virtual para evacuar la furia de cuanto tema contingente sea digno de opinión. Es allí donde también se ha ganado rivales que lo tildan de ególatra y chaquetero. Pero, lo cierto, es que Felipe Bianchi se define como un hombre consecuente y consciente de cuanto hace y dice.

Aunque en marzo se integró al panel de Tolerancia Cero de Chilevisión, ahora, a días de cumplir 50, está más analítico en cuanto a lo que quiere y no quiere hacer; por eso, este año ha sido de grandes decisiones: dejó de hacer clases en las universidades Católica y Alberto Hurtado, tiene en stand by su columna deportiva en El Mercurio y terminando mayo deja la conducción del noticiero matinal de Chilevisión. Aunque pronto va a poder levantarse dos horas más tarde (por poco más de tres años su rutina comenzó a las 5 de la mañana), Bianchi ha tomado otra decisión aún más crucial: junto a su esposa Teresa Undurraga –dueña del Emporio La Rosa– y a sus tres hijos, partirán en junio de 2015 a Nueva York para vivir un año sabático lejos, bien lejos, del ajetreo laboral diario.

Tu decisión es bien a lo Claudia Conserva con Pollo Valdivia, que también se tomaron un año sabático en familia fuera de Chile.

Me encantaría que este fuera el primer capítulo de una serie de años sabáticos. A mí me gusta mucho viajar, cambiar de escenario. La idea inicial era hacerlo en Roma, pero luego de mucho conversar concluimos que era mejor sacar algún provecho educacional para los niños, que van a poder ir al colegio y aprender inglés. Ellos no han ido a Nueva York y lo que queremos es disfrutar de la vida cultural de la ciudad: ir al teatro, al cine, a los museos, a los parques.

¿Y tú qué vas a hacer?

Disfrutar no más. Tal vez también estudie inglés.

Pero cuando comentas los deportes yo escucho que pronuncias bastante bien los nombres de los futbolistas y equipos extranjeros.

Sí, pero no me peino.

Bueno, aún tienes un año para planificar qué hacer allá.

Aunque falta tiempo, ya tenemos todo listo. Incluso el departamento donde nos vamos a quedar.

¡Qué precavido! Gran privilegio, no todos pueden darse un año sabático.

En gran parte soy periodista porque me permite viajar harto. Entonces, siempre me pareció que si alguna vez tenía el privilegio brutal de tomarme un año sabático, lo iba a hacer. Y ya estoy pensando en el próximo destino. Me gustaría vivir un tiempo largo con los niños en Europa también.

Pero en unos años más quizás no todos tus hijos quieran sumarse. Tu hija mayor, que tiene 18, va a entrar a la universidad.

No creo que alguien no quiera vivir un año en Roma o en donde sea. Pero la decisión será tal como el chiste: "En esta casa se tira los miércoles esté o no esté el marido", entonces sería como: "En esta casa se hacen años sabáticos vaya quien vaya".

¿No te da miedo desaparecer, en términos laborales, un año?

Nada. Hay mucha gente que jamás tomaría esta decisión, sobre todo en la tele, solo por miedo que al volver se quede fuera. A mí me da lo mismo. En mi caso, igual vuelvo con un contrato, así que tengo que seguir trabajando, pero si no fuera así, también lo haría. Si tengo que volver y trabajar como mozo del Emporio La Rosa, lo hago nomás.

O sea, esta podría ser la oportunidad de reinventarte.

Me daría lo mismo empezar de cero. Tengo una confianza ilimitada en que los logros de uno tienen que ver con uno, no con la suerte ni con las casualidades, ni nada.

¿Tienes ahorros?

No tengo ningún ahorro, no ahorro absolutamente nada. Todo lo que tengo lo gasto.

No te creo.

Tengo organizadas algunas cosas, obvio. Efectivamente tengo un departamento y cosas dispuestas, pero no soy de esos que tienen la plata ahorrada en el banco. Soy malo para planificar a largo plazo. Eso de juntar cada peso para algo, ¿para qué?, si en un rato más puede que cruce la calle, me atropellen y me muera. Por eso, la plata la disfruto apenas llega.

¿Y en qué la disfrutas?

¡Ufff! Soy géminis, así que, en muchas cosas.

¿Tomas en cuenta los signos, la astrología?

