El festejo mudo: Noguera lleva a escena una familia en crisis

Este viernes llega al Teatro Camino La fiesta, del italiano Spiro Scimone, un oscuro retrato de la incomunicación familiar.




Probablemente fue hace siete u ocho años cuando el texto llegó por primera vez a sus manos. En realidad, poco importa precisar ese detalle, se dirá, pues la historia es y seguirá siendo la misma. Mientras Héctor Noguera recorre el oscuro laberinto del teatro que levantó hace 14 años en la Comunidad Ecológica, en Peñalolén, los tramoyas trabajan al ritmo de la lluvia de lunes y dan los últimos retoques a lo que parece ser la cocina de una modesta casa italiana al centro del escenario. Allí es donde todo ocurre.

Una mujer, su esposo y su hijo. Un aniversario de 30 años de matrimonio por celebrar, y una fiesta que nunca llega.

"Hay textos que, más que obras de teatro, parecen partituras musicales. Este es uno de ellos", advierte serio. "La primera vez que lo leí, me atrajo cada palabra, cada silencio y cada detalle rítmico en él. Sus personajes son como instrumentos de una singular orquesta, y sin embargo pasó mucho tiempo y varias lecturas antes de que lo notara", reflexiona  frente a una taza de café.

Fue en 2007, durante la muestra del séptimo Festival de Dramaturgia Europea, cuando el actor y director de 77 años mostró un adelanto de La fiesta, la tercera entrega del aclamado dramaturgo y cineasta italiano Spiro Scimone, de 1999. Desde su irrupción en la escena teatral de su país, el escritor de 50 años -autor de Nuncio (1994) y Bar (1997)-, fue considerado entre sus pares como una de las voces más auténticas y ásperas de la dramaturgia italiana contemporánea. Tras el estreno de sus dos primeras obras, ambas escritas en siciliano, recibió el Premio Idi Nuevos Autores y la medalla de oro Idi para la Nueva Dramaturgia en 1994 y 1995, respectivamente. Tres años más tarde ganó el Premio Ubu al mejor dramaturgo nuevo. Y no es todo: su primer filme, Due Amici, obtuvo en 2002 el León de Oro del Festival de Cine de Venecia a la mejor ópera prima, y al año siguiente el David di Donatello al mejor nuevo director. Con todo, la prensa especializada lo ha comparado con figuras como la de Harold Pinter y Samuel Beckett por lo no-dicho, por el misterio de las emociones soterradas, por los indivisibles hilos que se entrelazan por debajo de los encuentros y enfrentamientos que plantea. También por el humor irónico con que desnudó la realidad social de su país. Eso sedujo a Noguera.

"Es curioso que un texto tan lejano pueda repercutirnos tanto. En este caso, la familia italiana rural y de clase media baja que retrata, es muy similar al espectro de la familia chilena capitalina: carece de toda capacidad por expresar lo que siente". Por eso, agrega, la historia se quedó junto a él, rondándolo por años como un fantasma. "Sabía que la iba a retomar más adelante, aunque no sabía cuándo ni cómo", afirma. Siete años pasarían antes de aquel debut, fijado para este viernes en el Teatro Camino, y con Francisca Gavilán, Ricardo Fernández y Jaime Mc Manus en escena.

Como cada día, una insoportable mujer le sirve el desayuno a su esposo y a su hijo, un treintón del que poco y nada se sabe. Esa mañana bien pudo ser como cualquier otra, y sin embargo, el matrimonio decide celebrar 30 años de convivencia cuando notan que el calefón se ha descompuesto. "A partir de ese problema doméstico se teje una historia anecdótica y que nos toca hasta en lo medular".

"Es tan oscuro que llega a ser cómico", sentencia Noguera. "No sé si el público alcance a percibirlo, pero en eso hemos estado trabajando. A estas alturas, no sé ni siquiera si reirán"

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