Columna de Gabriel Zaliasnik: Gaslightning



En 1944 Ingrid Bergman ganó el Oscar a mejor actriz interpretando a una mujer cuyo esposo pretende que crea que está loca para poder robar su fortuna. Para ello, el marido esconde cuadros y joyas haciéndole creer a su esposa que ella ha sido la responsable, aunque no lo recuerde. También atenúa la luz de gas (no había electricidad), pero le asegura que el fuego sigue brillando intensamente.

En base a dicha obra llamada “Gaslighting”, la sicología moderna comenzó a emplear ese término para identificar un patrón de abuso emocional en el que la víctima es manipulada para hacerla dudar de su propia percepción, juicio o memoria. Así, negar algo que sucedió, contar otra versión de las cosas, o mentir sobre algo que sabemos que es verdad, son típicos ejemplos de gaslighting.

Todo indica que en Chile estamos viviendo en una dimensión política, un caso de estas características. Hay una deliberada disociación con la realidad como lo demuestra el cosmético último cambio de gabinete. Ya nos parece lejano aquel mes de marzo de 2022 en que Boric asumió la Presidencia y aún más lejana la complicidad activa y pasiva de tantos con el sueño golpista de octubre de 2019 o con la pervertida revolución que se escondía en el proceso constituyente derrotado hace menos de un año. Se ha normalizado la corrupción, la falta o derechamente la mala gestión e incompetencia. En el fondo, enfrentamos un patrón de abuso político emocional para que la ciudadanía con el paso del tiempo ponga en duda su propia memoria y olvide el fracaso de estos años y a sus responsables.

En una sociedad narcisista que espera retribuciones inmediatas, ignorar las responsabilidades, dar vuelta las páginas de la historia sin acciones ni respuestas, y estimular el olvido ciudadano, es el tratamiento escogido ante la anemia gubernamental. No hay nuevas ideas ni nuevos giros en el camino. Por cierto, nada que implique recoger opiniones ajenas. Probablemente se trata de un mal remedo -inconsciente- al gobierno de Allende que, como plantea Mansuy, enfrentó -en circunstancias mucho más duras y complejas- el dilema de escoger cuando no quería escoger. Esas palabras seguramente resuenan en nuestro obtuso Presidente atrapado en el imaginario allendista y la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.

No obstante estar lejos de esos implacables días finales de la UP, presenciamos igualmente la agonía de un proyecto político desapegado de los tiempos y necesidades de los chilenos. Por ello, la manipulación en base a mera retórica, insulsas cadenas nacionales, absurdas apelaciones a fake news, y en general, emplazamientos vacíos de contenido que solo generan hostilidad y polarización verbal es la estrategia, esperando el paso del tiempo, o algún acontecimiento o desenlace fortuito producto de la desesperanza ciudadana. Nos atenúan la luz, pero nos quieren hacer creer que ésta sigue iluminando igual.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile

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