Columna de Juan Ignacio Brito: La derecha: más sombra que luz



En una campaña que aún no prende, la batalla por el electorado de derecha es uno de los aspectos más llamativos de las elecciones del 7 de mayo. Ese día se conocerá no solo la composición del Consejo Constitucional, sino también quién es quién en ese sector.

Se trata de un momento muy esperado desde la irrupción de Republicanos. Por eso, la competencia se ha ido endureciendo, con acusaciones, roces y una crispación cada vez más notoria.

Pese a la expectación en el sector, los resultados del 7-M deben ser interpretados con cautela. Pueden darse sorpresas (por ejemplo, el Partido de la Gente), y RN, la UDI y Evópoli corren en una sola lista (Chile Seguro), mientras que Republicanos son una lista por sí mismos. Esto abre la posibilidad de que todos tengan un buen argumento para celebrar: Chile Vamos, porque podría tener la lista más votada y el mayor número de consejeros elegidos; Republicanos, porque sería la colectividad individual con el más alto caudal de apoyo y la mayor cantidad de consejeros.

El impulso parece estar del lado de estos últimos. En tiempos de hastío con la política tradicional, el desafiante siempre lleva la ventaja. RN, la UDI y Evópoli son el establishment. En cambio, Republicanos luce una pureza doctrinaria que sus adversarios ya no están en condiciones de exhibir, en especial después de haber sido parte de dos gobiernos ideológicamente fracasados, como fueron los de Sebastián Piñera.

La liquidez doctrinaria de Chile Vamos ha convertido a sus partidos en agrupaciones más apegadas al poder que a una propuesta de país. Hoy resulta difícil saber qué postulan y sobre qué bases construyen su ideario. Tras décadas de cosismo lavinista y oportunismo piñerista, hoy los partidos de Chile Vamos muestran una actitud cada vez más difusa, falta de dinamismo y convicciones aguadas.

Aunque sean tuertos en un país de ciegos, Republicanos parece tener las cosas más claras. Lo suyo puede resumirse en un término: restauración. No es mucho, a no ser que crea realmente posible reimplantar sin aggiornamento el thatcherismo de los 80. Si no pretende ser flor de un día, el partido necesita alejarse de los liderazgos afiebrados y debe reflexionar y proponer sobre la base de la realidad actual, con los pies bien puestos en las necesidades del Chile de hoy, las cuales van más allá de la lucha contra la delincuencia y la migración.

Chile Vamos y Republicanos comparten un problema: se ven mucho más nítidos cuando están en la oposición que cuando tienen que proponer; son mejor sombra que luz. Si pretenden resplandecer con brillo propio, los partidos del sector deben hacer más, mejor y más claro, porque en política se trabaja para ser gobierno y traducir en realidades concretas el ideario que uno dice defender.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

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