Los 50 de Katherine

2014 ha sido un año de celebraciones para la animadora y actriz Katherine Salosny: en marzo cumplió 30 años de carrera televisiva y, a principios de mayo, festejó su primer año como conductora de Mucho Gusto, el matinal de Mega. Entremedio de ambos aniversarios hubo uno aún mayor. El 8 de abril cambió de folio para pasar a los 50, una etapa que asume sin culpas ni disculpas y que, aquí, desglosa en todos sus tópicos.




Paula 1147. Sábado 10 de mayo de 2014.

Los 50

"No tengo ningún drama con mi edad. De hecho, celebré en grande en un quincho y llegaron 85 amigos, ¡solo faltaron siete! Cumplir 50 es importante porque inevitablemente sentí que estaba en la mitad de la vida e hice un racconto profundo, pues hay una sensibilidad distinta: lo que hice, lo que dejé de hacer, las experiencias de vida y lo que se viene para delante, que es como un poco el descuento, y eso –reconozco– da un poquito de vértigo. Ya no pienso tanto en cómo conquistar la vida porque ya pasé por eso, entonces tengo una templanza, una tranquilidad y una aceptación poderosa pero, al mismo tiempo, como estoy con una mochila tan liviana, digo: 'quiero cachar más la vida'. Eso es como una contradicción que se produce sutilmente".

Cómo me veo

"Me gusta la imagen que me devuelve el espejo: me gusta cómo soy y cómo ha pasado el tiempo. No soy la misma que hace 20 años, pero no pretendo serlo tampoco. En lo que sí invierto son en buenas cremas para la piel y buenos champús porque, por ejemplo, tengo muy poco pelo y es muy delgado; es espantoso, como una pelusa, entonces tengo que cuidarlo. En la cara me he sometido un par de veces a un tratamiento láser para desmanchar, proceso que, además, activa el colágeno. Con las cirugías soy muy tolerante si alguien quiere hacerse una, pero no son para mí, ¡me da terror que me cambien la expresión de la cara! En la vida real no uso nada de maquillaje. Me preocupo poco de la alimentación, como hago harto deporte no me limito en las comidas. Me preocupo, eso sí, de tomar tres vasos grandes de agua en ayunas, de comer frutas en la mañana, tomar tres litros de agua al día y tomar vitaminas, que tienen antioxidantes para fortalecer y mejorar el pelo, las uñas y la piel. No tengo celulitis porque he sido deportista toda mi vida".

El deporte

"El deporte es fundamental, no tiene que ver con una cosa de culto al cuerpo ni con la perfección estética, sino con un estilo de vida que me inculcaron desde que tengo uso de razón. Si pasan dos días en que no hago deporte me descompenso. Para mí ha sido un recurso importante para mantener en línea tanto el cuerpo como la mente porque tengo una tendencia a ser depresiva y el deporte me permite evacuar esa energía. Dos veces por semana practico una hora de kickboxing; el resto de los días hago natación y me traslado en bicicleta por la ciudad. Los fines de semana voy con un grupo de amigos a subir cerros en travesías de 3 o 4 horas. ¡No puedo vivir sin moverme!".

La salud

"Soy maniática con el doctor. Un amigo médico me dijo: 'A partir de los 50 empiezan los achaques'. Y altiro me empecé a sentir mal. Todos los años me hago exámenes de prevención; chequeos generales donde me miden el colesterol, el azúcar en la sangre y esas cosas, además de la mamografía y el Papanicolaou. Es una conducta que he adquirido ahora. Antes, cuando era más joven, me sentía más omnipotente, temeraria. Pero con el paso del tiempo estoy más pendiente de mi salud y enfocada en prevenir. Otro tema que me preocupa es que a los 50 una está más consciente de que se acerca la menopausia. Tengo amigas que lo han pasado pésimo con los bochornos y otras para quienes fue un alivio porque ya no tienen el riesgo de embarazo y se sienten más libres. A mí hasta ahora no me ha pasado nada, pero tengo un miedo latente: que se te acabe la pasión, eso me da pánico".

La vejez

"El único temor que me da envejecer es la enfermedad, el achaque, porque inevitablemente el cuerpo y la mente se van deteriorando. Eso me asusta. Me da miedo no ser autovalente, que un día no me pueda levantar porque me dolió la cadera o que haya una disociación entre mi cuerpo y mi mente. Pero, bueno, es el decantamiento natural de la vida. Lo importante es cómo uno llega a esa etapa. Yo espero llegar bien".

El amor

"A mí me han amado mucho, tal vez más de lo que yo he amado. A veces he seguido de largo porque he optado por mi libertad, puesto que en algunas épocas le he tenido miedo al compromiso. No creo que amor y libertad sean incompatibles, de hecho es el ideal para mi gusto. Pero, por lo general, las relaciones se basan en la posesión y a los hombres les cuesta lidiar con mujeres independientes. Yo no creo que una pareja tenga que hacer todo lo que yo hago o que le tenga que gustar todo lo que a mí me gusta. La vida en pareja es difícil y para lograrlo hay que estar bien resuelto. No me cierro a la idea de que la vida me sorprenda. Pero, por el momento, tengo buenos amigos".

