El acuerdo de impuesto global se dirige a un camino arriesgado en el Congreso de EE.UU.

El presidente Joe Biden habla antes de firmar una orden ejecutiva destinada a promover la competencia en la economía, en el Comedor Estatal de la Casa Blanca, el viernes 9 de julio del 2021, en Washington. (AP Photo/Evan Vucci)

Los grupos empresariales instan a retrasos, mientras los legisladores estadounidenses se preparan para un complejo proceso de dos etapas.


Un complejo acuerdo internacional sobre impuestos corporativos que tardó años en concretarse pronto se enfrentará a una de sus pruebas más difíciles: el Congreso de Estados Unidos.

El Grupo de las 20 principales economías respaldó el plan este fin de semana en Venecia, Italia, luego del respaldo anterior de un grupo más amplio de 130 países. El plan, destinado a limitar la elusión de impuestos corporativa, renovaría las normas internacionales de larga data y es crucial para los planes del presidente Biden de aumentar los impuestos corporativos.

“El mundo está listo para poner fin a la carrera global a la baja en materia de impuestos corporativos, y existe un amplio consenso sobre cómo hacerlo”, afirmó la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.

A medida que continúen las negociaciones en detalle, otros países buscarán ver si los legisladores estadounidenses implementan un impuesto corporativo mínimo de al menos el 15% y adoptan nuevas reglas para dividir el poder de gravar a las empresas más grandes. El Congreso mirará hacia atrás, monitoreando la rapidez con la que otros países crean impuestos mínimos y eliminan los impuestos unilaterales a las empresas digitales que han generado una oposición bipartidista de Estados Unidos.

“El resto del mundo es muy consciente de que la administración no puede obligar al Congreso”, afirmó Chip Harter, el principal negociador de impuestos internacionales de la administración Trump, que ahora está en PwC LLP (firma de consultoría sobre impuestos y seguros). “Están observando muy de cerca”.

Los negociadores internacionales dividen su trabajo en dos ideas separadas, conocidas como pilares. El Pilar Uno, impulsado por países europeos, incluido el Reino Unido, asignaría más poder impositivo a países con grandes mercados de consumidores y quitaría poder a jurisdicciones de impuestos bajos como Irlanda.

El Pilar Dos, impulsado por Estados Unidos, impondría al menos un impuesto del 15% sobre las ganancias mundiales de las empresas. Establecer ese piso hace que sea más fácil para la administración de Biden aumentar la recaudación de los impuestos a las empresas estadounidenses hasta en US$2 billones (millones de millones) durante una década, porque las tasas estadounidenses podrían subir más sin crear oportunidades significativas para que las empresas eludan impuestos cambiando las ganancias y las direcciones.

Ambos pilares presentan difíciles desafíos legislativos. Es probable que se muevan por separado en el Congreso, pero el consenso internacional se basa en emparejarlos y completar ambas tareas. Biden y Yellen enfatizan el impuesto mínimo, pero otros países se preocupan más por obtener el poder de expandir sus impuestos corporativos. Han establecido impuestos a los servicios digitales de compañías de tecnología como Facebook Inc. y Alphabet Inc. —que dicen que no pagan suficientes impuestos corporativos— y solo renunciarán a esa idea si pueden gravar a esas empresas de otra manera.

“El papel del Congreso será muy importante, porque si el resto del mundo no cree que va a conseguir lo que esperaba en (las reglas de asignación de ganancias), perderá el apetito” por el resto del acuerdo, afirmó Robert Stack de Deloitte LLP, negociador fiscal internacional de la administración Obama.

El gobierno de Biden intentará convertir su campaña por un impuesto mínimo más estricto en una legislación este otoño sin votos republicanos, mediante el uso del proceso de reconciliación presupuestaria que requiere una mayoría simple en el Senado, en lugar de los 60 votos necesarios para la mayoría de los proyectos de ley. Entonces, la Casa Blanca intentaría cambiar las reglas internacionales, quizás a través de un tratado que requiera el apoyo republicano.

Los cambios tributarios internacionales de la administración por sí solos recaudarían alrededor de US$1 billón durante una década para ayudar a pagar políticas como un crédito tributario por hijos ampliado y exenciones tributarias de energía renovable. Esa puede ser una motivación suficiente para muchos demócratas.

“Es más fácil vender la noción de aumentar los impuestos sobre las ganancias en el extranjero que aumentar las tasas a nivel nacional”, afirmó Manal Corwin de KPMG LLP, un ex funcionario del Tesoro de la administración Obama.

Los grupos empresariales están instando a Estados Unidos a esperar. Su punto: Estados Unidos impuso impuestos mínimos a las empresas estadounidenses en 2017, y los otros países no los siguieron.

