Columna de Andrés Benítez: Iba a ser grande… Ahora será rico

"¿Quién puede juzgar la decisión de Niemann? Probablemente, la mayoría en su lugar haría lo mismo. Pero, sin duda, es algo muy triste para el deporte".


Todo tiene un precio, dicen en el mercado. Y el precio de Niemann fue de US$100 millones. Por esa cifra es que aceptó dejar su carrera como golfista profesional y entrar a la liga LIV, la que hasta ahora sólo se conoce por repartir millonarios premios.

Es un golpe duro para los amantes del golf y del deporte que veían en Joaquín Niemann como la esperanza de convertirse en el mejor jugador del mundo. Sus números hasta ahora son notables. Con sólo 23 años, es el más joven en la clasificación del PGA Tour, donde se ubica en el lugar 19. Ha ganado dos torneos del circuito y acumulado cerca de US$15 millones en premios. Por eso, para la mayor parte de los analistas del golf, Niemann era uno de los jugadores clave de los próximos años.

Hasta ayer, cuando su mánager anunció que el golfista pasará a jugar la LIV, un circuito financiado por Arabia Saudita. Pese a que se rumoreaba, la sorpresa fue grande. Ni siquiera las gestiones de Tiger Woods, quien el fin de semana pasado viajó de emergencia a Delaware para conversar con los indecisos, entre ellos Niemann, tuvieron efecto.

Las críticas no se han hecho esperar. Comentaristas internacionales no entienden que el chileno haya optado por una liga que es una suerte de circuito de exhibición, donde no hay nerviosismo al jugar y los incentivos son las fiestas y los viajes a la lugares exóticos. Y de paso renunciar a todo lo que soñó; ganar los torneos más clásicos, los Majors, el US Open, ponerse la chaqueta verde del Masters. Incluso deja en riesgo la posibilidad de jugar los Juegos Olímpicos.

Pero claro, están los US$100 millones. Y todo tiene un precio, dicen en el mercado.

¿Quién puede juzgar la decisión de Niemann? Probablemente, la mayoría en su lugar haría lo mismo. Pero, sin duda, es algo muy triste para el deporte. Porque a partir de hoy, el chileno deja en cierta medida de ser un deportista de elite para convertirse en un hombre de negocios. Uno que calculó que si bien en el PGA ya era rico y lo sería más, nada alcanzaría la oferta que le hicieron los saudíes. Era un simple cálculo de rentabilidad.

Quizás uno hubiera esperado el camino intermedio: esperar. Seguir en el PGA, seguir haciéndose uno de los mejores, ganar el Master y ser leyenda. Porque al final del día, si una persona que tiene 23 años y US$15 millones en el bolsillo, no puede darse el lujo de soñar en grande, ¿entonces quién?

Quizá Niemann pensó lo contrario. Que todo ello era muy difícil, trabajoso y arriesgado. Y optó por pasar por caja ahora. Sólo él lo sabe. Es su decisión. Es su derecho. Pero una cosa es clara: iba a ser un grande. Pudo ser leyenda. Ahora será rico.

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