En la cima de La Haya

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Abogada de fuste y reconocida experta en derecho internacional, no conoce de horarios cuando asume una causa. Por algo, integra el selecto equipo que defiende a Chile en La Haya. Casada con el abogado Fernando Atria, referente obligado para la izquierda chilena, es su fan número uno, pero tiene clarísimo que ella brilla con sus propios pergaminos. Sobre La Haya, sentencia: "No hay que exagerar el valor de lo comunicacional como un factor determinante de influencia ante la Corte".




Paula 1193. Sábado 13 de febrero de 2016.

Ximena Fuentes es mucho más que "la esposa de Fernando Atria", como rezaba el título del medio digital El Libero, cuando se refería a ella como la candidata favorita de la Cancillería para la Dirección de Fronteras y Límites. La frase sacó ronchas en las redes sociales. El propio Atria salió en su defensa con un ácido tuit: "¿Y por qué no se refieren a mí como el esposo de la experta en derecho internacional?".

"¡Qué es esto de presentar a alguien como la mujer de! En Europa sería inaceptable", afirma Ximena.

Lo cierto es que más allá de la controversia puntual –de la que ella se ríe–, le sobran pergaminos para lucir sus propios méritos. La abogada de 47 años, conocida entre sus pares por el amplio manejo en temas internacionales, integra la selecta delegación de expertos que defienden los derechos de Chile ante la Corte Internacional de La Haya. Si no la única mujer, una de las pocas voces femeninas que ha alcanzado ese sitial.

Ximena puede enfrascarse en alambicados temas técnicos, seria y concentrada, y al minuto siguiente irrumpir con una salida humorística, seguida de una explosiva carcajada. Para ella, el sentido del humor es una herramienta mágica en momentos de tensión. "También en medio de las sesudas reuniones de La Haya, improviso con mis salidas de humor inglés y consigo distender". Dice que es una actriz y novelista frustrada y se autodenomina la Krammer 2, con una secreta carpeta de imitaciones a personalidades públicas que se niega a revelar.

Abogada de la Universidad de Chile, aterrizó en La Haya durante el primer juicio en que Chile fue demandado por Perú por asuntos limítrofes. La mejor vitrina para un abogado litigante experto en derecho internacional como ella. Aun así, una anécdota hace gala de su fama de "matea y bajo perfil público". El día de la esperada audiencia en que se daba a conocer el fallo de la Corte, en lugar de entrar a la sala con sus compañeros, accedió a acompañar a un equipo periodístico de TVN que transmitía en directo desde la habitación en un hotel. El propósito era interpretar lo que decían los jueces en la sentencia. "Me perdí un momento histórico, pero estaba ahí para hacer un buen trabajo, no para sacarme fotos para la posteridad".

Meses después de la sentencia que zanjó el caso con Perú, la llamó el entonces agente Felipe Bulnes para que asumiera la coordinación del equipo chileno, esta vez, ante la demanda boliviana por una salida soberana al mar. De hecho, cuando se realizó esta entrevista, preparaba maletas para viajar a París a reunirse con sus pares, en los aprontes de la segunda etapa del juicio por la demanda boliviana, tras la sentencia en que el tribunal se declaró competente para conocer el caso. Esta vez, no viaja como coordinadora, sino como flamante directora de la Difrol (Dirección de Fronteras y Límites), elegida por Alta Dirección Pública en octubre de 2015.

¿Cómo se vive la cocina al interior de estos equipos, que deben tener niveles de exigencia altísimos?

El trabajo es duro, a veces estresante, pero es lo más entretenido del mundo. En las reuniones, todos exponen sus argumentos y se discute álgidamente, de igual a igual. Claro que esto requiere de bastante fortaleza intelectual, porque no te puedes sentir si alguien te interpela diciendo que tu argumento es ridículo. Me lo han dicho y yo lo he dicho a otros también. Es duro porque es como un ring intelectual.

¿Cuál es la impronta que le pones tú al equipo chileno?

Quizás me voy a tirar flores, pero creo que soy buen abogado, aporto estrategia jurídica para construir el caso. No sacas nada con construir un argumento lindo si no es ganador ante los jueces. Mejor buscar algo menos sofisticado, pero más eficaz a la luz de los resultados; en eso no me pierdo.

¿Has notado algún prejuicio o sesgo por el hecho de ser mujer en ese equipo de hombres?

No. En nuestro equipo tenemos abogadas excelentes y si bien el machismo está presente, es moderado. No es casualidad que las vacas sagradas en este ambiente sean hombres. Hay pocas abogadas internacionalistas que litigan en la corte. Es un ambiente ultra competitivo. A pesar de lo estudiosa y trabajólica que soy, no podría haber llegado a esos niveles donde solo vives para trabajar y no hay espacio para hacer familia. Tengo otras aspiraciones en la vida.

"No hay como un buen chiste para quebrar ambientes que se cortan con tijera. También en medio de las sesudas reuniones de La Haya, improviso mis salidas de humor inglés y consigo distender", dice Ximena.

