Cautela ante cifras de crecimiento



El Banco Central publicó el último Imacec del año 2017, que arrojó un crecimiento de 2,6% en diciembre. Con este resultado el cuarto trimestre del año pasado registró un crecimiento interanual de 2,9%, el mejor desde el comienzos de 2014.

Estos mejores resultados coyunturales han mejorado las expectativas de analistas, llevando a muchos a celebrar anticipadamente el fin del ciclo de crecimiento moderado. No obstante, con la información disponible a diciembre, el 2017 cerró con un crecimiento de solo 1,6%, similar al año previo y completando el peor desempeño de un cuatrienio (1,8%) desde mediados de los '80.

La baja base de comparación para el último trimestre del 2017 y el primero de este año, que se está traduciendo en mejores resultados económicos coyunturales, no debe eclipsar la necesaria reflexión sobre los cambios que requiere nuestra economía para retomar tasas de crecimiento aceleradas en forma permanente. El espejismo que trae un mejor desempeño económico en el corto plazo, impulsado por mejores condiciones externas y bajas bases de comparación, puede diluir el sentido de urgencia que requieren aspectos claves de nuestro ordenamiento económico como los temas tributarios, laborales y los cuellos de botella que persisten para materializar proyectos de inversión.

La administración entrante debe ir más allá que la sola generación de mejores expectativas. Su exigencia no está determinada por los resultados del gobierno saliente, que son paupérrimos, sino en la propia capacidad que demostró el país en las tres décadas de mayor crecimiento de su historia.

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