Mayorías para Chile y sus ciudadanos




LOS RESULTADOS de las elecciones municipales son un fuerte retroceso para la Nueva Mayoría que es necesario asumir y escuchar.

Pero sin duda, la señal más preocupante y que debe llamar a la reflexión de todos los actores políticos, es la altísima abstención. No hay democracia sana sin participación de las y los ciudadanos.

En la baja votación hay un claro reclamo a la incapacidad de nuestro sistema democrático para dar respuesta a las demandas por mayor participación y reformas sociales.

La "Auditoría para la Democracia" del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala en su informe de 2016 que "el sistema político no se ha hecho cargo oportunamente de materias como la desigualdad social y política, la desafección y la escasa valoración ciudadana de la política y sus instituciones, la baja participación y asociatividad".

El "No+AFP" y el movimiento social por una asamblea constituyente, son ejemplos concretos.

Afrontar estas necesidades requiere un acuerdo político y social amplio. La Nueva Mayoría tiene falencias, pero se construye y oferta como una alianza que convoca a sensibilidades del centro y la izquierda política para afrontar estas tareas.

No es posible dar las respuestas que Chile requiere, si no es apostando a un entendimiento sustentado en la conformación de mayorías políticas y ciudadanas que las impulsen y defiendan.

Estoy seguro que, por sobre las legítimas diferencias que tenemos dentro de la Nueva Mayoría, todos sus conglomerados, dirigentes y base partidaria, comparten el diagnóstico de que Chile requiere un proceso de reformas profundo que devuelva la legitimidad a sus instituciones democráticas y que entregue bienestar social, avanzando paulatinamente a corregir la desigualdad sobre la cual vivimos.

Es cierto que un resultado, como el obtenido en las últimas elecciones municipales, tensiona la convivencia interna de nuestra coalición.

Pero no puede afectar la proyección de la misma.

Más bien ella depende de voluntades y objetivos comunes.

Y por sobretodo, de la convicción de que Chile requiere acuerdos amplios para transformaciones que urgen.

Y esto no ha cambiado. Chile sigue siendo un país con grandes urgencias que su ciudadanía expresa claramente y frente a las cuales quienes estamos en política debemos tener una actitud de responsabilidad.

No podemos, por un traspié electoral, poner en peligro el único instrumento que hoy asegura una alianza suficientemente amplia para afrontar los desafíos que el Chile actual nos presenta.

Hay que trabajar para corregir los errores que cometemos y que han favorecido la desafección y distancia entre ciudadanía y política.

Pero el camino no es renegar de las reformas que los chilenos y chilenas respaldaron mayoritariamente en la última elección presidencial y que siguen demandando

Debe ser la necesidad de seguir profundizando aquellos cambios que cada vez con mayor fuerza vienen planteando los chilenos, lo que aglutinará a quienes están convencidos de su necesidad.

No estamos ni por volver a los tres tercios ni por los caminos propios.

Seguimos creyendo que existe una mayoritaria voluntad progresista que puede seguir ofreciendo al país un proyecto de gobierno y de sociedad que se funde con fuerza en lo público, en el fin del lucro como motor de todo, en derechos sociales garantizados.

Y que profundice cada vez más la democracia en favor de los ciudadanos.

El nombre y la integración de una coalición, así como su programa, será más fuerte o más débil, en la medida que sigamos creyendo que la atención y escucha de las mayorías es el principal soporte de cualquier propuesta política de gobernabilidad y cambios.

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