Xuan Lan: “El yoga tiene propuestas para todas las necesidades y todos los momentos emocionales y físicos de las mujeres”

En Chile por el festival Wanderlust, la referente del yoga y también autora de libros como “Yoga para mi bienestar” y “Mi diario de yoga” (ambos de Grijalbo) conversa con Paula sobre su trayectoria yogui y los múltiples poderes de esta disciplina.




Su primer acercamiento al yoga fue de forma totalmente casual. Un día, un amigo -que hoy es su marido- la invitó a una clase. Siempre fue abierta a probar cosas distintas. No tenía cómo saber entonces que su vida cambiaría profundamente, aunque a pasos lentos.

“No entendía de qué se trataba. Además, hablaban con palabras en sánscrito, y yo nunca había tenido ningún acercamiento al yoga o de gente que me hubiese hablado del yoga antes”, recuerda Xuan Lan (49), quien hoy es considerada una “gurú” de la disciplina -pese a que, ya veremos más tarde, no le gusta ser definida de esa manera.

“En esa época yo no tenía una conciencia corporal muy desarrollada, entonces los movimientos fluidos me costaron al principio. Pero fue todo lo suficientemente interesante para gustarme y que yo quisiera seguir”, comenta la profesora de yoga y meditación francesa de origen vietnamita radicada en Barcelona.

A diferencia de las otras experiencias que habías tenido hasta entonces, el yoga sí transformó su vida. ¿Cómo fue ese proceso?

Me tardó, fue un proceso lento, pero seguido y sin pausas. Empecé a hacer una clase semanal durante casi un año en Nueva York y luego me mudé a España. En un gimnasio encontré a una profesora que me gustó mucho y ella me dijo que tenía un pequeño grupo fuera del gimnasio. Pasé de una a dos veces a la semana, después a cinco veces a la semana. Mantuve una misma práctica en el mismo estilo durante siete años. Recién al segundo año me apasioné por el yoga, mi cuerpo necesitó más tiempo para adaptarse a estos movimientos.

¿Qué te hizo apasionarte?

La pasión me llegó de manera paulatina por los beneficios que me aportaba, no son beneficios obvios, son beneficios que cada uno va sintiendo.

¿Cuáles fueron los suyos?

Yo trabajaba en un entorno muy estresante de una empresa tecnológica dentro del mundo financiero, durante muchas horas de trabajo presenciales. Y encontraba que el yoga por la mañana me daba un equilibrio emocional, una paz y tranquilidad que necesitaba para compensar las horas de trabajo y el estrés que podía tener. El yoga me mantenía en este equilibrio de bienestar dentro de su fluctuación.

En tu libro dices que el bienestar no es lo mismo que felicidad ¿Te sentías feliz en esa época?

Tenía momentos de felicidad, pero no era una felicidad estable. Para mí la felicidad es un estado, dentro de ese estado puede haber tristeza, puede haber alegría y en ese momento no había algo que me llenara suficiente o un propósito de vida para decir ‘estoy feliz’. Yo no había desarrollado todavía una conciencia espiritual, una conciencia personal para hacerme estas preguntas, que me llegaron poco a poco, haciendo retiros, meditación, un trabajo de desarrollo personal y espiritual. Yo soy lenta y recién al cabo de unos años y paso a paso sentí que mi felicidad profunda era estable”.

He visto muchos comentarios en tus redes sociales diciendo “me cambiaste la vida” como si fuera un cambio de switch muy repentino, a diferencia de tu proceso personal...

Sí, pienso que el yoga, la meditación y el trabajo espiritual son realmente temas muy personales, muy de sensibilidades, de experiencias, de tiempo que le dedicas. Pero yo siempre digo que el yoga te da herramientas, técnicas. Dicen que he cambiado sus vidas, pero no, yo no he cambiado nada, ellos han cambiado su propia vida gracias a las herramientas de yoga que yo divulgo. Yo solo soy un medio de difusión de una enseñanza que aprendo, que experimento y que devuelvo a mi comunidad. Son esas personas quienes están lo suficientemente abiertas, con ganas de aprender y de experimentar.

Veo que no te gusta que te digan gurú…

No, porque un gurú es una persona iluminada y que ha hecho mucho más trabajo que yo, alguien que ha creado casi que un método que puede ser como una referencia de este método. Yo no tengo un método Xuan Lan. Yo he aprendido de todos los maestros que he conocido personalmente o a través de sus enseñanzas y le devuelvo eso a la gente.

Mujeres y yoga

Tengo la sensación de ver más mujeres que hombres haciendo yoga.

Es correcto. El yoga fue inventado por los hombres en la India en una época en que las mujeres no tenían el mismo papel que hoy en día y era una disciplina más filosófica, más espiritual. Esto ha cambiado en el mundo occidental.

¿Por qué cree que hay más mujeres practicando yoga en el mundo occidental?

Esta es mi interpretación personal: la mujer tiene un momento en su vida en que hace una reflexión más personal, debe ser un reloj biológico ¿quiero tener hijos, qué tipo de vida quiero?’ y hace un trabajo de autoconocimiento, mientras que el hombre, a la misma edad, está en un momento de mayor competitividad. Entonces entre los 30 y 40 años entre las mujeres se producen una serie de preguntas más personales. Dentro del mundo del yoga pueden conocerse, escucharse, conectarse con sus propias emociones, deseos, necesidades. Además, los beneficios físicos del yoga no llegan si no hay una constancia y no le dedican mucho tiempo y eso puede ser frustrante para muchos hombres.

