De la beneficencia a las isapres: libro muestra la evolución del sistema de Salud en Chile desde la República al siglo XXI

De la beneficencia a las isapres: ¿Cómo se ha gestado el sistema de Salud en Chile desde los inicios de la República?
Un grupo de enfermeras atendiendo a un paciente. Foto: Memoria Chilena

El doctor en Sociología y profesor emérito de la U. de York, Jaime Llambías, repasa en "Auge y caída del Estado de Bienestar en Chile y los cambios en su sistema de Salud" la transformación de la protección social sanitaria en el país.


¿Cómo nació la idea de generar un sistema que cubra económicamente las atenciones médicas? Desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, distintas instituciones públicas y privadas han desarrollado planes para que las personas en el mundo puedan acceder a una consulta médica, una cirugía, medicamentos, e incluso masajes o tratamientos alternativos.

En Chile, la idea de implantar este modelo se gestó a principios del siglo pasado, a medida de que los procesos sociales motivaban a la clase política a negociar sobre este modelo que veía sus primeras luces en Europa.

La historia del sistema de salud en Chile, y cómo ha sido su desarrollo con el paso de los años, fue plasmado en el libro Auge y caída del Estado de bienestar en Chile y los cambios en su sistema de Salud, escrito por el doctor en Sociología y profesor emérito de la Universidad de York, Jaime Llambías Wolff. “Yo analizo desde la filosofía jurídica y política, y también desde la economía política, este proceso de negociaciones entre los distintos actores en la historia chilena, que van conformando desde 1924, incluso antes de eso, este Estado de Bienestar. Con muchas reformas que se van implementando con el correr de los años”, declara el autor.

Chile tuvo la particularidad de ser el segundo país en el mundo, después del Reino Unido, en tener un Servicio Nacional de Salud. Es decir, la política de la época se dio cuenta de la necesidad de tener un gran sistema de salud público”, explica Llambías. En particular, se refiere al modelo implementado desde mediados de los años 30 en Chile. Allí, se empezó a mirar con buenos ojos el modelo que en ese entonces implementaba el Reino Unido. Bajo las propuestas de William Beveridge, se logró crear un sistema de planes sociales para asegurar los tratamientos de salud a los trabajadores. “A partir de 1939 se empiezan a desarrollar los fundamentos del Servicio Nacional de Salud (SNS) chileno, que se concreta con su creación en 1952″, detalla.

Sin embargo, y según cuenta el autor radicado en Canadá desde hace más de 40 años, las políticas ligadas al Estado de Bienestar en Chile comienzan mucho antes. “A mediados del siglo XIX iniciaron desde Alemania las políticas más importantes de aquella época. implementadas por el canciller Otto von Bismarck”, explica. Además, el académico agrega que en esa época, “en Alemania existían grandes convulsiones sociales. El canciller Bismarck, como una forma para negociar con los movimientos sociales de la época, y para evitar el desarrollo de movimientos vanguardistas, realizó muchas reformas en el área social. Fueron conocidas como Sozialstaat o Estado social”. De acuerdo a las palabras de Llambías, las ideas de Bismarck permearon en Chile hasta los años 30, donde la parte pública de la Salud era más bien la beneficencia social.

Portada del libro "Auge y caída del Estado de Bienestar en Chile y los cambios en su sistema de Salud" de la Editorial Catalonia.

Después, el libro evalúa lo que fueron esas casi dos décadas del SNS y analiza el sistema de salud público en el gobierno de Eduardo Frei Montalva, y luego en el de Salvador Allende, donde se profundizan en estas medidas sociales. “Allí se intenta -pero no se hace- formar un sistema único que nunca tuvo lugar. En 1973 ya sabemos lo que sucedió. Hubo un gran cambio de paradigma que nos llevó al otro extremo”, reflexiona el académico.

