Actividad física y entorno escolar: el gran desafío post pandemia

niños

La pandemia del coronavirus ha ocasionado restricciones sin precedentes en las rutinas y hábitos saludables de la población. Como medida sanitaria de prevención cambiar actividades cotidianas a modo virtual ha generado el aumento de los niveles de ansiedad en escolares, las cuales pueden, a su vez, generar estilos de vida sedentarios. Previo a la pandemia, más del 80% de los adolescentes en edad escolar no cumplían con las recomendaciones de práctica de actividad física propuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Conductas de inactividad física mantenidas son factores que intervienen aún más en el incremento del sobrepeso y obesidad en la población escolar.

La OMS considera a la obesidad como un problema de salud pública que presenta características de pandemia, afectando a más del 60% de la población mundial. La inactividad física constituye el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad en todo el mundo, y es responsable de la muerte de cinco millones de personas por año, convirtiéndose en una prioridad mundial de salud pública. Bajo esta problemática, la OMS por medio del “Plan de acción mundial sobre actividad física 2018-2030″ propone reducir la inactividad física a nivel mundial en un 10% para el año 2025 y un 15% para el año 2030, mediante iniciativas de promoción de actividad física que involucren una mirada sistémica del problema y que considere a la educación como un actor relevante.

La Política Nacional de actividad Física y Deporte promueve a la actividad física y el deporte como una herramienta de integración y transformación social. Esta política se relaciona con los nuevos indicadores de calidad de la Educación, los cuales se suman a las ya conocidas evaluaciones estandarizadas (SIMCE, PISA), incorporando a los “hábitos saludables y a la convivencia escolar” como indicadores de calidad de la educación.

La importancia de esto radica en que existe evidencia que es en la etapa escolar donde se deben aprender y fortalecer los aprendizajes de hábitos saludables y del buen vivir para que perduren en la vida adulta. Esto es de vital importancia, debido a que gran parte de la población escolar en Chile no realizó la suficiente actividad física para fortalecer su salud en el periodo previo a la pandemia, condición que se acentuó aún más durante el 2020.

Según la OMS, en contexto presencial, el 53,8% de los escolares de 11 a 17 años pasaban más de dos horas diarias en conductas sedentarias, dato relevante considerando la exposición a elementos tecnológicos (computadores, televisión, celulares y videojuegos), que favorecen actividades de bajo gasto energético. Estas cifras sugieren que los escolares chilenos no alcanzan los niveles de actividad física recomendados para ese grupo de edad por los organismos nacionales e internacionales, las cuales proponen que los niños deben realizar en promedio 60 minutos de actividad física diaria prioritariamente aeróbica y de intensidad moderada a vigorosa.

Reconociendo este problema, el Gobierno de Chile ha intensificado sus esfuerzos en ofrecer mejores condiciones de vida en sus ciudadanos, generando políticas públicas orientadas a mejorar los hábitos saludables de la población escolar, impactando en el entorno y mejorando la accesibilidad de servicios deportivos/recreativos. No obstante, los niveles de inactividad física en el país siguen siendo alarmantes.

El desarrollo científico sobre los factores que promueven la práctica de actividad física se ha centrado en atender los factores biológicos y conductuales de la población, sin embargo, se ha comprobado que analizar el problema con una mirada global es mucho más efectivo.

El modelo ecológico de la actividad física señala que las conductas de vida activa están determinadas por la influencia de factores intrapersonal, interpersonal, organizacional, comunitario, físico-ambiental, y político específicamente, influyendo en cuatro dominios de la vida activa de todas las personas: ocupación, transporte, actividades del hogar y recreación. Interviniendo cada una de ellas, se puede aumentar los niveles de actividad física de la comunidad. Basado en el modelo ecológico, numerosos estudios internacionales analizan la influencia de las características del entorno (ambientes construidos) en el nivel de actividad física de la población, analizando principalmente las características geográficas, urbanísticas, climáticas, ambientales, cultura escolar y normas sociales que facilitan o dificultan la actividad física.

En este contexto, el grupo de Investigacion en Educación Física, Salud y Calidad de Vida EFISAL, de la Universidad Autónoma de Chile, asume el llamado de diferentes investigadores del mundo de desarrollar iniciativas de promoción de hábitos saludables que consideren las características del entorno y que sea perdurables en el tiempo. Nuestro gran desafío es potenciar el desarrollo científico por medio de la colaboración con diferentes investigadores del mundo, tributando nuestro esfuerzo en las políticas públicas y en la comunidad educativa.

*Director del Grupo de Investigación de Educación Física, Salud y Calidad de Vida (EFISAL), Universidad Autónoma de Chile

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