No es que crea en el horóscopo diario, pero sí encuentro que las definiciones de los signos son acertadas a las personalidades. Los géminis destacamos por la multiplicidad permanente de intereses; entonces, disfruto con muchas cosas: comida, viajes, cine, literatura, política, música, deporte, incluso con la ropa. Disfruto la vida.

"Soy un hombre bastante contento, rabioso, pero contento. Es bien probable que cuando llegue a viejo me parezca mucho en personalidad a Armando Uribe, porque sigue habiendo cosas que me dan mucha rabia".

¿Te gusta comprarte ropa?

Me encanta. Yo no entiendo a esa gente que tiene mucha plata y come mal y se viste mal. Eso me hace ruido, no me calza. Para mí, la sofisticación es en todos los planos. Me interesa tanto aprender sobre las razones de la crisis en Ucrania, como saber por qué la mezcla de lino con seda hace que una tela sea mejor que otra para confeccionar un traje.

ADMINISTRARSE A SÍ MISMO

Como periodista has transitado por medios escritos, radio, televisión y redes sociales. ¿Cómo te ha ayudado esta movilidad para perfilarte?

Hace rato pasamos una época en que el horizonte laboral –en cualquier profesión– tenía que ver con trabajar por 30 años en el mismo banco, en la misma oficina y a partir de eso hacer una carrera. Eso era lo profesional. Y, más encima, en esos 30 años veías pasar 12 gerentes distintos, incluso 3 o 4 dueños y la gente se preguntaba: "¿Para qué estoy trabajando acá? ¿Cuándo me toca a mí?". Cuando llevaba 15 años trabajando en El Mercurio, en una época donde pedían exclusividad completa, me llegaban ofertas de otras partes y entonces dije: "Bueno, ¿voy a seguir trabajando por 15 años más aquí y el único que gana con mi trabajo es la empresa? o ¿ya es tiempo de darme la libertad para empezar a ganar yo?" Ahí me di cuenta que la movilidad permitiría que mi nombre se convirtiera en una pequeña empresita. Y eso es hoy.

¿Felipe Bianchi es una marca?

Sí. Es lo mismo que les pasa a los abogados que trabajan en grandes oficinas o los doctores que trabajan en los hospitales, por ejemplo. El objetivo hoy es tener la mayor libertad posible para poder desarrollar tus talentos en distintas partes, salir del anonimato. Y que el premio de ese talento sea, en rigor, en mayor porcentaje para uno, que para una empresa. Que yo me dedique al análisis político y deportivo, por ejemplo, es un camino que busqué. Por eso firmo con mi nombre, por eso en la tele y en la radio me presentan con mi nombre.

Pero poner la cara tiene un costo también. Cuando opinas, se vienen todos los dardos en tu contra.

Es que si uno quiere opinar tiene que ser con tu cara y tu nombre. Los que lo hacen con seudónimo no me interesan.

A propósito de lo que pasó con el hijo de Carlos Larraín. "Si un hijo mío no respeta un valor esencial, si atropella a alguien y sale corriendo, lo agarraría de un brazo y lo llevaría a los tribunales. Me daría vergüenza tener un hijo así".

Hablando de seudónimos, en internet se sigue actualizando la noticia de que inventas nombres virtuales para autotirarte bombos cuando tienes comentarios en contra tuyo.

La noticia sigue actual hasta hoy, pero es de hace unos 15 años cuando Jorge –guatón– Vergara, mi enemigo público del mundo del deporte, hizo quebrar a Colo-Colo y yo critiqué mucho sus acciones. Fue ahí cuando Esteban Abarzúa, periodista deportivo, lanzó el rumor de que de un IP de un supuesto computador mío de Chilevisión salían comentarios de usuarios virtuales ensalzando mi nombre y que quien hacía eso era yo.

¡Chuta que tienes enemigos!

¡Es que es un tema absurdo! Tengo más de 397 mil seguidores en twitter, tengo un buen rating en la radio y en la televisión. Si esto fuese un caso jurídico y si yo fuera mi propio abogado le diría al juez: "¿Necesita este tipo autoinventarse apoyos para ensalzar su carrera?". Ahí se quedarían todos calladitos.

¿Cómo lidias con tus enemigos?

No los tomo en serio. ¡Y hacen cosas peores! Cuando me fui de CQC, en Mega decían que me habían echado cuando en realidad lo que pasó es que me ofrecieron una excelente oferta en Chilevisión, o que fui yo quien escribió mi biografía en wikipedia, que soy un delfín de Piñera, defensor de las sociedades anónimas y pagado por Leonidas Vial. ¡Pregúntenle a Leonidas Vial lo que opina de mí y a ver si algún día me pagaría por algo!