¿El yoga puede cumplir un rol distinto en cada etapa física de las mujeres? Pienso en la menopausia, en el embarazo, etc.

Lo bueno del yoga es que como no se enfoca solamente en la fuerza, en un músculo o en una meta, es muy integral y se puede adaptar. Tengo una plataforma que se llama XLY Studio donde hemos hecho yoga prenatal, yoga posparto, yoga para el ciclo menstrual siguiendo las cuatro estaciones del ciclo menstrual; tenemos yoga para la menstruación tanto para las mujeres que dicen ‘durante la menstruación no puedo hacer nada’, como para otras que dicen ‘yo puedo hacer deporte, pero tiene que ser adaptado’. Hay yoga para nuestro momento del mes y para nuestro momento en la vida”.

Para todo…

Sí. El yoga tiene propuestas para todas las necesidades y todos los momentos emocionales y físicos de las mujeres, para todas las edades de las mujeres y también para nuestros objetivos en el trabajo. Yo hice Ashtanga yoga durante muchos años.

¿En qué consiste?

Es un estilo donde hay más hombres, porque es más físico, es más exigente, es muy de disciplina. Y me iba muy bien en una edad en la que eso iba con mi trabajo disciplinado, horarios, mucha carga. Me funcionaba bien en esa época de mi vida. Ahora soy más emprendedora, no tengo rutina porque mis días van cambiando y he cambiado de yoga; hoy practico un tipo de vinyasa e intento hacer las clases de yin que son más restaurativas, más tranquilas, pero más profundas, donde puedo trabajar la paciencia.

Ya que mencionas la paciencia: ¿de qué manera el yoga puede ser un aporte para las mujeres en sociedades que son muy exigentes con nosotras y los roles de género?

“Para mí alguien que quiere dedicarse al yoga tiene que tener claro que va a dar servicio, no ser un gurú. Mucha gente tiene mucho ego y quiere ser gurú”.

No sé si el yoga tiene un rol a nivel social. Yo siento que gracias al yoga he encontrado esta felicidad profunda que hemos comentado antes, soy mucho más conectada con mis emociones, con mi estrés, con mi alegría, con todo lo que surge en mi vida y entonces me permite realmente estar más eficiente en lo que yo quiero hacer. He encontrado un propósito de vida que es la difusión del yoga. En mi caso el yoga ha tenido un impacto personal, un impacto profesional y cierto impacto social por la audiencia que tengo, pero no podría decir que el yoga podría ser la herramienta para un cambio social en la sociedad en general.

¿Por qué no?

Porque no todo el mundo utiliza el yoga de la misma manera, no todo el mundo tiene la sensibilidad para escucharse. Y una mala persona que hace yoga es una mala persona, el yoga no nos cambia todo. El yoga nos da herramientas, pero cada uno tiene que saber utilizarlas y aprovecharlas.

¿Pero tiene el potencial de apoyar a que seamos mejores en la sociedad?

Muchos yoguis son veganos, la mayoría está muy preocupados por el medioambiente, son gente menos agresiva, más tranquila. Digamos que el yoga es una disciplina que nos ayuda a ser una mejor versión de nosotros mismos. Después, cómo lo utilizas en la sociedad es otra cosa. Quiero imaginar que trabajas mejor, que puedes difundir más la armonía, la importancia del medioambiente. Pero ¿es el yoga suficientemente fuerte para tener un impacto social? Yo espero que sí, pero tenemos que ser mucho más yoguis.

¿Qué le dirías a otras mujeres que quieran dejar trabajos más rígidos y tradicionales para ingresar al mundo del yoga como maestras?

Primero hay que tener claro que una cosa es una experiencia personal y otra es ser capaz de hacerlo al servicio del otro. Te puede gustar mucho el yoga e ir cinco veces a la semana, pero no estar dispuesta a dar ese servicio, porque dar bienestar es dar de tu energía, dar de tu tiempo. Una vez a la semana es divertido, veinte veces a la semana es un trabajo duro.

¿Qué recomendaciones les darías entonces, considerando que ya llevas 12 años dando clases?

Yo siempre digo ‘cuidado, si quieres ser profesora de yoga, prueba con amigos, familiares unas clases a la semana antes de decir quiero ser profesora y dedicarme a esto’. Hay que tener una buena formación: no porque eres una buena yogui practicante vas a ser una buena profesora. La formación de profesora o instructora es necesaria y tiene que ser con una buena certificación. A partir de ahí, hay que ser muy humilde.

¿En qué sentido?

En que hay que empezar con prácticas como profesor. Hay personas que llevan diez año de práctica de yoga y hacen una formación y piensan que con los diez años de práctica son buenos profesores y no, empiezas desde cero como profesor. Recién a partir de ahí te das cuenta de si eres capaz de dar servicio, de estar a la escucha de estos cuerpos y mentes, de sentir la energía de la gente y dar cada semana clases. A partir de ahí, si la respuesta es ‘sí, soy capaz’, hay muchas vías: abrir una sala de yoga, ser profesor en distintos centros, organizar retiros, estar más en el mundo digital. Son muchos los formatos posibles. Para mí alguien que quiere dedicarse al yoga tiene que tener claro que va a dar servicio, no ser un gurú. Mucha gente tiene mucho ego y quiere ser gurú.

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