Asintomáticos

Este era el lugar de residencia comunitaria en Estación Central donde este jueves intervino la autoridad. Foto: Agenciauno


Por Gloria de la Fuente, presidenta de Chile21

Una nueva polémica ha enfrentado el gobierno esta semana a propósito de la contabilidad de los enfermos de Covid-19, que es básicamente la estadística que se realiza entre aquellas personas que se encuentran efectivamente enfermas y aquellas que, teniendo la enfermedad, no manifiestan síntomas. No quisiera en esta columna profundizar en aquello, pues será la propia contundencia de los datos y los hechos la que finalmente señalará si una u otra forma de contabilizar a las personas contagiadas es más o menos acertada respecto a la situación que vivimos. Mi intención es, más bien, hacer otro paralelo, que es asumir que la cuestión constitucional desapareció por el solo hecho de que en la sociedad chilena ya no se manifiestan síntomas del malestar, porque las condiciones impuestas por la pandemia nos han puesto en otro escenario.

Sin lugar a dudas, la situación que hemos vivido en estos meses ha implicado un vuelco de la agenda importante. Las movilizaciones que vimos desde el 18/O en adelante encontraron para muchos una promesa para la construcción de un nuevo pacto social a partir del acuerdo de un nuevo pacto social articulado, en una de sus vertientes, en la promesa de un proceso constituyente que abriría el espacio para un cambio sustantivo en la manera en que habíamos concebido la sociedad que hemos construido. Por cierto, nadie esperaba el impacto que tendría en nuestra “normalidad” cotidiana los efectos de una pandemia que ha traído no sólo un problema en términos de salud pública, sino que también en las consecuencias que tendrá para la vida social y para la economía que, en definitiva, significará desempleo y enfrentarnos cara a cara a una situación de vulnerabilidad que ya era parte de nuestra realidad. La cuestión clave para preguntarnos es ¿finalmente la sociedad chilena ya no tiene síntomas de malestar, la cuestión constitucional se acabó y las prioridades están en otro lado?.

Creo que hay una cuestión de base riesgosa en la discusión que han planteado varios actores del oficialismo por estos días. Se da por sentado que pueden nuevamente volver a revisarse los plazos del plebiscito reprogramado para octubre, por el sólo hecho de que la situación se puede poner tan hostil, especialmente en términos económicos para esa fecha, que será preciso volver a pensar en si es posible o no realizar este hito. Hay en esto una excusa que es insostenible con los procesos democráticos mismos, que es la justificación de suspender actos electorales importantes por el sólo hecho de enfrentar una situación adversa, que los ritos propios de la democracia pierdan sentido.

Es cierto que enfrentamos la pandemia más compleja de los últimos cien años, también es cierto que no estábamos preparados para enfrentar en lo político, económico y social, una situación de esta envergadura, pero ¿hace aquello desaparecer los problemas de malestar y desigualdad estructural que nos acompañan hace mucho?.

Es preciso volver a mirarnos, porque cuando todo esto pase quedarán aún más expuestos nuestros problemas en materia de precariedad en el empleo, de salud pública y, en definitiva, de vulnerabilidades con las que cada ser humano, dependiendo donde haya nacido y las condiciones básicas con las que cuente para enfrentar la adversidad, tenga capacidad para hacer frente a ello.

En esto tenemos dos posibilidades. Aplaudirnos por haber sorteado la curva de contagios y esperar que tengamos la posibilidad como país que, dentro de todo, no tengamos tantas muertes que lamentar o, pensar que hay una nueva “normalidad” que construir o aquella que requiere que la economía no limite nuestras posibilidades de transitar entre la vida y la muerte, para lo cual se necesita repensar las bases del sistema que hemos construido.

Dependerá del gobierno, de los actores políticos y del conjunto de la sociedad, volver a pensar- y para eso es un debate constitucional- que juntos podemos construir un nuevo modelo de sociedad.

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