VIVIR CON ATRIA

Ximena tiene tres hijos de 17, 13 y 11 años con Fernando Atria, con quien llevan 22 años de matrimonio. Se conocieron en la Universidad de Chile, ambos estudiantes de Derecho y ella, ocho meses mayor que él. "Me costó cuatro años conquistarlo, era difícil, porque vivía ensimismado en su mundo intelectual" recuerda. Cuando se casaron, ella consiguió un cupo y ganó una beca para hacer un doctorado en Oxford, Inglaterra. Su marido no fue aceptado en su primera postulación y decidió ir de acompañante, contra todo pronóstico.

Tu marido contó en La Tercera que en Oxford tuvo que ejercer de dueño de casa con las labores domésticas. ¿Fue tan así?

No pues, yo estudiaba y cocinaba (suelta una risotada). El aseo sí, pero hay que decir que vivíamos en un departamento tan chico que tampoco había gran trabajo. Fernando fue notable, porque aceptó ir de acompañante y yo me sentí muy mal,  porque era un sacrificio grande para él. Él me dijo: "si fuera al revés, tú no dudarías en acompañarme, así es que corresponde que me vaya contigo". Para esos tiempos era algo totalmente inusual.

¿Cómo convives con el peso de tener un marido tan mediático y polémico?

Siempre ha sido intelectual y ensimismado. Entonces, este Fernando tan mediático es mucho más entretenido, porque está más conectado con el mundo. Me entretiene verlo desplegado, con un tremendo sentido del humor.

Tú eres una fan muy activa de tu marido, al menor ataque saltas a defenderlo por las redes sociales.

¡Sí, claro! Porque a veces se hacen comentarios tan absurdos, tan duros o injustos que no me puedo quedar callada.

¿Y puedes mantener tu independencia política, teniendo él un rol público tan activo y provocador?

Mira, todo lo que Fernando piensa es gracias a mí (otra risotada).

¿Tú eres militante?

Sí, soy socialista. Cuando yo lo conocí, Fernando era DC y yo siempre fui más de izquierda. No me voy a atribuir todo el mérito de moverlo hacia el PS, porque supongo que han influido muchos factores y él ha ido evolucionando, pero sí puse mi granito de arena.

Militar en el Partido Socialista fue una decisión reciente para ella. "Creo que ahora se necesitan especialmente personas más comprometidas con ideas para pensar en un mejor país", acota. En su familia nadie militaba, aunque sí se conversaba mucho de política. Para ella, fue su madre asistente social quien marcó su visión de sociedad.

En la Universidad de Chile –cuna de una nueva generación política a fines de los 80– no tuvo un protagonismo activo como dirigente, pero sí trabajó incansablemente durante la campaña por el "No", en el plebiscito del 88. Y se explaya sobre su ideario de sociedad:

Hay una frase que me hace enteramente socialista: "No es verdad que seamos totalmente dueños de nosotros mismos. Como sociedad tenemos una responsabilidad en el bienestar de las personas. Es importante que todos reconozcamos que el emprendimiento social es sólo parte de lo que logramos en la vida; pero también es determinante lo que nos da la sociedad y hasta la suerte es un factor relevante".

LOS RECLAMOS DE LOS HIJOS

Ximena Fuentes vive cada desafío laboral con un entusiasmo que la desborda. En octubre del 2015 asumió la jefatura de la Difrol, organismo asesor de la Cancillería con un rol clave en temas limítrofes y de frontera, pasando al bando de los funcionarios públicos, con 64 personas bajo su cargo, una cantidad de trabajo que a ratos, dice, la desvela. "He descubierto un alma de jefa que no había explotado, no sabía que la tenía y me ha entusiasmado. Pero he perdido una importante cuota de libertad para opinar y tomar decisiones, y eso es un costo alto para mí".

Al día siguiente de asumir su nuevo cargo, se desató el conflicto por el llamado triángulo terrestre en la frontera con Perú, por la creación de un nuevo distrito peruano en una zona que pertenece territorialmente a Chile. Ella, conocedora del tema por su experiencia en La Haya, se sentó en la mesa de manejo de crisis, junto a los funcionarios de la Cancillería: "Fue como rendir examen de entrada, pero me sentí muy acogida y mi opinión valorada por todos los funcionarios de carrera diplomática. Ellos aportan una mirada más política y yo complemento con una visión de estrategia jurídica, con experiencia en temas medioambientales y de desarrollo sustentable, que es parte de la mirada más moderna de las relaciones con los vecinos. Esperaba encontrar, de nuevo, actitudes más machistas, pero de eso, nada. ¿O será que los diplomáticos son muy diplomáticos y no me he dado cuenta?", suelta una carcajada.

Poco horario libre queda en la agenda. Ahora está sumergida en su nuevo rol en la Dirección de Fronteras, pero no puede descuidar sus responsabilidades con la delegación chilena ante La Haya, que avanza en paralelo. Tiene que leer todos los documentos que llegan a sus manos y estar al día. Y no son pocos textos. En su casa, se encierra en una sala biblioteca, donde se sumerge en su computador. "Soy trabajólica, si tengo que trabajar sábado y domingo, lo hago. Y claro, los niños me reclaman".

¿Cuánto te afectan esas quejas de tus tres hijos?

