SEÑOR DIRECTOR
Los actos vandálicos por la conmemoración del 18-O muestran a las claras que las causas nobles, como lo es la defensa de los derechos humanos, pueden ser empleadas para destruir la democracia y la convivencia civilizada.
El progresismo de izquierda ha logrado cohibir al gobierno de hacer uso legítimo de la fuerza para restablecer el estado de derecho, imponiendo como dogma de fe que solo los agentes del Estado -es decir, policías y FF. AA.- pueden violar los derechos humanos. La quema de iglesias, los saqueos, el ataque a cuarteles de Carabineros, o la quema de vehículos, son simplemente alteraciones del orden público provocadas por grupos minoritarios infiltrados en las “manifestaciones pacíficas”. Y por declaraciones y celo con que se controla a Carabineros, pareciera que el gobierno avala esa visión del progresismo.
Así, nos encaminamos a ser un Estado fallido, donde la autoridad ya no puede o no se atreve a someter a la violencia organizada, lo que incentivaría a que la ciudadanía se organice para hacer justicia por sus manos. ¿Es eso lo que queremos? Creo que ha llegado la hora de gritar un fuerte, claro y mayoritario: ¡Basta ya, restablezcamos el estado de derecho!
Miguel A. Vergara Villalobos
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