“¿Realmente lo haremos de nuevo y aumentaremos nuestras tarifas de impuestos mientras esperamos y vemos si hacen algo?” afirmó Cathy Schultz, vicepresidenta de política fiscal y tributaria de Business Roundtable, una asociación de directores ejecutivos de grandes empresas.

El acuerdo de 130 países incluye un cambio importante en la forma en que el mundo ve el impuesto mínimo estadounidense existente. Bajo la administración Trump, Estados Unidos presionó a otros países para que aceptaran ese impuesto de 2017 como cumplimiento de cualquier acuerdo. El enfoque de la administración Biden sobre impuestos mínimos más estrictos cambió la posición negociadora de Estados Unidos.

El impuesto estadounidense actual se calcula globalmente, no para las ganancias de una empresa en cada país, una característica que, según los funcionarios del Tesoro, permite a las empresas beneficiarse de las ganancias en países con impuestos bajos. Sin embargo, el nuevo acuerdo respaldado por Estados Unidos dice que los impuestos mínimos se calcularían país por país, lo que dificultaría que las empresas reduzcan los impuestos al combinar las ganancias en jurisdicciones de impuestos altos y bajos. Las empresas se oponen al cálculo país por país porque es más costoso de cumplir.

El acuerdo dice que “se considerará” cómo el impuesto estadounidense coexiste con las normas internacionales en lugar de hacer que el impuesto mínimo estadounidense se cumpla automáticamente. El acuerdo establece una tasa impositiva mínima del 15% e incluye un mecanismo para sancionar a las empresas de países sin impuestos mínimos.

Esas características están ausentes en la ley estadounidense actual, pero están en el plan Biden. Ese cambio en la postura de Estados Unidos —de buscar la aceptación internacional de la ley estadounidense a buscar cambios en la legislación estadounidense— presiona al Congreso.

Si la ley de Estados Unidos no se considera conforme, las empresas estadounidenses podrían enfrentar impuestos más altos en el extranjero. Pero el acuerdo le da a Estados Unidos cierta flexibilidad a medida que se desarrolla el proceso legislativo.

La mayoría de los miembros del Congreso han prestado poca atención a los detalles de las conversaciones internacionales y los demócratas pueden aumentar los impuestos sin llegar tan lejos como quieren los funcionarios del Tesoro.

En algún momento, el Congreso recurrirá al Pilar Uno, para dar a los países más poder para gravar a las empresas que venden a sus residentes pero que no tienen mucha presencia imponible allí. Eso ha sido impulsado por la frustración europea hacia los gigantes tecnológicos con sede en Estados Unidos, que dominan sus mercados pero canalizan los pagos de impuestos a otros lugares.

Los observadores y el personal del Congreso dicen que el Pilar Uno requerirá un tratado y, por lo tanto, dos tercios de los votos en el Senado dividido equitativamente, lo que requerirá el apoyo republicano. Los detalles cruciales siguen sin resolverse a nivel internacional a medida que continúan las conversaciones hasta octubre. Yellen dijo el domingo que podría estar listo para la consideración del Congreso en la primavera de 2022 y que los funcionarios determinarían entonces qué se necesitaría para implementarlo.

Los asesores republicanos del Senado dicen que están esperando información de la administración sobre cómo el acuerdo afecta a las empresas y los ingresos estadounidenses. Un alto funcionario del Tesoro dijo que la administración negoció el acuerdo teniendo en cuenta el apoyo bipartidista, y señaló el respaldo republicano para eliminar los impuestos digitales de países extranjeros.

La administración dice que el Pilar Uno tendrá poco impacto en los ingresos, porque Estados Unidos cedería algo de autoridad fiscal pero ganaría poder sobre las empresas que venden a los estadounidenses.

Si el Pilar Uno recauda demasiado dinero, pareciera ser que los republicanos se opondrían a un aumento de impuestos. Si pierde demasiados ingresos, parecería un regalo de la base impositiva de Estado Unidos, si gran parte de la carga recae en las empresas estadounidenses, como sugieren las primeras estimaciones, eso también puede generar oposición por parte de los legisladores.

En última instancia, un acuerdo del Pilar Uno podría requerir un empujón de las empresas multinacionales estadounidenses. Las compañías pueden oponerse a la administración del impuesto mínimo, pero respaldar a Biden más tarde, afirmó Ben Koltun, director de investigación de Beacon Policy Advisors. Podrían presionar a los republicanos para que respalden el posterior acuerdo del Pilar Uno, alegando que aporta certeza y previsibilidad al orden impositivo internacional, afirmó.

“La apuesta de la administración es que la temperatura se enfriará” antes de la consideración del tratado, sentenció Koltun. “Todavía hay muchos republicanos pro-empresas”.

—Giovanni Legorano en Venecia contribuyó a este artículo.

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