Bachelet III: Crónica de un retorno anunciado

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La Presidenta de la República, Michelle Bachelet. Foto: Archivo / Aton

Lo político se mueve por antagonismo y si Chile Vamos no es capaz de imponer una estrategia clara de confrontación y rendición de cuentas sobre la gestión de Michelle Bachelet en los próximos años, el regreso a Macondo aparece como inevitable.



El próximo domingo, Michelle Bachelet entregará la banda presidencial por segunda vez y nuevamente, el destinatario será Sebastián Piñera. Pero más significativamente, el traspaso se hará a una coalición que ha sido incapaz de enfrentar a la Presidenta con consistencia y que, al igual que en 2010, permitirá que termine al alza su mandato y con una expectativa cierta de verla retornar en 2021.

¿Cómo dijo?

Así es. Si bien hoy la Presidenta Bachelet marca apenas un 40%, comparado con los casi 80% que marcó al finalizar su primer mandato, lo cierto es que los dirigentes de oposición, al llegar al oficialismo, sufren el despojo de sus capacidades fiscalizadoras y tienden a dejar en el olvido los errores de los períodos de gobierno de Bachelet.

A diferencia de Ricardo Lagos, a quien se le impidió la repostulación gracias a la visibilización del desastre del Transantiago, a Michelle Bachelet se le perdonó por un pecado similar y por peores desastres como el 27-F o el mal manejo económico de su primer gobierno. De manera algo ingenua, los dirigentes de derecha permitieron que emigrará a Nueva York y que su figura se acrecentara en el exterior, para volver recargada y bajo un aura de salvación a recuperar el gobierno para la izquierda.

Junto a este perdonazo; la escasa renovación de los cuadros de la Concertación y la ausencia de nuevos liderazgos, terminaron por hacer inevitable su regreso desde Estados Unidos y generaron el contexto perfecto para la imposición de las reformas radicales y transformadoras que caracterizaron su segundo Gobierno.

¿Qué pasará en los próximos años?

Lo que queda de la Nueva Mayoría seguirá igual de desconcertada como la coalición que dejó el poder hace ocho años. Sin liderazgos nuevos y sin una hoja de ruta clara sobre por qué se perdió y cómo seguir adelante, no hay ninguna figura que se pueda proyectar con el conocimiento y respetabilidad en la izquierda, que tiene Michelle Bachelet. En la vereda del frente, en tanto, la futura coalición oficialista está más preocupada de repartirse los cargos de Gobierno, de preparar su gestión gubernativa y de evitar la confrontación innecesaria con el gobierno saliente, tratando de construir puentes con la oposición más que de enfrentarla por los escombros que deja la gestión anterior.

Nuevamente, salvo algunas notables excepciones, este consenso político forzado nos llevará, irremediablemente, a que enfrentemos un desenlace terminal de cualquier alternativa de izquierda y que sea Michelle Bachelet Jeria, quien lidere el renacimiento de la oposición en algunos años más.

¿Cómo evitarlo?

Desde el propio Gobierno y también desde el parlamento, la derecha tiene que ser implacable en mostrar los graves desaciertos del Gobierno de Michelle Bachelet. Partiendo por los efectos de las reformas implementadas y también, mostrando los efectos concretos de la gestión gubernativa, mediante auditorias, investigaciones y revelaciones sobre el verdadero estado de las arcas fiscales y las condiciones en que se imponen las muchas promesas incumplidas. También tiene la misión de hacer efectiva su promesa sobre la finalización de los operadores políticos, evitando que miles de ellos sigan preparando el terreno fértil para el regreso de la ex Mandataria.

Lo político se mueve por antagonismo y si Chile Vamos no es capaz de imponer una estrategia clara de confrontación y rendición de cuentas sobre la gestión de Michelle Bachelet en los próximos años, el regreso a Macondo aparece como inevitable.

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