Araucanía: la convicción de Moreno

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Foto: Roberto Candia


El viernes pasado, Pedro Cayuqueo publicó una columna en La Tercera titulada "Dialogar hasta que duela", donde sintetiza el encuentro que tuvo lugar en Villarrica bajo los conceptos de inspiración, inclusión e innovación (3xi), y narra en forma potente la mesa en que se sentaron el lonko Aniceto Norín y Bernardo Matte. El primero es un hombre tenaz y un gran líder mapuche, cuya historia conoce condenas judiciales y fallos internacionales a su favor. El segundo es un conocido empresario con intereses madereros en la zona. Se diría que no tienen nada en común. Estos son los llamados "pares improbables", personas que, de no ser por este encuentro, no tendrían posibilidad de verse ni mucho menos comprenderse, hablar, o siquiera fijarse uno en el otro. Este ejemplo, entre muchos.

El ministro Alfredo Moreno es quien promueve y dirige esta inmensa actividad, que se ha repetido en varias ocasiones. Lleva pocos meses en el cargo, por lo que es posible que la opinión pública aún lo asocie a su labor como canciller en el anterior gobierno del Presidente Piñera o a sus actividades empresariales. Pero quienes lo conocen, saben que es una persona que se desenvuelve más cómodamente en proyectos que importen un verdadero desafío y la convicción sea un motor potente. Lo que él debe haber percibido es que el problema de La Araucanía puede resolverse con la voluntad de las partes en conflicto - que son muchas, dispersas y con diferentes intereses e historias, algunas duras, amargas, a veces llenas de miedo y resentimiento- y el apoyo decidido del gobierno. Ciertamente, le puede ir bien o mal. En cualquier caso, lo que ya ha realizado es medible en toda la profundidad de un esfuerzo franco, que ha generado actos concretos y generosos de verdadero acercamiento, como el de la familia Luchsinger con Celestino Córdova. Bajo este punto de vista, lo realizado ya no será un fracaso, aunque lo que venga por delante sea preocupante o no prospere íntegramente.

Desde luego, no puede descartarse que en medio de estas conversaciones puedan producirse actos de violencia provocados por grupos radicalizados, que fuercen la intervención del gobierno y la invocación de la Ley Antiterrorista. También es posible que en los avances en el diálogo se incluyan peticiones como paralización de proyectos hidroeléctricos o forestales u otros desarrollos económicos, el establecimiento de autonomía territorial o gobierno independiente, beneficios o privilegios tributarios especiales, la liberación o indulto de personas condenadas, la reivindicación de tierras bajo ciertas condiciones, y otras iniciativas complejas.

El lado fuerte del ministro Moreno son sus convicciones. Desde allí es que ha logrado infundir confianza en personas que por años han estado distanciadas, en lucha y en permanente conflicto. Es posible que los riesgos sean mayores que las esperanzas. Dependerá de cuán profundamente logren penetrar esas convicciones, pues son el motor de cada cambio, y de cuán sólido sea el compromiso que adquiera el ministro, primero del propio gobierno, pero también de las personas e instituciones que necesariamente están involucradas en este tremendo desafío.

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