El último de los motoviajeros

<P>El periodista Bruno Ebner comenzó en 2008 uno de los <I>docurrealitys</I> más extensos de la televisión chilena. <I>Motoviajeros</I>, que está al aire en su tercera temporada, retrata las peripecias de un grupo de amigos chilenos que se propuso recorrer el mundo en moto. Luego de seis años y más de 80.000 kilómetros viajados, sólo él continúa con la convicción de cumplir esta hazaña. </P>




A BRUNO EBNER siempre le han gustado las motos. Desde que era niño, disfrutó de las dunas de Iquique a toda velocidad practicando enduro y motocross. Sin embargo, nunca imaginó que años después de abandonar su afición por las dos ruedas, cuando cambió el casco por un maletín y los guantes por una corbata, tomaría una decisión que transformaría su vida. En un asado "bien piscoleado", como él mismo comenta, nació el loco y ambicioso plan de un grupo de amigos: dar la vuelta al mundo en moto y, de esa idea, nació también Motoviajeros, un docurreality de aquel viaje, que es transmitido por Canal 13C.

El exitoso programa del cable ya está con su tercera temporada al aire, y Bruno es el único sobreviviente de ese grupo de amigos inicial. Mientras el resto optó por "sentar cabeza" en Chile, el periodista de 37 años, estilo hippiento y pelo largo, está decidido a armar la cuarta y última temporada. Ahora mismo se encuentra en Madrid, preparando la travesía que cerrará la serie Motoviajeros con un recorrido por Asia Oriental. El docurreality ha sido tan exitoso que prontamente será retransmitido en toda Latinoamérica y Estados Unidos, tanto los capítulos existentes como los que vengan.

Desde que comenzó el programa, ha recorrido 43 países de América, África, Europa y parte de Asia, todos arriba de la moto. Ha cruzado selvas, desiertos, caminos duros y grandes ciudades con el afán de mostrar a los televidentes las aventuras y desventuras de este largo periplo... tan largo, que las dos primeras temporadas significaron un año y medio de viaje ininterrumpido.

Ebner recuerda muy bien la fecha en que la travesía comenzó: 6 de diciembre de 2008. Ese día el grupo de los Motoviajeros (compuesto también por Tomás Karstegl, Rodny Mukarker, Tomás Harrison y Ricardo Ziede) abandonó Santiago para hacer el primer tramo del viaje hasta La Serena. "Hay que partir de a poco", comenta entre risas. "Fue divertido porque pasamos a echar bencina a Llay-Llay (provincia de San Felipe) y allí se me cayó la moto y quebré un espejo. Pensé 'no puede ser, llevo media hora andando y ya rompí la moto'". Ese primer día se convirtió finalmente en cerca de dos años. Primeramente recorrieron Sudamérica, en concreto, el norte de Chile, Argentina, Brasil, Venezuela y Colombia. Luego, cruzaron hasta Panamá para continuar por Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y México y, posteriormente, hacer un recorrido por Estados Unidos de punta a punta (desde Los Angeles hasta Nueva York), después atravesar el Océano Atlántico y seguir por Europa, a través de Dinamarca, Suecia, Alemania, Holanda, Bélgica, Suiza, Francia y España, para terminar en Marruecos, norte de África.

Una ruta maratónica que dio vida a las dos primeras temporadas de Motoviajeros. Sin embargo, este gran viaje comenzó a gestarse dos años antes, en 2006, y, curiosamente, no incluía en los planes a Bruno Ebner. "Yo nunca he tenido muy claro a quién se le ocurrió la idea del programa, porque esto nace en una junta de amigos. A mí se me convoca como periodista para ayudarlos a ordenar el tema comunicacional. Después me fui involucrando cada vez más. Incluso me compré una moto porque quería participar. Después de dos años y medio desde las primeras reuniones, nos decidimos a salir", relata.

