La dependencia de Alemania del gas ruso limita las opciones de Europa en la crisis de Ucrania

En esta foto de archivo se puede ver el logo del proyecto de gasoducto Nord Stream 2 en una tubería de gran diámetro en la planta de laminación de tuberías de Chelyabinsk, propiedad de ChelPipe Group en Chelyabinsk, Rusia, el 26 de febrero del 2020. REUTERS/Maxim Shemetov/File Photo

Berlín es vulnerable si Occidente sanciona a Rusia por lo que está pasando en Ucrania y Moscú responde cortando las exportaciones.


La dependencia de Alemania del gas ruso ha dejado a Europa con pocas opciones para sancionar a Moscú si invade Ucrania, y a sí misma vulnerable si Rusia detiene las exportaciones de gas a Occidente.

Una decisión de hace dos décadas de eliminar gradualmente la energía nuclear y los movimientos más recientes para reducir la dependencia del carbón, en un esfuerzo por reducir las emisiones de CO2, significan que Alemania ahora depende más del gas ruso que la mayoría de sus vecinos, no solo para calefacción sino también para la generación de energía.

Este año, se cerrarán las últimas tres plantas de energía nuclear del país, justo cuando Alemania enfrenta algunos de los precios de energía más altos del mundo desarrollado. Se tiene previsto que todas las plantas de carbón alemanas deberán estar cerradas para el 2038.

Con el gas barato fluyendo de manera confiable desde Rusia durante décadas, los sucesivos gobiernos nunca construyeron una infraestructura para importar gas natural licuado más costoso de los principales exportadores como Estados Unidos o Qatar. Actualmente, el país no tiene una terminal de GNL (gas natural licuado o LNG por sus siglas en inglés).

Estos factores han convergido para convertir a Alemania en el mayor comprador de gas ruso del mundo. Obtiene más de la mitad de sus importaciones de gas de Rusia frente a más o menos un 40%, en promedio, para la Unión Europea, según la agencia de estadísticas de la UE, Eurostat.

La eliminación gradual de la energía nuclear y la salida del carbón significan que es probable que esta proporción aumente. Nord Stream 2, un gasoducto que se completó el año pasado y ahora espera la aprobación formal de los reguladores alemanes, duplicará la capacidad para las exportaciones de gas ruso al país que actualmente se canaliza a través del gasoducto paralelo Nord Stream 1.

“La decisión de eliminar gradualmente la energía nuclear y el carbón al mismo tiempo ha hecho que Alemania dependa completamente del gas ruso y sea vulnerable a la posibilidad de que Rusia pueda usar la energía como arma”, afirmó Gustav Gressel, miembro principal de política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un grupo investigación de expertos (think thank).

Funcionarios del gobierno del canciller Olaf Scholz —cuyo partido, los socialdemócratas, ha abogado tradicionalmente por tener estrechas relaciones con Rusia— han dicho en privado que anularán Nord Stream 2 en caso de agresión rusa.

Públicamente, Scholz no ha asumido ningún compromiso de este tipo a pesar de las repetidas insistencias de Washington y otros aliados. El canciller se ha hecho eco de su predecesora, Angela Merkel, que presidió la construcción de Nord Stream 2, al decir que el oleoducto es un proyecto puramente del sector privado que debe separarse de las discusiones políticas.

German Chancellor Olaf Scholz has said the Nord Stream 2 pipeline from Russia is a private-sector project that must be separated from political discussions. PHOTO: MICHAEL SOHN/ASSOCIATED PRESS

Si bien el Kremlin ha utilizado recientemente el gas como arma en sus tratos con Europa del Este, cortando los suministros para ejercer presión política, nunca lo ha hecho con Alemania, afirmó Erich Vad, un general alemán retirado y exasesor de seguridad de la cancillería. Eso, dijo, había dado forma a la visión positiva de Alemania de Rusia como un proveedor de energía confiable.

Esto está cambiando: la Agencia Internacional de Energía dijo a principios de este mes que Rusia es en gran parte responsable de la escasez de gas en Europa y que Gazprom, el exportador de gas estatal de Rusia, había reducido las exportaciones a Europa en el cuarto trimestre, en un momento en que los precios eran altos. El Kremlin ha negado el uso del gas como arma geopolítica y dice que está cumpliendo con todas las obligaciones contractuales.

