Columna de Eve Crowley: Soberanía para la seguridad alimentaria: una nueva hoja de ruta para Chile



Nuestros sistemas agroalimentarios están en alerta. El cambio climático, la pandemia del Covid-19, el conflicto entre Rusia y Ucrania y la crisis económica global, han generado un incremento sostenido en el costo de vida, especialmente en la canasta básica de alimentos, agravando las cifras de inseguridad alimentaria y evidenciando la fragilidad de la manera en que producimos y consumimos alimentos.

En Chile más de 3 millones de personas no tienen acceso regular a alimentos suficientemente nutritivos, lo que equivale a casi la mitad de los residentes de la Región Metropolitana. Por otro lado, un 74,2% de los adultos y el 58,3% de los niños, niñas y adolescentes en etapa escolar tienen sobrepeso u obesidad, lo cual conlleva severos riesgos para la salud.

Frente a ello, surge la necesidad de fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria del país, destacando el rol de la agricultura familiar campesina, la cual representa el 90% de los productores a nivel nacional, siendo un pilar fundamental en la provisión de alimentos sanos y nutritivos.

Atendiendo a estas demandas sociales, el gobierno lanzó la “Estrategia Nacional de Soberanía para la Seguridad Alimentaria”. Esta inédita estrategia se construyó en base al fortalecimiento de cinco patrimonios prioritarios del sistema alimentario nacional, considerando como principio rector la consagración e implementación del derecho a la alimentación, con el fin de contribuir a la seguridad alimentaria presente y futura. Los recursos productivos, naturales y la biodiversidad; los canales de comercialización agroalimentarios y pesqueros; el capital humano y sociocultural; las dietas saludables y; la sanidad e inocuidad alimentaria son los patrimonios que esta estrategia busca fortalecer.

La estrategia, liderada por el Ministerio de Agricultura, es fruto de un proceso de diálogo entre distintos actores, lo que permitió construir una definición conjunta de soberanía alimentaria desde la realidad chilena que, lejos de una mirada proteccionista, busca corregir algunas de las distorsiones históricas del sistema, fortaleciendo la producción y el comercio local de manera conjunta con el desarrollo del sector agroexportador.

A su vez, la estrategia adopta un enfoque integral que aborda los distintos eslabones de la cadena de valor agroalimentaria, desde la producción hasta el consumo de alimentos, incluyendo acciones en aspectos transversales como la sustentabilidad, la equidad de género, la juventud rural, el trabajo decente y la asociatividad, entre otros.

Si bien este un gran paso, el desafío es seguir avanzando en la implementación de la estrategia de manera articulada entre los distintos instrumentos de política pública y la diversidad de actores que comprenden nuestro sistema agroalimentario. Para ello será necesario superar las tendencias a silos institucionales y sectoriales, estableciendo un sistema de gobernanza integral, con roles y recursos que permitan llevar a cabo las líneas de acción trazadas en esta estrategia.

Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) valoramos el compromiso que ha asumido el gobierno al desarrollar esta estrategia que vela por el goce del derecho a la alimentación de las generaciones presentes y futuras. Nos ponemos a disposición para seguir fortaleciendo las políticas públicas que contribuyan a la transformación de nuestros sistemas agroalimentarios para que sean más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, sin dejar a nadie atrás.

Por Eve Crowley, representante de la FAO en Chile

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