Columna de Rodrigo Montero: Controversia en Casen



A propósito de las críticas que han emergido en torno a las recientes cifras reveladas por la encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) referentes a la evolución de la pobreza (medida esta por ingresos), comparto algunos comentarios con el ánimo de enriquecer el debate.

En primer lugar, cabe señalar que en economía contamos con diversos instrumentos para poder hacernos una idea de la evolución de la sociedad en distintas dimensiones, cada uno de los cuales tiene importantes limitaciones y dificultades en su implementación. Por ejemplo, en cuanto al costo de la vida, podemos decir que la canasta con la cual se construye el Índice de Precios al Consumidor (IPC), para medir la inflación, que es fija en el tiempo, falla, pues asume que las familias son inelásticas a la inflación y se mantienen consumiendo la misma canasta de bienes y servicios, sin importar qué ocurra con los precios de estos. Más aún, usted concordará conmigo en que el costo de la vida es bien distinto en Arica que en Punta Arenas, sin embargo, la inflación es una sola, y se calcula a nivel país.

Por otro lado, respecto del Producto Interno Bruto (que intenta medir la capacidad de generación de ingresos de un país), sabemos que existe una parte importante de la economía que se mueve en la informalidad y, por lo tanto, no es capturada por las mediciones oficiales de actividad (subestimamos nuestra capacidad de producir bienes y servicios). Más aún, el PIB no considera otras características que son relevantes para determinar los ingresos y el bienestar de una sociedad como, por ejemplo, las externalidades de los procesos productivos, y la salud mental de la población. Finalmente, en cuanto al desempleo, podemos decir que subestimamos fuertemente la incidencia de este flagelo en la población, toda vez que los criterios para definir a una persona como “ocupada” no son muy exigentes.

En cuanto a la medición de la pobreza, también tenemos dificultades, sin embargo, como país hemos decidido ir un paso más allá de la simple lógica de los ingresos, y hoy la medimos desde una perspectiva multidimensional. Por lo mismo, más que invalidar las herramientas limitadas con las que contamos (y seguiremos contando), y de la necesidad de estar constantemente revisando las metodologías empleadas (con la precaución de no perder comparabilidad para una mirada de largo plazo de lo que queremos medir), es importante poner en contexto la información que nos proveen los distintos instrumentos con que disponemos, sin perder de vista que llevar a cabo mediciones en esta ciencia social es, por lo bajo, muy complejo.

Por Rodrigo Montero, decano de la Facultad de Administración y Negocios, Universidad Autónoma de Chile

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