Columna de Patricio Morales: Fiebre amarilla, del Rechazo al A favor



Corría el año 2019, octubre quedaba atrás, pero la protesta social y el estallido ejercían una presión importante sobre el sistema político. Llegaba el 15 de noviembre donde las y los liberales, que promovemos el liberalismo igualitario desde el Partido Liberal de Chile, estampamos nuestra firma en el acuerdo que dio inicio al proceso constituyente. Recuerdo por esos días interesantes conversaciones con mi amigo y escritor Patricio Fernández: “Cada vez me gusta más ser amarillo”, “llegó el momento de un glorioso partido amarillo que no tenga miedo en disonar”, eran algunas grandes reflexiones de ese momento. Nos fue surgiendo la necesidad de cuidar el momento constituyente. Era clave aportar con liderazgos reflexivos y dialogantes. Desde el Partido Liberal le pedimos “al Pato” que fuera uno de nuestros candidatos al primer proceso constituyente. Construimos, con muchas y muchos, una campaña amarilla. Un espíritu amarillo con carácter, sin miedo a cuestionar, pero también, sin miedo a matizar lo que la corriente considerara indiscutible. Un pensamiento crítico que no se rindiera frente al aplauso fácil.

La historia que sigue es conocida. Nuestros constituyentes liberales como Agustín Squella o el mismo Pato Fernández, no lograron mover la aguja. Una contundente mayoría circunstancial atropelló a cualquier minoría que se le cruzase por delante. La consecuencia no se haría esperar. El rechazo transversal nos demostró que las chilenas y chilenos no perdonan el fondo y mucho menos la forma.

Pero algo curioso ocurrió alrededor del Rechazo. Se comenzó a articular un espacio de centroizquierda por el Rechazo. Vimos emerger un espacio “amarillo” que denunció los atropellos, pero dio un paso más; prometió que el Rechazo derivaría en un segundo proceso que nos uniría a todos y todas. “Una que nos una” aumentó la temperatura de muchos progresistas que decantaron por la opción Rechazo. Hoy, la historia se repite. Una contundente mayoría circunstancial, hoy en clave conservadora, nos propone una mordaza valórica, un texto sobreideologizado, que según el republicano Luis Silva solo busca la unidad de derecha.

Este Partido Amarillo decidió aprobar este texto que nos divide. Un espíritu amarillo muy lejano a ese carácter amarillo que imaginábamos muchos y muchas liberales el año 2019. Este Partido Amarillo se afiebró, se rindió en su búsqueda de unidad. Al parecer existe un cálculo electoral pequeño que lo hizo desdibujarse y, a su paso, enredó el prestigio de muchos actores de centroizquierda que los acompañaron en el Rechazo la vez pasada.

Aún existen, sin embargo, referentes que no se dejan contagiar por la fiebre amarilla. La posición en contra de Ernesto Ottone y las señales dadas en ese sentido por el Presidente Ricardo Lagos pueden ser un antídoto, una orientación de ese espíritu amarillo inicial, de un pensamiento crítico y democrático que no se resigna a procesos constituyentes deficitarios. Esperanza para tantos amarillos que vemos en el Partido Amarillo otros colores.

Por Patricio Morales, cientista político y expresidente del Partido Liberal

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