Columa de Carlos Williamson: Feto, persona y aborto



En el debate sobre la licitud de sostener que “todo ser humano es persona” se arguye que la defensa de esta afirmación solo cabe en el contexto religioso de quienes invocan las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica. Es cierto. La Encíclica Papal “Evangelium Vitae” lo aborda a la luz del derecho a la vida del que está por nacer y declara solemnemente que " .. .la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (EV, 57) y esta obligación ética incondicional de respetar toda vida humana está justificada por referencia a “la incomparable dignidad de la persona humana” y en el reconocimiento del ser humano como “imagen” de Dios.

Sin embargo, dicha tesis tiene, además, un sustento filosófico. En el trasfondo del debate está la pretensión de negar la condición de persona al feto humano en el vientre materno. Al respecto es iluminador el enfoque del filósofo alemán Robert Spaemann quien defiende dicho postulado sobre bases “racionales”. (¿Es todo ser humano persona? 1997). Spaemann señala que “ninguna madre intenta “construir o fabricar” una persona, sino que dirige su atención hacia “una persona” antes o después que nazca; este “ir hacia” es espontáneo y genuino. Ello tiene validez para el nonato que no es “algo” sino “alguien”. Es cierto que carece de autonomía, porque depende de la madre, sin embargo, se pregunta Spaemann “¿cómo consideramos a los incapacitados que tampoco son independientes?  ¿cómo meras cosas? No, los percibimos como pacientes, como enfermos y, desde luego, como personas. Todos son seres humanos con su propia naturaleza y siguen siendo personas”.

Spaemann también aborda el argumento de que la noción de persona se adquiere; es una condición de potencialidad. A lo que responde: “no hay personas potenciales; las personas tienen potencias, capacidades. Las personas pueden desarrollarse, pero, ninguna cosa se transforma en una persona. La persona, ni comienza a existir con posterioridad al ser humano, ni cesa de existir antes que éste”. Spaemann finalmente sostiene que “la obligación de reconocer a las personas incondicionalmente podría ser ilusoria o degradada si fuera una materia librada a nuestro juicio”. “La idea de derechos incondicionales, poseídos sólo después de que se reúnan, en cada caso concreto, ciertas condiciones para su aprobación, por parte de otros, es una contradicción en sí misma. Los derechos personales sólo son derechos incondicionales, si no están hechos depender del cumplimiento de alguna condición cualitativa, sobre la cual los demás decidan quiénes son ya reconocidos miembros de la comunidad del Derecho y de los derechos. Solamente puede haber y debe haber, un único criterio para ser persona: el de la pertenencia biológica a la raza humana”.

Así las cosas, la decisión de borrar de la futura Constitución la frase “todo ser humano es una persona”, podrá explicarse como fruto de una negociación política, sea para dejar espacios al aborto sin sentimientos de culpa o para evitar sanciones legales. Pero no tiene fundamentos morales ni racionales. Por ello, solo cabe celebrar que en su reemplazo se aprobara la frase de que “se protege la vida de quien está por nacer”, que fundamentalmente mantiene el principio matriz. Ese “quien” que está por nacer es una persona, no un “algo” o una cosa y, en consecuencia, no es lícito el aborto libre.

Por Carlos Williamson, profesor titular UC

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