Dexametasona y una inyección de esperanza: cómo un desconocido fármaco podría salvar millones de vidas

Foto: REUTERS

Un estudio inglés mostró que el tratamiento logró salvar la vida de un tercio de los pacientes conectados a un ventilador mecánico y ordenó su uso masivo e inmediato en todo el país. Médicos locales aseguran que el fármaco ya se usa en el país, pero temperaron el entusiasmo británico y pidieron más estudios antes de masificar su uso.


Recovery es un gran ensayo británico para probar la eficacia de un puñado de fármacos contra el coronavirus. Dirigido por la U. de Oxford, sus científicos pusieron en la coctelera varios tratamientos, para ver cuál podía ser más certero para combatir el Sars-CoV-2.

La selección incluía varios ya populares fármacos, como la hidroxicloroquina -el promocionado compuesto catapultado por Trump y Bolsonaro-, el redemsivir, una de las primeras tabletas que funcionó modestamente como un antídoto para la actual pandemia, y algunos más desconocidos, como el lopinavir-ritonavir (tratamiento comúnmente usado para el VIH), la azitromicina (antibiótico de uso común), el tocilizumab (tratamiento antiinflamatorio administrado por inyección), y hasta el plasma convaleciente.

En un ensayo que incluyó a más de 2.000 pacientes, algunos de ellos con síntomas leves que no requirieron un tratamiento invasivo, otros pacientes que requirieron oxígeno y otro grupo que tuvo que ser intubado, inesperadamente el que logró los mejores, y sorprendentes resultados, fue un esteroide, la dexametasona, que redujo en un tercio la mortalidad entre los pacientes más graves de Covid-19.

“La dexametasona es el primer medicamento que observamos que mejora la supervivencia en caso de Covid-19”, indicaron los responsables del ensayo.

El estudio, avalado por el Servicio Nacional de Salud (en inglés National Health Service o NHS), el símil al Ministerio de Salud en nuestro país, fue tan exitoso, que el organismo lamentó no haberlo tenido antes, pues a su juicio se podrían haber salvado a 5.000 personas.

Fue tal el entusiasmo de los británicos, que el gobierno anunció que comenzará inmediatamente a suministrar el esteroide a los pacientes más graves.

Según los resultados preliminares, entre quienes solo podían respirar con la ayuda de un ventilador mecánico, la dexametasona redujo las muertes en un 35%, mientras que la mortalidad bajó un quinto entre quienes recibían oxígeno.

Lo mejor de todo, aseguraron, es que la dexametasona es barata, ya se comercializa “y puede utilizarse de inmediato para salvar vidas en el mundo”, anunciaron sus promotores.

En efecto, la dexametasona ha existido durante más de 50 años y se usa ampliamente para tratar enfermedades como el lupus, la artritis, las alergias y el cáncer. Aunque puede causar efectos secundarios, generalmente es una terapia segura.

En Chile, los médicos criollos trataron de temperar el entusiasmo de sus colegas británicos. Muchos reconocieron que el tratamiento ya era utilizado en algunos pacientes locales, pero como muchos médicos alrededor del planeta, pidieron más estudios para verificar la efectividad de la dexametasona.

Ello, por una serie de errores y retracciones en la literatura científica, sobre potenciales terapias para el coronavirus. Pese a que tratamiento fue inmediatamente exigido en todos los hospitales del Reino Unido, muchos expertos en Estados Unidos exigieron ver los datos y el estudio en sí, que aún no han sido revisados ​​o publicados.

Como sea, a la espera de una vacuna, y pese al escepticismo inicial entre la comunidad científica y médica, la dexametasona es la inyección más esperanzadoras de las conocidas hasta ahora.

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