La soledad

"Soy una mujer independiente, me encanta mi independencia y siempre he defendido mi libertad. Que a la gente le interese tanto ¿por qué no me casé? o ¿por qué no tengo hijos? tiene que ver con que somos un país súper conservador y machista que no comprende otra forma de llevar la vida. Además, es siempre a la mujer a quien le hacen esa pregunta, jamás a los hombres. Chile es un país que está constantemente recordándoles a las mujeres cuántos años tienen, entonces ven que alguien tiene más de 35 y se extrañan cuando hay una mujer soltera y sin hijos. Va una cosa asociada a la otra. No entienden por qué no estás dentro de los cánones, entonces te conviertes en una mujer extraña, rara. Yo no hago las cosas por el deber ser. ¿Cuántas personas se casan por esa razón y luego traspasan sus frustraciones a sus hijos? Yo soy plenamente feliz con la vida que tengo: soy solitaria y he hecho mi vida sola. No tengo rollos con quedarme tres días sola en mi casa. No me obligo a salir ni a hacer lo que no tengo ganas. Mis amigos saben que soy así y nadie me anda tirando un salvavidas".

"Me gusta la imagen que devuelve el espejo: me gusta cómo soy y cómo ha pasado el tiempo. No soy la misma que hace 20 años, pero no pretendo serlo tampoco. Las cirugías no son para mí, ¡me da terror que me cambien la expresión de la cara!".

Los hijos

"Nunca me impuse no tener hijos, no fue una imposición, pero llegó un momento en que tuve que hacer la renuncia también. La gente joven es la que menos estigmatiza con no seguir ese canon, los de mi generación o más viejos sí porque vienen con otra formación y no se lo cuestionan siquiera. Yo tuve que hacer el duelo porque inconscientemente y culturalmente todos esperan que tengas hijos. Hacer ese duelo fue como sacarme toda la culpa impuesta por otros y también por mí. Pero luego me liberé de eso, y ya está".

El dinero

"Tengo una cosa fóbica con los números. En el colegio nunca pude con las matemáticas, algo que luego, como adulta, se tradujo en una dificultad para todo lo que tenía que ver con las platas. Durante mi primera etapa en la televisión, la de las bonanzas, me lo despilfarré todo, no ahorré nada. Fui poco previsora, entonces, cuando después quedé sin pega pasé momentos difíciles. Durante mi segunda etapa en televisión, después de cumplir 40, me propuse un sueño: comprar mi casa propia. Como nunca fui de esas que ve su cuenta para saber cuánto ha gastado, ni cuánto le queda, me hice cargo de mis limitaciones y contraté a un contador. Ahora tengo, incluso, un programa en el computador que pone todas las cuentas en orden. Me gusta invertir en experiencias, como viajes y gastronomía. No soy de comprarme ropa, ni joyas, ni nada de ese estilo. Además, ahora debo pensar en mi futuro: soy sola y nadie se va a hacer cargo monetariamente de mí".

Amante de los animales, Katherine vive con sus perros Amélie y Ruso, además de Blanca, su gata.

El trabajo

"Hubo un tiempo en que hacía televisión, teatro, radio, todo a la vez; era demasiado. Ahora, un poco antes de los 50, me dije '¿para qué tanto? No quiero abarcarlo todo'. Respeto mi tiempo libre, mi deporte y estar con mis amigos. Es muy desgastador estar cuatro horas al día en vivo y en directo en un trabajo que exige ciento por ciento de mi concentración. Me siento afortunada de estar donde estoy y hacer lo que me gusta, entonces me enfoco en hacerlo bien. Adoro mi trabajo y el equipo de personas que lo integran, me permite conocer realidades todos los días. Yo misma pedí que me mandaran a cubrir el terremoto de Iquique primero y, luego, al incendio de Valparaíso. Aunque llegué emocionalmente muy desgastada, estar allí me permitió transmitir lo que no siempre se alcanza a mostrar por la tele. Estar conectada con la gente es maravilloso, ahí siento que mi pega vale la pena".

"Soy una mujer independiente y defiendo mi libertad. Que les interese tanto por qué no me casé o no tengo hijos, tiene que ver con que somos un país conservador y machista. La gente puede no entender por qué estoy fuera de los cánones. Pero yo no hago las cosas por el deber ser".

La sociedad chilena

"Este país tiene una sociedad súper conservadora que te coarta la libertad en muchos sentidos esa es mi gran crítica: es una sociedad hipersegregada, principalmente por el tema de la educación, que deja a los ricos con los ricos y a los pobres con los pobres. Por eso creo en la educación gratuita para todos. Coartar la posibilidad de que nos mezclemos es mucho más grave. De esta forma, se eliminaría la obsesión de la gente por categorizar: en qué colegio y universidad estudiaste, cuál es tu apellido y en qué sector vives. Eso me violenta de sobremanera. Lo mismo ocurre cuando se dice que la familia es lo más importante para la sociedad, ¿cuál familia? ¿la mamá y el papá que se tienen que casar por la iglesia? Esa es otra forma de segregar. Hay tanta gente que no tiene familia o que vive al interior de una donde el nivel de destrucción y violencia son terribles. Hay otras formas de construir familia, en solitario, con alguien del mismo sexo, con tus amigos. Para mí, lo más importante es el individuo".

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