El escorpión y la rana




EN UNA fábula de Esopo un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar el río prometiendo no hacerle ningún daño. La rana accede subiéndole a sus espaldas pero cuando están a mitad del trayecto el escorpión pica a la rana. Ésta le pregunta incrédula, ¿cómo has podido hacer algo así?, ahora moriremos los dos, ante lo que el escorpión responde, no he tenido elección, es mi naturaleza.

Esta historia nos deja una moraleja frente a las políticas públicas implementadas por el actual gobierno y su efecto sobre la economía nacional y el bienestar de su población. El actual gobierno se convenció que implementando un nuevo modelo de desarrollo basado en políticas redistributivas con un mayor gasto público y mayores impuestos, las familias más vulnerables obtendrían un mayor bienestar. Sin embargo, ya conocemos que el resultado fue totalmente opuesto.

Así por ejemplo, a partir de la Operación Renta 2017 se confirmó que el aporte de las empresas disminuyó un 0,8% respecto al año anterior, a pesar de que la tasa de este impuesto aumentó de 22,5% a 24%. Este resultado no nos debería sorprender, el impuesto corporativo es el más dañino para el crecimiento y la inversión. Más aún, todo indicaría que su efecto es asimétrico, perjudicando en mayor medida a aquellas empresas de menor tamaño, más endeudadas y con menor acceso al crédito. No se puede olvidar que la mejor política tributaria es el crecimiento económico. Por cada punto de crecimiento se pueden recaudar cerca de 700 millones de dólares adicionales.

Por otro lado, los últimos cambios al Código del Trabajo han favorecido a los trabajadores más calificados y productivos en desmedro de aquellos que tienen menos experiencia y baja productividad.

A lo anterior se suma que el país se enfrenta al primer recorte en su clasificación de riesgo, como resultado del fuerte deterioro fiscal y la debilidad de la economía. En el margen, esta peor clasificación de riesgo implicará un aumento en la tasa de interés que imponga el mercado a nuestras emisiones de deuda soberana y ello, a su vez, aumentará el costo de financiamiento de las empresas que buscan levantar capital en el exterior.

Esta nueva estructura de incentivos junto a la incertidumbre regulatoria y las desconfianzas, han propiciado un ambiente en contra del sector empresarial, con una consecuente caída en la inversión, un menor crecimiento en el largo plazo y una menor capacidad de generación de empleos.

La ruta al desarrollo no tiene atajos. Para lograr avanzar hacia un crecimiento económico sostenido en el largo plazo se requiere combinar y potenciar tres pilares fundamentales: empleo, inversión y productividad. Una reforma laboral moderna debería aumentar la participación laboral de las mujeres, jóvenes y adultos mayores. Así, por ejemplo, se deberían considerar ciertas flexibilidades en los contratos de mujeres, tales como horarios, subsidios, etc. De la misma manera, sería oportuno pensar en un contrato simplificado para estudiantes que quieran trabajar, y un salario mínimo ajustado en a lo menos tres tramos de acuerdo a la tasa de desempleo de mujeres y hombres. Para aumentar la productividad se requiere aumentar la proporción del producto que se invierte en I+D, atraer más inversión en capital de riesgo e impulsar un cambio radical en la cultura innovadora y emprendedora.

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