¿Crees que te tienen envidia?

Esto le pasa a mucha gente, es el reflejo de un tipo de sociedad. Es que para algunos es más fácil imaginarse que son un símbolo del fracaso porque la vida es injusta y no hacen el raciocinio de decir: "A lo mejor a mí me fue mal porque soy flojo, un penca". Y se van en contra de quienes les va mejor que a ellos. Puro resentimiento.

CONTENTO RABIOSO

Has sido profesor de Periodismo. ¿Qué diferencias hay entre tu generación y la de hoy?

Las generaciones jóvenes escriben pésimo. Y eso tiene que ver con que leyeron poco. Si hoy se descontaran puntos por cada falta de ortografía habría promedios cero.

Si los jóvenes no leen, ¿cómo inculcas la lectura en tus hijos?

Creo que los ejemplos se trasladan aunque sea por osmosis. En los dos más chicos, que tienen 11 y 10 años, sí estoy pendiente de generar espacios para la lectura. Pero creo que al verme a mí leyendo, de alguna manera, también lo van a hacer por imitación. A propósito de eso, yo soy un amante de la decoración y leo muchas revistas extranjeras sobre el tema, donde salen casas con enormes bibliotecas. Cuando veo las fotos de las revistas de las casas de la elite chilena, en los livings, con suerte, hay dos libros. Ahí yo me digo: "¿Dónde están los libros? ¡Qué gente más rara que no lee!".

¿Y qué lees?

En el año, leo siempre todos los diarios y las revistas, pero tengo poco tiempo para libros. En el verano me leo unos 9 libros de corrido en un mes. Lo último que leí fue Lemebel, Gumucio y su tema con la abuela, el libro de Ricardo Lagos que me regaló cuando lo entrevisté, las historias de fútbol del argentino Eduardo Sacheri, a Rubem Fonseca... y puedo seguir.

¿Qué enseñanza les transmites a tus hijos?

El interés variado por el mundo cultural y la actualidad. En la mesa conversamos de reforma tributaria y ellos participan, aunque no entienden todas sus dimensiones, porque me importa que no vivan aislados sin saber lo que pasa. No quiero que vivan en una burbuja. Eso de que la gente se empieza a encerrar y que luego, en su adultez, solo se junta con la gente del colegio me parece un infierno.

Estás en contra de las burbujas.

Por eso obligo a mis hijos a ver más allá de su burbuja. Ahora, las burbujas son de cualquier lado. Eso que uno podría definir como la aberración por el clasismo me pasa en los dos lados: aborrezco a los de clase alta que miran en menos a la gente del mundo popular y aborrezco con el mismo odio y quizás con más repugnancia a la gente que aborrece a los ricos, que no es capaz de tomar distancia, que dicen: "Son todos malos, ladrones". Me parece igual de absurdo que lo otro. No creo que los pobres sean mejores, ni los ricos tampoco. Son todos iguales en términos humanos. Para mí, me es genuinamente igual de interesante un obrero que el presidente de un partido.

¿Así te educaron a ti?

A mi papá lo veía saludar atentamente a todo el mundo. Es abogado y músico, un tipo culto. Aunque no viví muchos años con él porque son separados, de él aprendí su gran aprecio por todas las personas, sin importar quiénes son. De él también les transmito a mis hijos las distancias con las militancias, que tiene que ver con que uno pierde mucho intelectualmente siendo socio de cualquier club: una religión, un partido o lo que sea. A mis hijos los voy a defender, siempre y cuando sus acciones vayan de acuerdo a los valores y las normas de convivencia social.

¿Cómo así?

Por ejemplo, lo que pasó con el hijo de Carlos Larraín y la pelea que se armó entre quienes lo defendían aduciendo: "¿Pero usted no habría hecho lo mismo? ¿No habría ayudado a su hijo para evitar que se vaya preso?". Yo soy de la parte de la sociedad que dice: "Por supuesto que no. No respetaste un valor esencial, ¿atropellaste a alguien y te arrancaste?". Agarraría de un brazo a mi hijo para llevarlo a tribunales. Me daría vergüenza tener un hijo así.

Cumples 50 años en un par de días. ¿Qué reflexiones te merece llegar a las cinco décadas?