Gran parte de los envíos de gas de Rusia a Europa se canalizan a través de gasoductos que atraviesan Ucrania, algunos de los cuales se remontan a la época soviética. La capacidad de reemplazarlos con exportaciones directas de gas a Alemania podría permitir a Rusia declarar la guerra a Ucrania sin tener que preocuparse por los problemas de tránsito, dijo Gressel.

“Hemos estado advirtiendo sobre este escenario durante años, y ahora está sucediendo”, afirmó. “Todo el orden de seguridad europeo está en juego y Alemania debe estar dispuesta a pagar un precio para defenderlo”.

Gazprom controla una serie de instalaciones de almacenamiento de gas repartidas por toda Alemania, que están entre las instalaciones de este tipo más grandes de Europa. Eso le da a Moscú acceso a un importante sistema de protección o amortiguación en caso de peaks de demanda y cuellos de botella en el suministro.

“Si hay una agresión militar rusa, se mostrará el grado en que dependemos del gas ruso y cuán vulnerables somos a que se use como arma política”, afirmó Constanze Stelzenmüller, miembro senior del grupo de expertos (think thank) Brookings Institution.

Los precios de la energía en Alemania ya se han disparado como resultado de la escasez de gas en Europa, y la Oficina Federal de Estadísticas informó el jueves que aumentaron un 69 % en diciembre en comparación con el mismo mes en el 2020. La crisis ha empujado a las empresas energéticas alemanas a obtener miles de millones de euros en crédito, para capear el aumento de precios.

Alemania ha realizado inversiones considerables en energías renovables, pero la transición desde los combustibles fósiles ha sido lenta y desigual. El gas natural representa alrededor del 25% del consumo total de energía de Alemania y eso aumentará a medida que el país cierre más plantas nucleares y de carbón. El uso de gas natural para la generación de electricidad en 2021 ya fue mayor que en 1990, según la Agencia Federal de Medio Ambiente.

“El gas de Rusia no se puede reemplazar a corto plazo”, afirmó Markus Krebber, CEO de una de las empresas de servicios públicos más grandes de Alemania, RWE AG, en la Cumbre de Energía de Handelsblatt este mes.

Incluso la infraestructura energética de Alemania está muy orientada a las exportaciones rusas. En 2018, el gobierno de Merkel acordó apoyar la construcción de al menos una gran terminal de GNL en la costa del Mar del Norte del país, luego de la presión del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien amenazó a Berlín con sanciones paralizantes contra Nord Stream 2.

El gobierno de Merkel se comprometió a subsidiar el proyecto y redactó una ley para obligar a las empresas de infraestructura de gas a construir conectores para la futura terminal. Pero todo el esfuerzo se abandonó cuando Trump perdió las elecciones el año pasado.

Mientras tanto, las importaciones de gas de los Países Bajos han seguido disminuyendo a medida que la producción allí disminuye debido a las preocupaciones sobre los terremotos provocados por la perforación de producción.

En un estudio del 2015 encargado por el Ministerio de Economía que simuló una interrupción abrupta de las entregas de gas ruso, los autores encontraron que las instalaciones de almacenamiento de gas alemanas tendrían que estar llenas al menos en un 60 % para seguir satisfaciendo la demanda. El miércoles, cuando aún faltan meses para un clima más cálido, los tanques estaban llenos en un 44 %, según datos de Gas Infrastructure Europe, una asociación que representa a los operadores europeos de infraestructuras de gas.

Como resultado, Alemania ahora enfrenta un trilema energético, afirmó Stelzenmüller, ya que necesita equilibrar factores ambientales, de impacto social y de seguridad.

“Hemos subestimado enormemente la parte de seguridad”, sentenció Stelzenmüller. “Una gran parte de los políticos alemanes quieren creer que los rusos son proveedores fiables, y lo han sido durante décadas. Pero ahora, desafortunadamente, hay mucha evidencia de lo contrario”.

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