Columna de Gabriel Zaliasnik: La extrema izquierda



El apabullante resultado de la derecha en la elección de consejeros constitucionales -sumado al aplastante rechazo ciudadano a la partisana propuesta de nueva Constitución el 4 de septiembre de 2022- desmitificó la supuesta hegemonía cultural y popular de la izquierda en Chile, tanto en sus vertientes totalitarias como democráticas.

De allí que ante la ausencia de toda autocrítica de quienes intentaron arrastrar a Chile por un derrotero refundacional y de quienes celebraban o incitaban aquel camino nihilista, sea oportuno reflexionar sobre la conducta futura de quienes hoy han sido derrotados. Estos parecen moverse inspirados en la famosa aseveración de Keynes, “en el largo plazo todos estaremos muertos”, creyendo que mientras más puedan postergar el futuro, menos cuentas deberán rendir. Sin embargo, no se puede olvidar que la estructura de una sociedad estable quedó hecha pedazos por su delirante impulso revolucionario.

Por lo mismo, ya no basta con hacerse cargo de las convulsiones que afectaron a Chile, sino que es indispensable en paralelo reparar el daño causado a nuestra institucionalidad, al Estado de Derecho y a la convivencia cívica. La ciudadanía entendió lo que escondían las impostadas máscaras de quienes decían actuar como “agentes oficiosos” del pueblo, y gracias a aquel anónimo legislador o asesor que restituyó el voto obligatorio, expresó en forma contundente la silenciada voz y peso democrático de la mayoría.

Ya poco importa si era necesario sacrificar la Constitución para encauzar el conflicto social y delictual generado tras la asonada de octubre de 2019. La realidad y el sentido común ahora imponen la necesidad de redactar un texto razonable que permita dejar atrás este periodo de incertidumbre. Por ello, es ineludible preguntarse si las fuerzas antidemocráticas de la extrema izquierda depondrán su proyecto revolucionario a la luz del amplio rechazo ciudadano.

Es muy probable que en las próximas semanas y meses veamos esfuerzos de esa extrema izquierda por descarrilar el proceso y así prolongar artificialmente el debate constitucional. Sabotear el camino institucional y democrático amplificando la discordia social es funcional a sus intereses. Para ello usarán la desmesura del anterior proceso como telón de fondo para instalar debates identitarios, creando nichos de rechazo que permitan construir un relato contrario al nuevo proyecto constitucional.

Es por ello que se equivocan quienes depositan exclusivamente en los hombros de los ganadores el éxito del proceso constituyente. La mayor responsabilidad recae en el propio gobierno y sus partidos políticos. Será un momento decisivo en la reconfiguración de la izquierda chilena, donde los sectores democráticos tendrán la oportunidad de erigir un “cordón sanitario” respecto de aquellos que se embriagaron con propósitos refundacionales y totalitarios de los cuales Chile solo se libró en las urnas.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile

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