Me siento tremendamente afortunado de poder haberme dedicado a lo que me gusta y que me paguen por eso. También de mi familia y la vida sentimental que he tenido. Soy un hombre bastante contento; rabioso, pero contento. Es bien probable que cuando llegue a viejo me parezca mucho en personalidad a lo rabioso del tipo Armando Uribe porque sigue habiendo cosas que me dan mucha rabia.

La rabia puede avejentar más. Y Uribe es tan rabioso que no sale de su casa.

Sí, pero para mí tener rabia es una señal de estar vivo, de que las cosas no te dan lo mismo. Además, yo me descargo harto porque no me quedo callado, entonces evacúo constantemente la rabia, así no se acumula.

¿Y te gustas a ti mismo con 50 años?

A veces sí a veces no. Estoy conforme, no me he hecho tan mierda como podría haberlo hecho, porque en mi juventud tuve un estilo de vida muy exigente para varios de mis órganos.

¿Para tu hígado?

Ese, entre otros.

A ti te ha ido bien en el amor. ¿A qué lo atribuyes?

No me quejo nada. Llevo 12 años de matrimonio, más dos de pololeo con mi señora. Y con la Consuelo (Saavedra) estuve 10 años, cinco de pololeo y cinco de matrimonio.

¿Te consideras estable?

Claro, cuando hay amor las cosas duran.

¿Y cuándo no?

Creo que siempre hay que festejar el amor, en cualquiera de sus facetas, en cualquier pareja y tipo de relación y cuando los amores se terminan y surgen otros, no me parece otra solución que festejar ese amor que surge y lamentar el que se pierde. Nunca sería tan insensible como para que no sea un dolor y una herida terminar cualquier relación de pareja, pero no me imagino estar en una relación que no esté marcada por el amor.

No haces las cosas por el "deber ser".

Soy dogmático para eso pero, por eso mismo, creo que lo que es correcto, si surge el amor por otro lado, es seguir a ese amor. No creo que lo correcto sea que la importancia esté dada por un contrato nupcial. Yo creo mucho en lo correcto e incorrecto y por eso mismo es que creo que lo correcto, si hay un nuevo amor, es separarse.

"Soy un amante de la decoración y leo muchas revistas extranjeras sobre el tema, donde salen casas con enormes bibliotecas. Cuando veo las fotos de las revistas de las casas de la elite chilena, en los livings con suerte hay dos libros. Ahí yo me digo: '¿Dónde están los libros? ¡Qué gente más rara que no lee!'".

Hablando de lo correcto, en una entrevista declaraste tu obsesión por el orden.¿Sigues así?

Sigo haciendo lo correcto, que es no mezclar mi ropa celeste con la roja en los cajones, porque el celeste debe estar con el blanco y con el azul. Más allá de eso, resulta que mi estilo de vida e incluso el funcionamiento de mi cabeza están tan activos y desordenados, que necesito espacios visuales de tranquilidad. Por eso mismo necesito estar muchas veces durante el día solo y tranquilo, rodeado por un equilibrio estético y ambiental. Me cargan los que hablan por teléfono al lado de uno en los espacios públicos o los pelotudos que tocan tambores al lado de los departamentos, eso rompe ese equilibrio. Que guarde mi ropa por colores o que no aguante un cuadro chueco tiene que ver con balancear la vorágine del día. Así funciono mejor.

O sea, no has ido a terapia por eso.

Por eso, no. Pero al sicólogo he ido tres veces: una no funcionó y en las otras dos me echaron.

¿Te echaron de la terapia?

Todos los sicólogos me dijeron básicamente lo mismo: "No tiene sentido que sigamos haciendo esto porque estás compitiendo conmigo todo el rato". Y es verdad. No puedo sentarme al frente de alguien sin estar midiéndolo permanentemente. No por competir con él, sino para saber quién es. Me cuesta racionalizar la lógica de la terapia porque en el fondo no logro entender por qué hablar de ti todo el rato va a solucionar el problema.

¿Qué problema cotidiano te da rabia por estos días?

Soy de rabias permanentes, entonces lo que me hincha las pelotas hace un buen rato son los ciclistas que andan por la vereda. Llegamos a un consenso social que significa que no puedes andar en bicicleta por la vereda, que es una falta porque molesta a los peatones. Entonces siempre hay una excusa: "es que si ando por la calle es muy peligroso". Es peligroso, pero ¿eso te faculta para poner en peligro la cantidad de cabros chicos y viejas que han sido atropelladas por bicicletas?

Imagino que no andas en bicicleta.

Ando, pero por las calles.

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