No me duelen tanto, porque yo les digo que va en su beneficio también, que tener una mamá así les va a traer también cosas buenas –esboza una sonrisa, pero luego se queda en silencio–. Es cierto que me cuesta mucho desenchufarme. A veces estoy en el computador y de repente me hablan y yo les digo ya, ok. Me quedan mirando y me dicen: mamá, ¿qué te dije? Esa queja me duele, lo encuentro terrible, porque me siento pillada.

¿Y reaccionas?

Claro, les pido que me repitan lo que dijeron. Ahora, cuando estamos de vacaciones, estoy en un cien por cien para ellos y me desenchufo completamente. Hacemos viajes espectaculares y entretenidos, dentro o fuera de Chile.

"Soy trabajólica, si tengo que trabajar sábado y domingo, lo hago. Y claro, los niños reclaman", dice Ximena. Y agrega: "Tampoco hay que exagerar. Es la mamá que les tocó y siento que los hijos perdonan. ¿Cómo no me van a perdonar a mí? les demuestro gran amor y estoy segura que se sienten ultra queridos".

¿Cómo manejas la adolescencia de tus hijos con tanta dedicación a tu trabajo?

La peor edad de una mujer es los 13 años y la segunda peor edad de una mujer es cuando tu hija tiene 13 años. Y mi segunda hija está en esa etapa. Pero para eso tiene que haber un padre muy presente y Fernando es el mejor papá del mundo. Los niños se apoyan mucho en él. De hecho, hay muchas cosas que yo creo que se las han contado antes a él que a mí. Pero no me siento culposa, a pesar de todo.

Sin embargo, no parece un tema muy resuelto para ti.

Tampoco hay que exagerar. Es la mamá que les tocó y yo siento que los hijos perdonan. ¿Cómo no me van a perdonar a mí? Les demuestro gran amor y estoy segura que se sienten ultra queridos. Somos una familia de abrazos, de decirnos que nos queremos hasta más allá de la luna, no tenemos susto a lo empalagoso y creo que eso es valiosísimo. Es cierto que me reclaman, pero al final, ellos saben que estoy para lo importante, porque las prioridades las tengo claras.

"A VECES SE GANA PERDIENDO"

Así como Ximena se explaya en los temas que le apasionan, y emerge la pasión por la academia que tiene enraizada cuando se trata de explicar fallos o asuntos jurídicos, es muy cautelosa cuando rozamos los asuntos de Estado. Ahí se instala la abogada y la estratega, que no suelta una sola palabra de más y no emite juicio fuera de lo estrictamente técnico.

Al equipo chileno se le ha criticado que han sido poco estrategas, que minimizaron los argumentos del oponente y que les faltó marketing para vender la causa chilena. Esto, frente a un Evo Morales que recorre el mundo y logra que Angela Merkel o que el mismo Papa Francisco pongan su tema en agenda.

El caso se va a ganar en una corte y esa puede ser más o menos permeable a lo que pase en el entorno. Yo pienso que la Corte de La Haya considera aspectos políticos, indudablemente, y los jueces no están leyendo la prensa y los diarios chilenos o bolivianos, además de que no hablan español.

Pero el nombramiento de José Miguel Insulza como agente chileno parece dar la razón a esa crítica, porque tiene un perfil mucho más político que técnico.

Insisto, no hay que exagerar el valor de lo comunicacional como un factor determinante de influencia ante la Corte. Si bien acepto que hay un factor político que pesa, es un error suponer que Bolivia va a ganar el juicio porque el presidente Evo Morales diga que alguien apoya su causa. Los jueces no son frívolos. Ninguno. El juez va a leer todos los documentos y se va a armar su propia opinión, tomando todos los factores en cuenta. Es un error pensar que los casos se ganan comunicacionalmente.

¿Cómo  Chile pudo jugar mejores cartas?

No me puedo pronunciar sobre ese detalle, pero no es verdad que dejamos fuera los factores políticos. Nuestro equipo tiene abogados extranjeros que no son ingenuos, han estado en muchas causas de alto impacto político, por lo tanto, no viven en un limbo, son muy realistas. Creo que la sentencia no nos fue favorable, pero no por problemas comunicacionales.

¿Por qué declaraste en radio Duna, recién conocido el fallo de 14 a 2 contra Chile, que "esto es una derrota que es una victoria para Chile"?

La Corte decidió que tenía jurisdicción para conocer la demanda de Bolivia, pero lo importante es que la acotó. Originalmente, Bolivia pedía una obligación de negociar con un resultado predeterminado, que es la cesión de territorio chileno. Y los jueces dijeron que van a pronunciarse si procede la demanda sobre una obligación de negociar, pero sin un resultado predeterminado. A veces se gana perdiendo. Esto no es blanco y negro. Lo que sí, vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con problemas con nuestros vecinos, porque esa es nuestra realidad.

¿Qué perdió el equipo chileno con la salida de Felipe Bulnes y qué gano con la llegada de José Miguel Insulza?

Perdió los ojitos azules de Felipe Bulnes, ríe a carcajadas y hace un gesto de que este tema no va más. ·

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