Un cambio inesperado en el plan de vida de este periodista, que abandonó la vida de oficina para convertirse en el único de los Motoviajeros iniciales en mantener firme la convicción de recorrer los cinco continentes sobre una moto. "La vida es curiosa. Partí sólo como el asesor comunicacional del proyecto. Ahora mis amigos me dicen que operó en mí un gran cambio. De ser un periodista de prensa formal, de corbata, de querer tener una pega estable y echar raíces pasé a ser un nómade que no puede parar". Luego agrega: "Cuando terminamos con mis amigos el primer viaje, algunos retomaron sus trabajos, uno se casó, otro creó su propia empresa, pero se establecieron en Chile y se dieron cuenta de que fue el gran viaje que habían hecho, pero que ahora tenían proyectos familiares y personales. Yo también volví a Chile un tiempo. También volví a trabajar, a intentar asentarme, pero había algo que no me dejaba tranquilo. Necesitaba terminar esto y hacer una tercera temporada".

Un año después de ese primer viaje y cuando Motoviajeros ya estaba afianzado como el docurreality más exitoso de Canal 13C, Ebner inició una nueva aventura, pero esta vez con otros compañeros: Sergio Cantillana y Daniel Nielson. Con ellos continuó recorriendo el Viejo Continente con una versión de Motoviajeros "más adulto y con más datos", como él mismo dice, a través de los Balcanes, Rusia y con Turquía como destino final. El plan de la temporada futura (que sería Motoviajeros 4) es ambicioso: recorrer la Ruta de la Seda partiendo desde Bulgaria, pasando por Irán para llegar hasta China y continuar por el Sudeste Asiático. Su idea es que se le unan compañeros de ambas travesías anteriores. "Sería simbólico", comenta. Un broche de oro para una experiencia única y difícil, que implicó comer iguanas en México, sufrir con el acoso de los vendedores ambulantes en Marruecos y lidiar con la rigidez de la cultura musulmana en Turquía. "No todos los lugares te pueden gustar. A veces uno no se siente cómodo sencillamente y eso no te hace un viajero de mente estrecha".

Hasta el día de hoy, la moto con que partió Ebner -una Kawasaki KLX 650 cc- tiene 80.000 km recorridos y ha visitado cuatro continentes. "La Mítica", como a él le gusta llamarle. Con ella vivió su anécdota más extraña, en el paso de Colombia hasta Panamá donde llegaron, en barco y casi a punto de naufragar, al pequeño pueblo de Puerto Obaldía. Allí llegaron desanimados y asustados, y además debieron armarse de paciencia para esperar una semana a que llegara otro barco: "Fue muy gracioso porque empezamos a volvernos un poco locos. El pueblo es tan chico que en un rato conoces a todo el mundo, todo el día era lo mismo, todo se repetía como en El día de la marmota. Yo inventaba trámites para no aburrirme, otro estaba desesperado por irse aunque sea nadando y el otro volando como en la estratosfera", recuerda. Con esa moto también recorrió el que, según su parecer, es el mejor lugar para cruzarlo sobre dos ruedas: Estados Unidos. "A pesar de los prejuicios políticos, es un país enorme, con muchos paisajes diferentes y gente común extremadamente amable".

Con cada historia y cada lugar, el amor de Ebner por las motos y los viajes sólo ha ido creciendo más y más. "La moto te permite una cercanía mayor con las personas. No es lo mismo viajar en un 4x4 ultraequipado, que llegar a un lugar en una moto bien cargado, pasando por lluvia, calor extremo o terrenos duros. Conducir 800 km diarios en moto es difícil, no cualquiera lo hace. Más si lo haces durante todos los días durante mucho tiempo. Por eso la gente empatiza con tu causa, quiere saber tu historia", reflexiona. Un estilo de vida nómade a veces difícil, pero del cual el más constante y tozudo de los Motoviajeros no pretende salir, por lo menos en un largo tiempo: "Después de Motoviajeros vendrá la luna, no sé... (risas), me gustaría hacer muchas más rutas a lo largo del mundo. No sé si las voy a hacer con el programa, pero sí sé que no quiero perder esta forma de hacer periodismo, de entretener a través de los viajes, que es mi especialidad. ¿Lo podré hacer? No sé. A lo mejor voy a terminar volviendo a un escritorio, pero voy a intentar evitarlo a toda costa".

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