Bebés editados genéticamente



SEÑOR DIRECTOR

Desde el descubrimiento de Crispr, técnica barata y simple para modificar el código genético, el mundo científico se ha preocupado por lo inevitable: que alguien usará esta técnica para crear "mejores seres humanos".

El anuncio de la creación de los dos bebés editados genéticamente en China, Lulu y Nana, planteó el hecho incómodo de que la comunidad científica no se autorreguló. El doctor He Jiankui no hizo esto solo, recibió ayuda de Michael Deem, su asesor doctoral y profesor de bioingeniería en la Universidad de Rice.

¿Por qué es esto impactante? Crispr no es perfecto; no es 100% eficiente, tiene efectos fuera de la secuencia del gen de interés, lo que significa que uno puede, sin saberlo, inducir cambios no deseados en el genoma.

A medida que surgen los detalles, parece llegarse a la certeza que el doctor Jiankui usó la tecnología Crispr de forma no muy sofisticada. De hecho, uno de los bebés tiene una mezcla de genoma editado y no editado y en ambos la mutación que creó es nueva, por lo que tiene consecuencias desconocidas para la proteína que codifica.

Jiankui dio a conocer sus experimentos en la Conferencia de Edición del Genoma Humano de Hong Kong, donde no se arrepintió de lo que había hecho, defendiéndose con la afirmación "si no soy yo, sería otra persona".

Esto es grave, se trata de experimentar con seres humanos, situación que fue condenada en el mundo entero durante la 2ª Guerra Mundial, donde se realizaron terribles experimentos con humanos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué harán Jiankui y la humanidad si estos bebés desarrollan enfermedades dolorosas, que pongan en peligro la vida, como resultado de su experimento de edición de genes de aficionado y moralmente censurable?

Las consecuencias aún no se saben, pero urge estudiarlas.

Kathleen. E. Whitlock

Doctora en Neurociencia y académica de la Universidad de Valparaíso

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