Columna de Gonzalo Cordero: La contradicción



Este lunes se cumplen dos años desde que el Presidente Boric asumió el gobierno de Chile y como es obvio que este espacio debe dedicarse a analizar este aniversario, en los últimos días pensé bastante en qué es lo que define a esta administración, cuál es su ethos, el sello que mejor identifica lo que se ha hecho desde La Moneda en estos veinticuatro meses y llegué a una conclusión: la contradicción.

Sí, pero no cualquier contradicción, sino una muy específica: la que se ha producido entre la superioridad que se atribuyen a sí mismos los jóvenes que le dan el rostro a esta gestión y los malos resultados que han obtenido. Son mejores, pero gobiernan peor. Ese es el resumen.

Nadie lo dijo con más claridad que Giorgio Jackson; ellos tienen una escala de valores diferente y ahora, justo al llegar a este aniversario, el Presidente dijo lo mismo, pero de otra manera, cuando explicó su instrucción de excluir a las empresas israelíes de la Fidae como una decisión “ética”. A mí, como a muchos, me parece una barbaridad que va contra los intereses permanentes de los chilenos, un exceso que no consigue nada, salvo perder incluso la muy pequeña y limitada influencia que, como país amigo de ambos pueblos en conflicto, podríamos ejercer en una relación bilateral constructiva.

Pero no, porque seguramente para nuestro Presidente esa es una mirada chata, de las que prefieren el pragmatismo que lleva a la pérdida de los valores. Este gobierno, en cambio, no atiende a los resultados, sino a los deberes éticos que están a la altura de su talla. Por eso, probablemente, también se ha sentido en la necesidad de llamarle la atención a las principales potencias del mundo. Puede ser esa, tal vez, la explicación de que, en aquel bochornoso episodio, nuestro gobernante no haya reconocido a John Kerry. Es que desde cierta altura se dejan de ver los detalles que configuran la realidad.

Sospecho, en todo caso, que en el segundo piso de palacio están satisfechos de lo que han hecho. Qué importa que el resultado económico sea malo, el desempleo alto y la inversión baja; esos son detalles menores, lo importante es que los empresarios sepan que hoy se gobierna para impedir sus abusos. La delincuencia ha aumentado, los homicidios, sicarios, ajustes de cuenta, narcotráfico y mucho más, están a la orden del día; pero esas son preocupaciones burguesas, lo que realmente importa es que la policía sabe que no puede abusar, que ahora, antes de ejercer la fuerza para garantizar el imperio de la ley, tendrá que verificar si el transgresor pertenece a un pueblo originario, a una diversidad sexual o es inmigrante. Es que son otros valores. Es otra cosa. ¿Se entiende?

Y así, entre gobernantes con valores superiores y chilenos viviendo peor, caminamos de regreso al subdesarrollo, con sus lacras de pobreza, violencia, frustración, ingobernabilidad y vemos el populismo a la vuelta de la esquina. Es un gobierno éticamente superior, pero le asigna recursos públicos a sus fundaciones amigas. Esa es la contradicción.

Por Gonzalo Cordero, abogado

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