Con la llegada de la dictadura, Chile pasó a implementar un sistema de salud de mercado, “donde efectivamente la salud dejó de ser un servicio según la necesidad de la gente a ser un servicio dependiente de la capacidad de pago de la persona, critica Llambías. En 1979 se disolvió la SNS, disgregándose en instituciones como el Sistema Nacional de Servicios de Salud (SNSS); el Fondo Nacional de la Salud (Fonasa); el Instituto de Salud Pública (ISP); y la Central Nacional de Abastecimiento (Cenabast). Además, el autor explica que este cambio en el sistema de salud “fue muy progresivo. Durante 1973 y 1980 hubo bastante resistencia desde la profesión médica por implementar un sistema privado. Finalmente se crearon las Instituciones de Salud Previsional (Isapre) y otras instancias que se fueron desarrollando durante el tiempo”.

Jaime Llambías Wolf

Paradigma de la Salud en juego

Comparativamente, Llambías también analiza el sistema de salud chileno con otros que funcionan bajo el paradigma del Estado de Bienestar, “que no es necesariamente único y estatal. En Alemania, Singapur, España existe una gran red de infraestructura privada. Miremos Canadá, que es parte de la OECD y donde yo vivo y hago clases sobre esta área. Tiene un sistema único de salud, público. Funciona como uno de los mejores sistemas del mundo, y eso que es un país capitalista con una sociedad de mercado muy avanzada”, explica.

Atención médica en Canadá. Foto referencial (AP).

Según ejemplifica Llambías, Canadá tiene un sistema de salud, en la cual el 7% u 8% entra a un fondo común de salud, que pertenece al Estado. “Todos contribuyen en función de sus ingresos: los que ganan más cotizan más y los que ganan menos cotizan menos. Incluso, los cesantes también cotizan porque se les descuenta de la pensión de cesantía”.

Al mismo tiempo, el sociólogo explica que “si me enfermo, tengo la opción de ir a la institución que quiera, de libre elección. Voy al hospital y me atienden en la misma fila que hace el dueño de una empresa o la persona que hace el aseo. Cuando llego, me atienden, me mantienen durante el tiempo necesario, y cuando llegue el momento de pagar yo muestro la tarjeta del seguro de salud al departamento de contabilidad y ya está”.

El seguro que menciona Llambías cubre solamente lo relacionado a la atención médica. Además, existen seguros complementarios manejados por privados que permiten cubrir la atención odontológica, el servicio de oftalmología, los medicamentos, e incluso masajes terapéuticos o de acupuntura. “Ese sistema, que no tiene nada de socialista, es de una sociedad de mercado que existe en muchos países, es lo que se llama un “Estado de Bienestar”, que intentó implementarse en Chile desde mediados del siglo XIX, y terminó abruptamente en 1989″, complementa.

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Bajo el contexto, donde este 4 de septiembre se deberá votar por aprobar o rechazar la propuesta redactada por la Convención Constitucional, Llambías declara que el sistema de salud podría “restablecer los principios de la solidaridad de un Estado de Bienestar”.

El autor es crítico con el sistema de mercado chileno, y dice que desde el punto de vista netamente económico, plantea, “¿cómo no imaginarse lo crítico que tiene para un país tener población que no está en su capacidad de poder producir, que está enfermo? La gente que está enferma no puede producir a plena capacidad, no puede ser eficiente. Afecta la productividad de los individuos y al mismo tiempo afecta el bolsillo de las empresas, que implica en el crecimiento económico del país”, reflexiona.

El libro escrito por Llambías aborda los principales acuerdos y discusiones que se llevaron a cabo dentro de la historia del Chile republicano para transitar bajo distintos paradigmas de atención sanitaria. “Lo que quiero demostrar es que para llegar al sistema que tuvimos hasta 1973 fue producto de muchísima negociación entre todos los actores políticos: en los gobiernos, los parlamentarios, los ministros, las centrales de trabajadores, organizaciones sociales, las centrales médicas, la prensa. Todos influyen en esta dinámica de conversación y negociación se llegan a dictar leyes. Nada de lo que se hace en un país democrático es el resultado de un dictado, sino que de un proceso de negociación”, finaliza el autor.

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